Ni tanto.

Opinión
/ 2 octubre 2015

Ni tanto que queme al santo, ni tanto que no le alumbre, dice la versión mexicana del justo medio aristotélico. Justo medio que es muy difícil de mantener, y por eso es una aspiración en la vida humana.

El gobierno de Peña Nieto, en sus primeros cuarenta días, ha tenido la virtud de llegar preparado y con objetivos claros. Tuvo también la suerte de recibir un país en muy buenas condiciones (en lo general), y en mejor situación que su antecesor, que a duras penas pudo tomar posesión. Como todo nuevo gobierno, el actual ha hecho un gran esfuerzo por diferenciarse del anterior: cambiaron las prioridades en la agenda, se ha hecho énfasis en la conciliación, las formas son más tradicionales.

Tiene aquí también fortuna el nuevo gobierno de contar con una caja de resonancia que los gobiernos del PAN nunca tuvieron. Como lo hemos dicho en varias ocasiones, en medios y en la academia hay mayor predilección por el PRI. En particular por parte de quienes, en estos dos sectores, se autodefinen de izquierda.

Los excesos siempre son problemáticos. Por su origen, en el PRI los temas del campo, el sindicalismo y el corporativismo son muy valorados. Por la misma razón, en los gobiernos del PAN no tuvieron tanto éxito. Se convirtió en verdad publicada la relación de Calderón con Elba Esther, creo que exagerando. Bueno, pues el nuevo gobierno anuncia que apoyará más al campo, regresa un poco al discurso obrerista, pero se lanza contra Elba Esther. No mucho, pero contando con la exageración previa, lo suficiente. Ni la reforma educativa cambia mucho las cosas, ni hay mucho que hacer en el campo, y se va acabando el espacio del nuevo gobierno.

Más serio parece el asunto de seguridad. Primero se cerró Seguridad Pública, sin que en realidad cambien mucho las cosas, al menos por el momento. También se cambió la agenda mediática, de forma que ya se ven menos los muertos, pero siguen siendo bastantes. Ahora se aceptó la Ley de Víctimas, que según los que saben puede complicar más que beneficiar. Pero el coro de derechistas, los que creen que los derechos son infinitos, aplaude y se suma. Un grupo más.

Finalmente, el acto más legitimador: el pacto por México. Aprovechando los conflictos al interior de PAN y PRD, el nuevo gobierno atrajo a uno de los grupos en pugna de cada uno de los partidos, precisamente el que tiene la presidencia. Fue un muy buen golpe político, que cambió la interpretación de muchos del presente, pero sobre todo del futuro, pero que tiene graves riesgos. De los casi cien compromisos ahí descritos, un puñado define el futuro del país, y es el puñado que no se ha podido concretar desde hace 15 años. No por incapacidad, como algunos interpretan, sino porque esas pocas decisiones consisten en aceptar que el México del siglo XX fue un error y en cambiar la trayectoria.

Los cambios son tres: hacendario, energético y de política social. Este último es más fácil, porque la transformación empezó desde 1997, con la creación de Progresa, hoy Oportunidades, y mañana seguramente con otro nombre. Fue el primer programa social verdaderamente progresivo de México, después de 80 años de tener "la primera Constitución social del mundo". Todos los demás programas sociales del siglo pasado fueron regresivos: destinaban más recursos a quienes no los necesitaban, pero garantizaban el control social y político. Fue el régimen corporativo, pues. Piso Firme, y sobre todo el Seguro Popular han continuado este proceso de transformación de la política social. Ahora viene el tema de pensiones, que para no quebrar las finanzas públicas exigirá cerrar decenas de otros programas, esos corporativos que le decía. No va a ser fácil.

Pero los otros dos temas son todavía más complicados. Si en verdad se quiere que México tenga futuro, necesitamos garantizar el abasto energético, con calidad y precio competitivos. Eso es imposible con la situación actual (Pemex y CFE). Frente a la revolución energética que vive el mundo, nuestros engendros serán todavía más costosos. En el pacto mencionado, las medidas acerca de este tema son temerosas.

Y queda el tema de las finanzas públicas. Una reforma hacendaria es difícil en cualquier parte. Y es peor conforme pasa el tiempo. Ahora dicen que será para la segunda mitad del año. Se va a complicar.

El muy buen inicio de este gobierno, que logró transformar expectativas, cosechar lo bueno y achacar lo malo al anterior, tiene el defecto de ocurrir sólo en el espacio de las percepciones. Si el fondo no se transforma, se puede derrumbar lo construido.

 

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