Mirador

COMPARTIR
TEMAS
Hay en el cementerio de Abrego una tumba. Las tumbas hablan, aunque en ellas haya quedado polvo nada más. Esta que digo dice:
"Fui mujer. En el tiempo y lugar en que viví eso significaba no ser nada. Viví primero sujeta a mi padre, luego a mis hermanos, después a mi marido y por último a mis hijos. Nunca tuve un momento para mí; mi vida entera fue para los demás. Ahora, en esta tumba, todo el tiempo es mío. Veo pasar las nubes; escucho el canto de los pájaros; hablo con otros muertos; aspiro el perfume de la flor. Necesité estar muerta para poder vivir".
Así dice esta tumba del cementerio de Abrego. Si la oyeran, los hombres con quienes vivió esta mujer sentirían vergüenza. Pero ellos no oyen. Jamás oyeron ni vieron nada, ni miran ni escuchan nada ahora. Estuvieron muertos en vida, y hoy que no viven ya están muertos también.
¡Hasta mañana!...