Calidad, cantidad y fast food

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Incluso la propaganda de la beberecua de los ricos (el Bacardí) nos recordaba que la calidad era responsabilidad de la compañía fabricante del infame bacacho.
"¡La cantidad es responsabilidad de usted!", remataba un Saúl Lizaso doblado por la voz de Enrique Rocha.
En efecto, lo único que podemos exigirle a las compañías que procesan los productos que nos metemos a nuestros broncíneos corpachones latinos es calidad.
Y es que beber con moderación o atascarse como cosaco es una decisión individual, una que cada uno debe asumir con las consecuencias a ella asociadas (desde una resaca infame hasta cometer algún acto abominable como sacar a bailar en plan de ligue a la tía solterona).
No podía ser de otro modo. La cantidad sólo puede recaer en la potestad personal. Nos pueden hacer sugerencias (que sirven para dos cosas), pero nadie nos puede marcar un "hasta aquí" más que el fuero interno (y quizás el médico y en última instancia la Huesuda).
Nuestros gobiernos y autoridades sanitarias ya anticipaban el ascenso de México al primer lugar mundial de obesidad y desde hace años promueven la sana alimentación.
Sin embargo, pocas veces se hace algo tangible por mejorar la calidad de lo que se nos vende. Es decir, no muchas veces se protegen nuestros derechos como consumidores.
Mire lo que pasa en otros países:
La celebridad gastronómica, Jamie Oliver, acaba de ganar un pleito contra la cadena de comida rápida por antonomasia, McDonald's.
El chef inglés denunció que la carne que emplea la franquicia del payaso a rayas "lava" con amonio la "carne" que emplea en sus hamburguesas.
Gracias al activista y astro de los canales de cocina, ahora McDonald's se ve obligada ya a reformar sus procesos y ofrecer al público una hamburguesa si no más saludable, al menos no tan nefasta como la que vienen vendiendo.
Sucede que esto de lavar con amonio la carne por parte de McDonald's nos fue informado hace tiempo ya, incluso por medios locales. Sin embargo, en México no nos hemos defendido de estas prácticas comerciales abusivas y hasta criminales.
Al inicio de su gestión, el Gobernador Rubén Ignacio Moreira lanzó un reto weight-watchers y puso a dieta a todos los empleados de su administración para que le hicieran comparsa a su propio régimen alimenticio.
Este esfuerzo no impidió sin embargo que México llegara a la cima mundial de la obesidad ni que Coahuila contribuya con sus buenos kilos adiposos a que nos adjudicáramos tan cuestionable honor.
Me parece mucho más deseable que las autoridades se preocuparan de la calidad de nuestras opciones alimentarias y dejaran en nuestra decisión (o nuestras posibilidades) la cantidad que habremos de empacar.
Me parece increíble que un cocinero de TV, en defensa de sus creencias y de su filosofía, ponga a temblar a la mayor transnacional de la comida rápida del mundo, en cambio, nuestros representantes, gobiernos, cuerpos legislativos,etcétera, no pueden defendernos de las peores prácticas de estas corporaciones de la comida rápida.
Incluso, el Gobierno Federal pactó con esta industria para sumarla como aliada en su cacareada cruzada contra el hambre.
¿Quieren una sociedad más sana? Empiecen metiendo en cintura a las cadenas y grandes consorcios que se enriquecen vendiendo porquerías con el rótulo de comida.
Y dejen el asunto de la cantidad en la decisión de cada ciudadano, que para eso somos mayores de edad.
petatiux@hotmail.com