Los moloncos en la sierra

Opinión
/ 5 agosto 2013

A mis abuelos Juan Antonio y Esperanza Guadalupe, que siguen sembrando en esa otra dimensión.

"A ver tráeme a ese molonco para acá", dijo Eglantina para explicarme cómo se usa esa palabra. Y es que un molonco es una mazorca de maíz criollo pequeñita, que se quedó sin crecer como el resto. Y moloncos se le dice a los niños de corta edad o a la gente chaparrita; a todo objeto pequeño. Me gusta cómo suena molonco, y me gustan los moloncos que veo en la troje de Fidel Gámez Cárdenas.

Sí, estamos en el segundo nivel de casa de Fidel, un hombre de más de 80 años que anda bien derecho apoyado en un cayado de madera de la sierra. El piso del segundo nivel donde está una montaña de mazorcas, también está hecho de madera. Tiene una puerta en un extremo, por donde con una cuerda suben los costales de mazorcas que trae de su sembradío. Los sube y allí los resguarda. De vez en vez hay qué darle vueltas a esa montaña deliciosa con una pala, para que se oxigene el maíz. Un hermoso gato pardo maúlla y Eglantina dice, aquí está el que evita que los ratones se coman el maíz. Claro, por eso el gato, cómo no haberlo pensado antes.

La casa de Fidel está hecha de piedra; es de esas últimas edificaciones de piedra que quedan en la Sierra de Zapalinamé, pues Margarita me dijo hace unos días que el resto está siendo desmontada para hacer bardas.

Él, y muchos otros agricultores siembran maíz criollo, de ese maíz que es vital e impostergable proteger.

Recordemos en este momento la pesadilla monstruosa que es el corporativo Monsanto con sus abogados vestidos en dólares, sus semillas de maíz alteradas que generan frutos con semillas estériles, y el riesgo de que colapse la agricultura si los responsables de negociar, siguen apoyando la incursión de este monstruo a nuestro país, sólo por su avaricia personal.

Pues Fidel ha vivido de cultivar este maíz criollo, sus semillas se pueden compartir, y además ¡germinan! Él aquí nació y aquí sigue; dice que el mundo no ha cambiado, que es igual desde que se acuerda: Que belleza el mundo para Fidel -ajeno a esta pesadilla-, en esta parte de mundo que le sigue regalando aire puro y abrigo, ahora que su mujer murió.

Tan apegado está su tierra, que en el incendio de 1995, Fidel se negaba a salir de allí. Lo sacaron una vez su mujer y los brigadistas pero regresó pasado un rato; la segunda vez quien lo sacó fue un tronco envuelto en llamas que le golpeó la espalda. Le hizo caso al fuego. Ya si no.

Entonces sacó sus marranos y a los caballos que dejó en la caballeriza entre la sierra de buenas que no les pasó nada, fue un milagro, porque dice que veía el fuego volar de una montaña a otra como un inmenso latigazo de fuego. Pienso que habrá sido un espectáculo de verse hasta morir envuelto en él.

Un par de horas antes, cerca, en San Antonio de las Alazanas, desayunamos Eglantina, Poncho, Ariel, Andrea y yo en Las ricas gorditas de Doña Conchis, hechas de puro maíz criollo y unos frijoles de la olla que son dignos de una fiesta. En ese pueblo venden lo que se cultiva en la sierra: ciruelas, peras, manzanas y aguamiel entre otros manjares.

Si buscan vivir un momento celestial para volver a poner en valor la importancia de la naturaleza que nos alberga y provee de lo que necesitamos, visiten San Antonio de las Alazanas, pero por favor, no tiren colillas de cigarro pues son una de las causas de los incendios y de la contaminación del suelo por el alquitrán que tienen. Y es que una vez platiqué con un ambientalista coahuilense que mientras me decía que es fundamental cuidar la naturaleza, tiró en automático su colilla en el suelo, y así continúa haciéndolo, pero de verdad que ni se da cuenta, no se ha dado cuenta. claudiadesierto@gmail.com

Nacida en Monclova, Coahuila. México, en Junio 3 de 1969. Licenciada en Ciencias de la Comunicación. Maestra en Historia de la Sociedad Contemporánea. Doctora en Ciencias y Humanidades para el Desarrollo Interdisciplinario. Ha publicado entre otros, “Los frutos del sol“ (Castillo MacMillan 2005) libro infantil y poemarios entre los que figuran Casa de sol (FECA-CONACULTA 1995), “Ruido de hormigas“ (Gatsby Ediciones, 2005), Carne para las flores, antología personal (Aullido libros, España 2011), Las flores desenfundan sus espinas, antología personal (Secretaría de Cultura de Coahuila, 2013) y “Donde la piel“ (Mantis Editores/CONARTE, 2019). Aparece en “Anuario de poesía mexicana“ (Fondo de Cultura Económica, 2006).

Obtuvo el primer lugar en fotografía Coahuila luz y forma 2003. En poesía, recibió beca del FONCA, estímulos como joven creadora y como creadora con trayectoria del FECA y del PECDA en varias ocasiones. Fue becaria FORCA-Noreste 2011-2012, en Lima, Perú donde impartió talleres sobre poesía objetual. Como invitada de honor del Festival Internacional de Teatro Tánger 2013 en Marruecos, se leyó su poesía traducida al árabe. Parte de su trabajo también tiene versiones en inglés, alemán, portugués y francés. Entre las revistas en las que ha publicado, destacan el número inaugural de la revista de poesía contemporánea de Valencia “21veintiúnversos“, ( octubre de (2015), y “Lichtungen“ (noviembre de 2016) en el apartado “Literatura del norte de México“, en el que sus poemas fueron traducidos por Christoph Janacs.

Fotografías medio ambientales, video poemas y atmósferas sonoras fueron exhibidos en la Galería Mohammed Drissi de Tánger (Julio-agosto 2021). Participó en la muestra de arte coahuilense titulada Segar el mar, dentro del 49 Festival Cervantino. Parte de su trabajo se encuentra en el portal virtual www.thenatureofcities.com, al lado de artistas medio ambientales del mundo. Actualmente es Directora de Divulgación Científica en el Museo del Desierto.

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