Crimen sube, dinero baja
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Javier Livas
Hay dos grandes pruebas para un gobierno. La delincuencia y el dinero.
Todo indica que este Gobierno Federal está perdiendo el control que dice tener.
Será que los criminales no ven televisión o no leen los periódicos. Como que el aparato de propaganda los tiene sin cuidado.
Por el lado del dinero también el Gobierno actual va a la baja. Las cosas se sienten cada vez más apretadas y se habla de una economía aletargada o en coma inducido.
Una de las grandes razones por las que Calderón no pudo retener la presidencia para el PAN fue en razón del alto número de muertos que su sexenio generó. Se dijo que se debía a la guerra fallida contra el narcotráfico. Ahora podemos ver que las razones las mismas que ahora: incompetencia para gobernar.
El Gobierno de Peña Nieto se las está viendo negras para empatar el discurso triunfalista con los hechos tanto en lo económico como en materia de delincuencia. De acuerdo a sus voceros, el crimen va a la baja. Según los números del propio INEGI, los crímenes van a la alta. El año de 2013 hubo como un millón más de delitos reportados que en 2012. Pasó de 22 millones a 23 millones. Son bastantes.
También de acuerdo a cifras oficiales, 3 de cada 10 personas fueron víctimas de algún delito. Peor aún pesan sobre esta administración serios crímenes cometidos por policías o soldados.
En materia económica se dijo que pronto estaríamos creciendo al cinco, seis y hasta siete por ciento. Echando números, no estamos ni siquiera a los niveles de los gobierno panistas.
Lo que ciertamente ha aumentado entre la población, junto con el número de delitos y la estrechez económica es la frustración y el enojo. El PRI no es lo que prometió que sería. Estos sentimientos como que se reparten parejo entre todos los mexicanos. El Estado falla en dos de sus principales tareas.
Si al malestar por la inseguridad y la economía en atonía, se agregan otros malestares, como la falta de transparencia, los dispendios en lujos y viajes, las cargas fiscales, estoy seguro que el actual gobierno no aguanta una encuesta de popularidad. Todos los mexicanos viven peor excepto los que tienen puestos públicos, sean de elección o sean designados.
La crisis que sabemos pone muy nerviosos a todos es ver cómo el peso se va deslizando lenta pero seguramente día tras día. Aquí sí que el mexicano se pone a hacer cuentas y a prepararse para un día lluvioso, aunque por ahora solo lo haga en pláticas de café.
Los jóvenes de hoy no recuerdan la época de Echeverría, ni de López Portillo, Salinas o Zedillo, en la que el valor del peso se desplomó a tal grado que empezaron a generase épocas de crisis permanente. No salíamos de las deudas de un sexenio cuando ya se estaba contratando más deuda. Con un pozo se tapaba otro pozo hasta que como en las sillas musicales, alguien termina bailando solo.
Los panistas se vieron mucho más disciplinados en el gasto público que los priístas de segunda generación que ocupan Los Pinos en este momento, pero ello no nos debe servir de consuelo. El PRI hará lo que sea para tratar de ganar carros completos en las siguientes elecciones.
Todo indica que este gobierno es de los que piensan que pase lo que pase hay que mantener un rostro optimista. Apuestan todo su capital a que administrar las expectativas es la verdadera chamba de un gobierno. Mientras se gaste en promover la imagen del gobernante y difundir sus discursos estudiados, nada realmente bueno puede pasar.
Cada elección trae cada tres años una esperanza de cambio aunque no se trate de una elección presidencial. Aunque sea lentamente, la gente aprende a ver tras las cortinas de humo. A como entra el gobierno al período electoral, no creo que estén pensando que la gente los va a recompensar con su voto.