El brillante final de Boardwalk Empire

Opinión
/ 25 noviembre 2014

Una de las series mejor logradas de los últimos tiempos terminó con uno de los finales más correctos, elegantes, artísticos y bellos de todos los tiempos. Y por belleza no me refiero al tradicional cliché de: “vivieron felices para siempre”; sino a coherencia narrativa, estética impecable, emotividad precisa… 

“Boardwalk Empire”, la serie que se hizo popular desde que se dio a conocer que Martin Scorsese dirigiría su episodio piloto, Mark Wahlberg sería al lado de Scorsese uno de los productores ejecutivos y Terence Winter (escritor de “Los Soprano”) estaría a la cabeza de una historia de gánsteres, terminó hace unas semanas en Estados Unidos y hace unos días se transmitió su último capítulo en México a través de la señal de HBO.

La multipremiada “Boardwalk Empire” demostró con sus cinco temporadas que las series arriesgadas y pulcras todavía son redituables en la pantalla chica. Esta estupenda producción nos introdujo durante cinco ciclos en el mundo de Nucky Thompson y Al Capone, con quienes despuntó el contrabando de alcohol en los años 20 en Estados Unidos. Intentando apegarse –al menos en los aspectos más generales– a algunos hechos verídicos, el drama de Winter (basado en la novela de Nelson Johnson) nos mostró que para cualquier tipo de crimen organizado, nunca han existido los límites. 

“Boardwarlk Empire” nos recuerda que el poder y la corrupción van integrados en la genética del ser humano; la violencia no es de ahora sino de siempre. Las peleas territoriales, los asesinatos a sangre fría y los ajustes de cuentas fueron y continúan siendo parte de la vida misma, por más doloroso, terrible e imperdonable que resulte.

“Boardwalk Empire” es la versión moderna –pero antigua, valga la redundancia– de “Los Soprano”. Es HBO aprendiendo a perfeccionar la fórmula. Su narrativa nos recuerda bastante al drama agridulce que protagonizó el hoy todavía muy recordado James Gandolfini, pero nos lleva, gracias a los nuevos alcances de las producciones televisivas, casi 100 años atrás, a la peligrosa y pendenciera ciudad de Atlantic City, Nueva Jersey. Y en lugar de contarnos una historia del mafioso Tony Soprano, acá lo hace el político y a la vez contrabandista “Nucky”, interpretado por el excelentísimo Steve Buscemi (consagrado colaborador de los Coen y de Tarantino).

Lo que consiguió fascinarme de “Boardwalk Empire” es que la serie mantuvo el buen ritmo durante los cinco años en los que permaneció al aire. Algo comparable a lo que consiguió “Breaking Bad”. Todos los personajes cerraron su historia y la historia cerró un ciclo y abrió uno nuevo, como sucede en la vida. Al Capone se entrega a las autoridades… Nucky lo pierde todo… Y un nuevo jefe –Lucky Luciano– se instala en su nuevo trono. ¿Cuánto le durará el gusto?

Al final conocimos también el pasado de Nucky y el momento justo en el que su vida se bifurcó. Fue una decisión y con ella no hubo marcha atrás. El pasado es canijo y siempre cobra la factura, nos dice “Boardwarlk Empire” con su excelente conclusión. Mi Twitter: @CalladitaR




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