Árbol que nace torcido

Opinión
/ 30 marzo 2016

Realista, oscura y pesimista, la obra del escritor checo Franz Kafka ha sido descrita como una crítica social a la violencia y la barbarie que se esconden debajo de nuestra rutina normal. La de Kafka es una descripción perfecta de la humanidad extraviada de cualquier sentido racional y precipitándose al vacío, hacia su propia destrucción. Él lo sabía y nos desenmascaró en sus “Aforismos, visiones y sueños” del año 1917, en donde un tanto atormentado, nos receta algunas de sus consideraciones sobre el pecado, asegurando: “No somos pecadores sólo porque hayamos comido del Árbol del Conocimiento, sino también porque no comimos del Árbol de la Vida”.

Pero los humanos logramos lo imposible: Talamos el Árbol del Conocimiento y nos comimos el Árbol de la Vida. Esto lo dice un estudio realizado por el doctor Thomas Crowther, del Instituto para la Energía y el Clima de la Universidad de Yale, por encargo de la iniciativa “Plantemos para el Planeta” del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. Los resultados publicados en la revista “Nature”, son de consideraciones apocalípticas, pues hoy hemos podido conocer el número real de árboles que existen sobre la Tierra: 3 trillones de árboles, a razón de 422 árboles por cada ser humano en el planeta. Esta cifra, que parecería alta, ha demostrado que el número total se ha desplomado en aproximadamente un 46% desde el comienzo de la civilización humana. Dice también que la actividad humana es la gran destructora de árboles y que, en pocas palabras, los árboles caen en picada a medida que aumenta la población humana. La deforestación, el cambio de uso del suelo y el manejo forestal son responsables de una cifra inimaginable de pérdida de árboles cada año: 15 mil millones.

Para llegar a estos resultados, se utilizó una combinación de imágenes de satélite, inventarios forestales y las tecnologías de supercomputación. Crowther al frente de un equipo internacional de investigadores, mapeó las poblaciones de árboles en todo el mundo a nivel de kilómetros cuadrados. Esta información, ha proporcionado la evaluación más completa de las poblaciones arbóreas hasta la fecha, y ofrece además una perspectiva clara y nuevos conocimientos que, aplicándolos, pudieran mejorar el ciclo de carbono y el cambio climático, para muchos, nuestro principal desafío.

Crowther dice que “Los árboles se encuentran entre los organismos más importantes y críticos en la Tierra, pues almacenan enormes cantidades de carbono y son esenciales para el ciclo de los nutrientes, el agua, la calidad del aire y un sinnúmero de servicios humanos”. Las áreas forestales más grandes se encuentran en los trópicos, hogar del 43% de los árboles en todo el mundo, aunque las mayores densidades se localizan en los bosques boreales, en regiones como Rusia, Escandinavia y América del Norte”.

Asegura que el estudio nos ayudará a establecer objetivos para futuras iniciativas de plantación de árboles, esfuerzos que hasta la fecha han dejado pobres resultados comparados con su destrucción sistemática, pero que la investigación tiene el potencial para informar a los científicos acerca de la estructura de los ecosistemas forestales en las diferentes regiones; y mejorar las predicciones sobre las concentraciones de dióxido de carbono y la biodiversidad en el mundo.

Hoy, gracias a la ciencia, hemos podido conocer que nos bastaron poco más de 7 mil años para acabar con la mitad de los árboles en el planeta. Así que haga la cuenta y piense, que como árbol que se derrumba, es cuestión de tiempo para que terminemos de destruir a la otra mitad. Nuestra irracionalidad y ritmo de vida insaciable, que ni siquiera el propio Kakfa hubiera podido imaginar, son la fórmula perfecta para lograrlo. 

Hoy, hemos perdido mucho la fe en aquel discurso idealista de Martin Luther King que decía: “Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía plantaría un árbol”. El realismo trágico de Kafka cuando dijo con terrible certeza aquello de que, “a partir de cierto punto en adelante no hay retorno”, a lo que yo agregaría que es ese, precisamente, el punto que hemos alcanzado. Somos el árbol que nació torcido..

@marcosduran

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