8 mil millones de personas, una reflexión sobre el Día Mundial de la Población
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El Día Mundial de la Población se celebró por primera vez el 11 de julio de 1990, y tiene tras de sí una historia interesante. El 11 de julio de 1987 ocurrió y se conmemoró el Five Million Day (el día de los 5 mil millones), un hito poblacional predicho con exactitud antes de que ocurriera. Como es de suponerse, fue el día en que la población mundial superó los 5 mil millones de habitantes. A raíz de esto, el entonces Consejo de Administración del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo adoptó el Día Mundial de la Población en 1989, evento que se mantuvo como día internacional gracias a una resolución de la Organización de las Naciones Unidas, este por su parte se celebró por primera vez en el año de 1990.
Es importante conocer que la población mundial tardó unos cientos de miles de años en alcanzar los mil millones de seres humanos, pero sólo 200 años fueron necesarios para que esa cifra se multiplicara por siete en el año 2011. En la actualidad, el Fondo de Población de la ONU lidera una campaña denominada #OchoMilMillonesMásFuertes y es porque precisamente para el 15 de noviembre de este año 2023 se espera otro gran hito poblacional. Se prevé que para tal día la población del mundo supere, claro está, los 8 mil millones de habitantes.
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Los anteriores datos suenan abrumadores, pero es que aún hay más, pues las estimaciones señalan que para el año 2030 habrá 8 mil 500 millones, para el 2050 serán 9 mil 700 millones y para el 2100 habrá en este planeta casi 11 mil millones de seres humanos. Esto sí que suena abrumador. Pero fuera de conocer las enormes cifras y el potencial crecimiento exponencial, ¿qué nos aporta saber todos estos datos? El Día Mundial de la Población fue creado precisamente para generar conciencia sobre varios temas poblacionales, entre los que se encuentran la importancia de la planificación familiar, la igualdad de género, la pobreza, la salud materna y, por supuesto, los derechos humanos.
Precisamente la campaña #OchoMilMillonesMásFuertes invita a la reflexión presentando ocho tendencias temáticas que hacen alusión a la próxima cifra de población mundial. Estas ocho temáticas son las siguientes: 1) la ralentización del crecimiento, 2) la tendencia de las personas a tener menos hijos, 3) vidas más largas, 4) personas en movimiento (migración), 5) poblaciones envejecidas, 6) las mujeres viven más que los hombres, 7) dos pandemias, y 8) desplazamiento de los centros de población.
Algunas de estas tendencias temáticas pueden parecer muy obvias. Un ejemplo de ello es el hecho de que las personas cada vez tienen menos hijos y cada vez menos personas deciden tener hijos en absoluto; otro es el que existen poblaciones cada vez más envejecidas. Por otro lado, otras tendencias tal vez no forman parte del imaginario general, como el hecho de que los centros poblacionales están cambiando o el hecho de que en menos de cincuenta años nos hemos visto enfrentados a no una, sino dos pandemias. Esa es una particularidad de la cual hablaré más adelante.
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Observar estas tendencias de forma aleatoria provocaría que pudiéramos preguntarnos, si es que cada vez la gente tiene menos hijos o ningún hijo, ¿por qué la población está aumentando en lugar de disminuir? Para esto hay que tener en cuenta otras consideraciones, como el hecho de que la tasa de mortalidad también está bajando, es decir, cada vez las personas viven más tiempo que años atrás, llegando a un promedio de 76 años. Aunado a ello está el hecho de que no todas las regiones del mundo siguen los mismos patrones. Europa es un continente que cada vez más está en números negativos en cuanto a nacimientos. Por otro lado, en el continente asiático actualmente es donde se concentra más de la mitad de la población mundial, cosa que se prevé va a cambiar también en los próximos años. De acuerdo con las tendencias, África es un continente que va en crecimiento y se estima que para 2030 será la región más poblada del mundo, dejando atrás a Asía.
Otro dato interesante se refiere al de la otra pandemia. Creo que no es apresurado afirmar que toda persona que escuche la palabra pandemia pensará de inmediato en la que se desató a raíz del coronavirus. Sin embargo, no son pocas las personas que tardarán en pensar cuál es la otra pandemia y por qué no han oído hablar de ella. Aquellos que caigan en la cuenta de forma inmediata es porque la han vivido, viven o han estudiado sobre ella. Esa pandemia es la del VIH/SIDA, que al igual que la situación de crecimiento poblacional tiene sus matices. No afecta a todas las personas de la misma manera y no afecta a todas las regiones por igual. Poniendo de ejemplo nuevamente a África, este es un continente que históricamente se ha visto azotado y afectado, donde aún una gran parte de las personas que viven con VIH mueren a causa de la enfermedad que desarrollan.
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El Fondo de Población de la ONU reconoce en su página web que la última pandemia llegó a afectar fuertemente a la que podríamos llamar pandemia “no mediática”, al menos ya no ahora. Muchos de los avances para combatir el VIH/SIDA se detuvieron o incluso hubo regresiones en cuestiones de la salud de las personas que viven con el virus. Lamentablemente, esta pandemia sigue cargando consigo estigmas y discriminación muy fuertes, lo cual hace que combatirla no sea una prioridad tan grande para muchos gobiernos, gobiernos que incluso muchas veces no protegen eficazmente de la discriminación a quienes viven con VIH.
Como se puede ver con los ejemplos de los que he hablado, estudiar a la población no sólo significa dar cifras y presentar estimaciones. Estudiar a la población significa también entender cómo se comporta, por qué los grupos macro de personas hacen lo que hacen o viven como viven. ¿Esto para qué? Principalmente para encontrar soluciones a problemas comunes. Ejemplifiqué dos problemas importantes, pero existen muchos más que son fáciles de identificar, como el problema de la vivienda, el agua, los servicios de salud, las oportunidades laborales, educativas, etcétera.
Como conclusión, considero que encontrar soluciones a estos problemas comunes significa poner al ser humano como centro de las discusiones. Es entender que a pesar de que somos miles de millones poblando la Tierra, las necesidades de cada uno de nosotros y nosotras son valiosas sin importar características físicas, mentales y/o ideológicas. Es entender, si nos llamamos creyentes de los derechos humanos, que vale la pena procurar el bienestar pleno ya sea de una o de 8 mil millones de personas.
El autor es investigador del Centro de Estudios Constitucionales Comparados de la Academia Interamericana de Derechos Humanos
Este texto es parte del proyecto de Derechos Humanos de VANGUARDIA y la Academia IDH