La huelga automotriz en EU, ¿qué está en juego?

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Los procesos de huelga, en la industria principalmente, son el resultado de un fracaso en la negociación.
El proemio de este instrumento de presión sindical se deriva de un rompimiento del diálogo y sus consecuencias son trascendentales para la relación futura entre empresas, sindicatos y sus trabajadores.
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Pero también pueden nacer de un descontento interno entre los miembros del sindicato o, como en el caso de la huelga de UAW en Estados Unidos, un posicionamiento del nuevo líder ungido a fin de una demostración de poder, decimos en México: una caladita.
Así por ejemplo el líder sindical de UAW (United Auto Workers), Shawn Fain, exige un aumento de sueldo del 36 por ciento en los próximos cuatro años para los trabajadores del sector automotriz por lo que hace a las firmas: Stellantis, Ford y GM.
La huelga iniciada el viernes en los tres principales fabricantes de automóviles de Estados Unidos podría “amplificarse” si las empresas rechazan hacer mejores ofertas salariales, advirtió el presidente del sindicato de trabajadores del sector, Shawn Fain. El líder de United Auto Workers (UAW) exige un aumento de sueldo del 36 por ciento en los próximos cuatro años.
Este líder advenedizo surgió de una elección atípica, ya que no era el candidato del oficialismo y sí de los miembros inconformes del sindicato que fueron haciendo masa mayoritaria. Por ende, su papel en esta primera negociación será evidentemente basada en el cumplimiento de las promesas de campaña y ese es el elemento riesgoso.
Máxime que, en una entrevista para una cadena televisiva, Fain menciono que General Motors, Ford y Stellantis (la ex-Chrysler) “no tienen excusas” para no resolver los conflictos salariales dados sus enormes beneficios de los últimos años. “Nos han olvidado durante décadas”, planteó el líder sindical y explicó que los trabajadores a los que representan están “hartos”.
Stellantis había subido su oferta inicial del 14.5 al 21 por ciento con el respectivo reclamo de los otros dos grandes, sin embargo, ni así se pudo detener la huelga.
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Hasta este día, de los 400 mil miembros activos solamente 13 mil de ellos están en huelga en tres plantas: una de General Motors en Wentzville (Missouri), otra de Stellantis en Toledo (Ohio) y una filial de Ford en Wayne (Michigan).
Las repercusiones de este movimiento para nuestro país en la industria nacional de autopartes significarán 306 mil 849 dólares diarios de pérdidas en ventas, distribuidos en prácticamente todo el país, y eso que muy bajo porcentaje de autoparteras venden sus productos directamente a las armadoras en Estados Unidos, ya que la mayor parte de la producción llega a las armadoras locales o pertenecen a otras marcas automotrices que no tienen relación con UAW o no les ha vencido su contrato colectivo aún.
Otra repercusión directa será en el bolsillo de los trabajadores, ya que la mayoría de las empresas descritas arriba estarán programando paros técnicos que implicarán negociaciones sindicales locales que partirán del 50 al 70 por ciento de los salarios porque normalmente se incluye el 100 por ciento de los beneficios en especie como: premios de asistencia y despensa semanal.
UAW ha manifestado en las pláticas los siguientes puntos: 1) Que el sector obrero ha perdido poder adquisitivo en los últimos 16 años; 2) La utilidad para armadoras ha sido de 250 billones de dólares en la última década (sólo este año, 21 billones de dólares en el primer semestre; 3) Que las armadoras incrementaron los precios de vehículos en 30 por ciento y el salario sólo ha aumentado 6 por ciento contra una inflación del 19 por ciento y, la más contundente, el labor cost vigente es de 5 por ciento; por lo que las armadoras podrían pagar el doble de lo que se ofrece al momento.
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Se debe considerar que para las firmas europeas y asiáticas este será un momento de crecimiento y de posicionamiento de modelos que compiten, como sucederá de seguro con la camioneta Tacoma de Toyota.
Para nuestro país un punto de efervescencia podría surgir entre las coaliciones sindicales radicales y los sindicatos tradicionales al momento de la firma de convenios de paro técnico y, por qué no decirlo, también en las expectativas de revisión salarial del 2024, un año de por sí complicado y electoral.
Esperemos que los límites de la concordia y de la defensa de los intereses de gremio sean lo suficientemente maduros para ese entonces, entre tanto se tendrá que ir apechugando en esta huelga sin sentido. Y como diría Tarzán: Kreegah bundolo (cuidado, mata).