¿A quién pretende servir Román Cepeda como alcalde de Torreón?
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Las intenciones políticas, que pudiera tener todavía, déjelas a un lado. Ahí se necesita una persona que haga las cosas con sensatez e inteligencia política
Con la presente entrega he publicado alrededor de cinco columnas en donde me he referido al alcalde de Torreón, Román Cepeda, mostrando una serie de anomalías cometidas bajo el amparo de su administración pública. Sin que hasta el momento, el alcalde haya tratado de corregir algunas irregularidades que le han señalado dependencias revisoras, federal y estatal, consideradas como desviaciones de carácter económico, que al parecer no ha solventado y, por lo tanto, sin que se le apliquen las sanciones que correspondan.
Con todo lo desvergonzante que ha resultado esa situación –la cual, supongo, obedece a su afán por conservar una capacidad económica ilegítima que le asegure un futuro cómodo–, también ha evidenciado un desarrollo cerebral que ha ido disminuyendo su eficacia con relación a la solución de problemas sociales, los cuales contribuyen a que la ciudad se vaya atrasando. Esa actitud parece una forma de venganza por no haber sido designado por su partido al puesto de gobernador, situación que no ha podido superar, conduciéndose con criterios desatinados que lo han ido arrastrando torpemente en el manejo de la presidencia.
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Considero que la autoridad correspondiente en dilucidar el acontecimiento se encuentra en medio de una tregua, que siempre es indispensable como agente equilibrador cuando los conflictos se agudizan. Sin embargo, me parece que va llegando el tiempo para actuar en el sentido de solucionar la situación, ya que la respuesta a su desequilibrada y sucia administración se espera que pronto sea definida.
Ese municipio, Torreón, lo ha sumergido en arenas movedizas, porque cada vez que trata el alcalde de resurgir para ofrecer opiniones, lo hace en forma desarticulada, rociada de mentiras que lo hacen caminar al tanteo, es decir, con un débil punto visual que empeora las cosas, lo que hace que se conduzca en forma inconexa y no cumpla con un programa bien estructurado relativo a las obras sociales, aunque estas sean raquíticas.
Adicional a las sanciones que se le podrían aplicar por las supuestas desviaciones al erario, consideramos que ya deben esclarecerse los hechos –a menos que el tiempo impida su consecución por razones políticas–, con el fin de que ya no permanezca como alcalde, pues cada día que pasa se va deteriorando más la institución.
El sustituto deberá llegar con una escoba gigantesca, limpiando la casa inundada de sustancias fecales, junto con la ralea de cómplices que deberán ser sancionados si han incurrido en delito. Ellos también han tomado malas decisiones, producto de su empirismo –que les conviene–, y queriendo elevar al alcalde como un reyecito que ha conducido a un absolutismo reducido. Por desgracia, ese modelo ha llevado a su ciudad por caminos sinuosos, cuya recuperación tardará años en retomar la vía de una verdadera ciudad, con su importancia, y dejar atrás el estado de insipidez que la lacera, pues su conducción ha ido dando tumbos con su mal gobierno, llevándolo a un estancamiento. En fin, es lo que hay.
Señor Cepeda: por pequeña que tenga la cabeza, debe darse cuenta de que los torreonenses siempre han demostrado ser personas de resultados, de empuje y, por lo tanto, están en su derecho de exigir la reciprocidad por parte de los entes públicos. Por ello, que no le extrañe que, aunque sea en forma silenciosa, acepten que el alcalde ha llevado mal las riendas de su municipio y que se pueda prescindir de sus servicios. Las intenciones políticas, que pudiera tener todavía, déjelas a un lado. Ahí se necesita una persona que haga las cosas con sensatez e inteligencia política.
Es conveniente que se muestre la potencia de un poder fáctico, como la iniciativa privada, que sin que se llegue a enfrentamientos pueda evidenciar su fuerza, que no sólo trabajen por sus agremiados, sino que también coadyuven con el progreso de esa importante ciudad, dispersando los beneficios para la ciudadanía y las futuras generaciones.
Se lo digo EN SERIO.