Acuíferos: ¿están en riesgo por el uso de fertilizantes?
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La calidad del agua de los acuíferos de la región es una variable vital. Su contaminación es algo que debemos evitar y, en su caso, revertir, so pena de pagar costos muy altos
La disponibilidad de agua para consumo humano, de acuerdo con las normas técnicas para su uso, puede verse afectada no solamente por la sobreexplotación de los acuíferos, sino también por la contaminación de estos. Vigilar que ello no ocurra forma parte de las obligaciones de las autoridades responsables de su administración.
En regiones como la nuestra, donde las fuentes de agua son casi exclusivamente subterráneas, lo anterior es particularmente importante y debe ser objeto de una vigilancia estricta. De otra forma, corremos el riesgo de ir acotando de forma peligrosa el líquido disponible.
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El comentario viene al caso a propósito del reporte que publicamos en esta edición, relativo al hecho de que el acuífero Región Manzanera Zapalinamé reporta siete puntos en los cuales las concentraciones de nitratos se ubican por encima de lo recomendable.
Los citados compuestos, que son derivados del nitrógeno y resultan altamente benéficos para la agricultura, son perjudiciales para el ser humano y por ello es importante vigilar que sus concentraciones en los acuíferos no rebasen los niveles máximos permisibles.
De acuerdo con estudios realizados por la Comisión Nacional del Agua (Conagua), al sureste del Valle de Huachichil; en el Valle Chapultepec; al sureste y norte del Valle de San Antonio de las Alazanas; al poniente del Valle Jamé; en el Cañón de Los Lirios y en el Cañón La Carbonera se han detectado niveles de nitratos por encima de los 10 miligramos por litro, que es el límite recomendable para el agua de consumo humano.
La alta concentración de estos compuestos se produce por la utilización de fertilizantes en las zonas de cultivo, así como por el vertido de aguas residuales y excrementos animales en zonas de ganadería intensiva. En el caso de la zona de este acuífero, la hipótesis más probable apunta al uso de fertilizantes para actividades agrícolas.
Detectar el problema es, como ocurre con cualquier fenómeno de este tipo, el punto inicial de una serie de decisiones que es preciso adoptar para contener y revertir la situación. Lo que no debería ocurrir es que, ante la detección del hecho, permanezcamos impasibles.
Y es que los estudios periódicos sobre la calidad del agua en los acuíferos no pueden ser un despropósito. Y esto es así porque el contenido de sustancias químicas en el agua es importante y justamente por ello es que se analiza y los resultados son socializados.
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Lo que cabría esperar es que, frente a los datos técnicos puntuales, quienes deben actuar lo hagan. Y por actuar debemos entender necesariamente el definir las acciones que deben realizarse para que la situación no siga empeorando, porque ello implica un riesgo de salud pública.
Las autoridades de los tres órdenes de gobierno tendrían entonces que definir e implementar las medidas remediales que eviten el aumento de la contaminación en el acuífero citado y con ello impedir consecuencias peores.