Acuíferos transfronterizos, otra arista de la vecindad
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Un total de 72 acuíferos se encuentran en el subsuelo que comparten Estados Unidos y México. La existencia de estas reservas de agua implican una responsabilidad común
“No estamos ajenos nadie en el país, ni en Estados Unidos, de que nos ocurra lo que a Nuevo León. Lo único que puede hacer la diferencia es el nivel de planeación, estrategia y adaptación –que no tenemos– para atender este tipo de nueva normalidad, que es la situación permanente de aridez”
La afirmación anterior fue realizada por la especialista saltillense Rosario Sánchez Flores, quien forma parte del equipo del Instituto de Recursos Hídricos de Texas, la Universidad Texas A&M, que realizó el primer mapa de acuíferos transfronterizos entre México y Estados Unidos.
De acuerdo con el equipo de expertos, ambos países comparten 72 acuíferos que se encuentran distribuidos en una superficie de más de 300 mil kilómetros cuadrados a ambos lados de la línea fronteriza. Media docena de esos acuíferos se encuentran en el subsuelo de Coahuila y Texas.
Se trata, para decirlo de manera más clara, de 72 reservas de líquido que pueden ser extraídos por cualquiera de las dos naciones y sobre las cuales no existen regulaciones pactadas que impidan a los gobiernos –locales o federales– de ambos países tomar ventaja sobre estas.
El mapeo de tales recursos, ¿implica la necesidad de apresurarse a sacar la mayor ventaja posible antes de que se agoten, o la obligación de pactar su explotación responsable? Tengamos en cuenta que se trata de un aspecto sobre el que no existen reglas escritas.
Por ello mismo, antes de plantearse la “mejor forma” de explotar tales recursos, los gobiernos de ambos lados de la frontera tendrían que escuchar la voz de quienes, desde la perspectiva científica, advierten sobre la necesidad de asumir las lecciones que la realidad nos está dando.
“Ya no podemos depender del medio ambiente. El mensaje es claro: la naturaleza dice con nosotros no cuentes. Implica que tenemos que trabajar con lo que tenemos, con el agua que tenemos”, ha dicho al respecto Rosario Sánchez, quien desaconseja poner en práctica cualquier estrategia que implique la perforación masiva de pozos.
Por el contrario, agregó, el enfoque correcto tiene que ver con la conservación, el rehuso y el tratamiento del agua, además de realizar ajustes al marco regulatorio con el propósito de garantizar que el agua disponible sea suficiente para todas las necesidades de las poblaciones que se ubican en la región fronteriza, que es una en la cual la aridez llegó para quedarse.
En este sentido, el mapeo de los acuíferos transfronterizos entre México y Estados Unidos no puede considerarse un “descubrimiento” que permite pensar en seguir creciendo de forma ilimitada, sino que debe ser considerado un llamado a privilegiar la planeación y la administración racional del agua disponible si queremos ver con optimismo el futuro.
Los recursos hídricos subterráneos también representan una oportunidad para desarrollar estrategias bilaterales que, además de garantizar el uso racional del agua, nos acerquen más al hacer evidente que las fronteras políticas son sólo un convencionalismo humano que la naturaleza no tiene en cuenta porque es irrelevante.