Agenda saturada (5)

Opinión
/ 14 febrero 2022
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Muy complicado vivir. Muy complicada la cosa. Tan complicada, que uno ya no entiende la lógica de los acontecimientos, si es que hay que buscarle y luego explicar esa “lógica” de los hechos y acontecimientos que nos tienen de rodillas y en constante oración. Como decían nuestros padres: vive uno con el rosario en la mano y el amén en los labios. Agenda saturada de temas y todo, todo muy complicado.

Gracias por leerme. Los textos aquí publicados con las diversas aristas y temáticas aquí dispuestas, me han valido muchos comentarios y de todo tipo. Agradezco como siempre la interacción con usted. Un tema aquí tocado es mi desventura o desesperanza al hablar de eso llamado “milagros” los cuales se le piden e imploran a Dios en los momentos de tribulación. Fue el texto aquí expuesto deletreado “Magia y milagros”. Recibí hartas apostillas las cuales son su opinión y lo respeto. De nuevo lo repito: no quiero convencer a nadie. Cada quien tome sus decisiones en momentos tan difíciles como esta época de peste oriental la cual al parecer, nunca se va a ir del todo.

¿Creo en Dios? Sí. Absolutamente sí. Con fe rota y cuestionándolo todo, pero creo. ¿Creo en los milagros? Sí, no los milagros ciegos y “divinos”, sino los milagros los cuales los provocan los vecinos, el prójimo, el próximo a nosotros el cual nos ama y nos ayuda en momentos de tribulación. Charles Baudelaire murió a los 46 años de edad: sifilítico, afásico y maldito. Uno de los tres poetas malditos franceses por antonomasia, sobre los cuales está construida la modernidad literaria.

Maldito y todo, pero exploró como nadie a ese inasible Dios. En sus “Diarios íntimos” dejó las siguientes letras: “Se puede ser inteligente y buscar en Dios el cómplice y el amigo que falta siempre. Dios es el eterno confidente en esta tragedia donde cada uno es el héroe”. Le creo al poeta el cual mojó su pluma y sus deseos carnales, en todas las tabernas, en todos los placeres, en todas las mujeres, en todos los hombres...

¿Si usted en una gran oración le pide a Dios padre que termine de un tajo con esta pandemia y el gran maestro no le hace caso y no lo cumple. Es culpa de él o de su corta oración y su pequeña fe?, ¿de quién es la culpa?, ¿puede la oración cambiar las cosas terrenas? Si usted escudriña las Escrituras, la Biblia, todo, todo se puede con el poder de la oración. Uno de tantos ejemplos es el de Elías. Cuando oró fervientemente para que no lloviese, pues no llovió por 3 años y seis meses. Luego oró y entonces la lluvia llegó y “la tierra produjo fruto”. (1ª Pedro. 5: 17-19).

¿Entonces por qué hoy, casi todo el mundo ora y pide y reza con fervor para que esta maldita pandemia termine y entonces por qué la muy desgraciada no se asusta y se repliega?, ¿si usted ora con todo fervor y pasión, puede hacer que Dios cambie de parecer en una de sus decisiones ya tomadas? Pregunta clave antes esbozada: ¿Puede la oración cambiar las cosas? Se lo dejo de tarea lector. Creo usted sabe de mi respuesta personal.

ESQUINA-BAJAN

Punto uno: la pandemia de COVID-19, provocaría en la región latinoamericana una década perdida en materia económica. Es decir, no vivir, sino sobrevivir. Así lo acaba de esbozar Marisol Argueta de Barillas, Directora para América Latina del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés). Dijo hay que atender los problemas geopolíticos, sociales, económicos, ambientales y de conectividad. Las noticias de este paraíso llamado México, según López Obrador, son las siguientes: Enero cerró con precios un 11.8% en la canasta básica. Así de simple y complicado.

Punto dos: la realidad siempre le va a “copiar” o calcar lo que los humanos diseñamos, inventamos en ficciones y dejamos por escrito en versos. Creo en la palabra. Por eso soy poeta. A eso me dedico. No sé hacer otra cosa más en mi inútil vida. Sólo me dedico a leer y escribir. Hago algo muy pretencioso lo cual de vez en cuando aquí lo presumo: pienso. Luego existo. Pienso y tengo ideas. No sé si malas, buenas o regulares. Pero tengo ideas casi diario. Ahora, al parecer, ya no es necesario tener ideas, ni leer, ni escribir, ni arrastrar lápiz, ni nada de eso considerado primitivo.

Punto tres: ¿para qué de lo anterior si hay Internet?, ¿para qué tener ideas y saber leer y escribir si va a haber eso llamado “metaverso”? Mark Zuckerberg lo ha gritado en sus plataformas digitales, que es equivalente a gritarlo en todo el mundo vía el viento cibernético: a mediados de este 2022, llega el “metaverso”: una experiencia inmersiva y multi-sensorial en el uso aplicado de los dispositivos y desarrollos tecnológicos. Es decir, “apendejamiento” total y asfixiante. El metaverso está tomado de la novela “Snow Crash”, de Neal Stephenson. No hay evolución, sino involución.

Punto cuatro: la involución ya es un hecho y no hay marcha atrás. Justo cuando estaba dando la última corrección a estas letras, por fin Saltillo se pareció a Saltillo. Por dos o tres días, Saltillo se imitó a sí mismo en sus mejores y galanos días de invierno. Llegó una tormenta invernal y fueron días de frío, hielo y ventisca la cual al menos en lo particular, me hacía mucha falta para escribir poesía. Una noticia (4 de febrero) me perturbó harto: en una colonia de la periferia llamada “La Gloria”, niños y adolescentes al acabárseles la madera y troncos de leña seca con la cual tenían avivado un fuego para calentarse, optaron por quemar... sus cuadernos escolares.

LETRAS MINÚSCULAS

Hoy queman sus libretas. Mañana van a quemar libros. Pasado mañana quemarán humanos. La historia para desgracia de todos, es cíclica. Esto ya se jodió.

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