De acuerdo con el Informe de Avance de Gestión Financiera al segundo trimestre del 2024, elaborado por la Auditoría Superior del Estado (ASE), los principales municipios de Coahuila registraron una disminución en la proporción de su presupuesto destinado al pago de salarios y prestaciones de empleados, lo cual repercutió en un mayor gasto en obra pública.
De acuerdo con el documento de la ASE, Saltillo, Torreón, Monclova, Piedras Negras y Acuña, los cinco municipios más importantes, por volumen poblacional, registraron disminuciones de entre uno y ocho puntos porcentuales en su gasto en nómina durante el segundo trimestre de 2024.
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No en todos los casos ocurrió así, y como ejemplo se encuentra el municipio de Ramos Arizpe, demarcación en la cual creció un punto porcentual −en relación con el presupuesto total− el gasto en servicios personales.
A primera vista parece que el comportamiento de las finanzas municipales, en los casos señalados, constituye un ejemplo relevante de buenas prácticas financieras y no quedaría más que felicitar a los equipos administrativos por lo hecho en este rubro.
Convendría, sin embargo, ahondar en los datos y revisar información desagregada para tener más claro la génesis de estos resultados y comparar en el tiempo, para determinar si solamente se trata de comportamientos estacionales o estamos ante el resultado de políticas públicas orientadas a convertir al gobierno municipal en un ente más eficiente.
El análisis detallado de la información debería llevar, en términos de lo deseable, al establecimiento de parámetros duros que nos permitan analizar el comportamiento de las finanzas públicas de manera menos superficial.
En el caso específico de la variable que se analiza, convendría contar con un parámetro de referencia que responda a la pregunta siguiente: ¿Cuál es el rango del presupuesto total de un municipio en el cual debe encontrarse el gasto en salarios y prestaciones?
Para ejemplificar con los datos proporcionados por la ASE, si Saltillo redujo su gasto en nómina del 22 al 19 por ciento de su presupuesto total, ¿ha alcanzado ya la meta y se ubica en los parámetros deseables o, por el contrario, debe realizar todavía un esfuerzo mayor?
Las cifras gruesas son importantes, desde luego, sobre todo cuando se define la cantidad de recursos que dejaron de usarse en el pago de salarios y se destinaron a obra pública. Sin embargo, hace falta un análisis mucho más detallado para saber si estamos ante esfuerzos sobresalientes o, como suele ocurrir, apenas se trata de lo mínimo posible.
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En general, el esfuerzo de análisis del gasto público tiene que estar orientado, siempre, no sólo a garantizar que los gobernantes cumplan con la obligación que tienen de rendir cuentas, sino también a identificar las áreas de oportunidad que existen y deben ser aprovechadas por quienes tienen a su cargo la administración de los recursos colectivos.
Se ha presentado, al menos en principio, un buen resultado. La pregunta obligada, sin embargo, es si es todo lo bueno que podría ser.