Les platico:
Salvo honrosas y muy contadas excepciones, el sampetrino común y corriente es más hiperlactante que un becerro recién nacido.
¿Botones de muestra? ¡Arre!
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A manera de prólogo, va este dato que obtuve de la División Golfo Norte de la CFE: el municipio de todo México donde más “diablitos” hay para robarse la energía eléctrica es.... San Pedro Garza García, Nuevo León, y las zonas donde más se dan estos son las residenciales no las pobres, que también las hay en el poblado más acaudalado de América Latina.
El sampetrino aborregado dice que va a votar por Mauricio Fernández. Ni lo conoce ni sabe de él, pero es chic decirlo en la víspera de las próximas elecciones.
Renta casa en las faldas de la Loma Larga, en el meritito límite de San Pedro con Monterrey, y peleó a arañazos y mordidas ser presidente de una colonia donde apenas viven once familias. ¿Verdad, Arturo Soto? Y con las cuotas de los vecinos se mandó a hacer camisas con su nombre y el de la colonia bordados a la altura de la tetilla.
Suelta en la mesa del café con sus amigos −así, como no queriendo la cosa− un comprobante de la caseta de peaje al aeropuerto, para que vean que él no se rebaja a irse por la de Apodaca, la del infeliciaje. Qué esperanzas.
Las casadas ya no se ponen “de Garza” como complemento a su apellido. Ahora usan la rayita al american style: Petronila Perusquía-Hernández.
Apenas se divorcian y cambian su estatus en Facebook para que su audiencia se entere de que ahora es soltero.
Se llama Francisco y se pone “Frank”. En los dos casos, verdad que sí, Frank Salazar?
Tiene casi 50 años y se expresa como adolescente espinillento: “cachi cholo ombe...”, verdad, frank adventure man?
Al llegar al mostrador de la aerolínea, cuando la asistente le pide su pasaporte, el sampetrino responde: “¿cuáááál? El español, el de EU o el mexicano?”. Obvio, todo esto lo dice en tono estentóreo para que el mundo se entere de su multinacionalidad.
Para que todos sepan que son viajeros frecuentes, ignoran a los sobrecargos cuando éstos dan las instrucciones previas al despegue.
Usa la mamoncísima frase “del mundo mundial”. (Pocas cosas me caen más gordo que eso).
Cuando va por carretera a San Antonio, Texas, frena su auto al pasar por el Aeropuerto del Norte y manda la ubicación a sus contactos diciendo que está saliendo a SAT en un vuelo privado. Obvio, también la sube a sus redes.
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Se toma selfies a granel y a destajo frente al espejo, asegurándose de que se distinga el cel que a duras penas paga en abonos a Elektra o Coppel.
Visten a su personal de servicio doméstico con uniformes castrenses y con cofia de olanes holandeses.
Comen caviar de beluga y pistaches horneados, mientras atascan de proteínas de corral a su personal de servicio.
En sus casas hay dos menús: uno para los patrones y otro para quienes les sirven. Incluso hay dos alacenas, una de ellas dotada con cerradura de combinación y no es la de las proteínas de corral.
Dona, qué bueno, es medio mecenas, qué bueno, pero promulga urbi et orbe su generosidad, quitándole así a la filantropía su máximo atributo: el anonimato.
Cometen una infracción de tránsito y apenas los alcanza el oficial piden clemencia invocando a su parentela en el poder. Un día suspendieron a cierto policía que se atrevió a replicarle a un sampetrino infractor: “pues no que mucha lana, cabrón”?
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Cajón de sastre:
Por esta y muchas otras razones, San Pedro padece como alcalde a Miguel Treviño-de Hoyos, y si los sampetrinos siguen haciendo de ese municipio el cínico ejido que hoy es, son capaces de elegir como alcalde a una peor.
Agradezco a mis queridos lectores el favor de su presencia en esta columna, de las pocas en México que se publicó los 365 días de este vapuleado 2023, que hoy nos dice adiós.
¡Bienvenido sea el bisiesto 2024!
Para mi amiga Vero Maiz-Lancaster, gracias a quien hace muchísimo tiempo no me reía tanto, por sus ingeniosas ocurrencias.
Además, tiene un estilo de escribir más filoso que un cuchillo de carnicero. ¿Verdad, Lorenia?