Amar a Saltillo
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Suena bien. ¿Pero cómo mostrar el amor por el lugar en el que hemos nacido y vivido toda la vida? No es mi caso porque no nací aquí, pero tengo décadas de disfrutar la vida en esta ciudad en la que he encontrado bienestar, educación y buenos empleos para vivir una vida digna y también buenos amigos y la posibilidad de ofrecer mis servicios en el sector educativo y en la prensa escrita y digital.
Mas, hay que confesar que vivimos en una realidad mundial, estatal y citadina que condiciona en muchos aspectos la aparente sencillez del “amor a Saltillo” celebrando el aniversario de su fundación. En efecto, el pasado nos ata, en alguna medida estamos supeditados por él. Sabemos que el presente tiene sus bemoles y el futuro parece que saliera de nuestro control, pero, ¿de quién o de qué depende el bienestar y el avance en el desarrollo socioeconómico y cultural? Es una cuestión casi imposible de responder porque son elementos multidimensionales, no obstante, hay parámetros que en alguna medida permiten visualizar el rumbo que tomará un futuro inmediato y las ataduras que lo detienen.
“Elegimos” gobiernos, y lo entrecomillo porque en 93 años sólo ha habido 3 gobiernos municipales de oposición, el PAN ganó la alcaldía de Saltillo en tres elecciones, dos en el decenio de los 90 del siglo pasado y una en el 2014-2017, de manera que la alternancia electoral ha ocurrido casi “casualmente”, porque la compra y la inducción del voto por parte de los gobiernos priistas ha sido bastante eficaz, muy bien organizada, sobre todo en los sectores populares de la ciudad.
Habría que puntualizar que el amor a nuestra ciudad se hace visible en actos concretos, en primer lugar, cuidar el agua en cuanto que es un recurso público, mantenerla apta para el consumo humano es la prioridad, pero también limpiar las aguas residuales para darles reuso e igual, promover intensamente la cultura del cuidado de este elemento, esa es obligación de las autoridades municipales y estatales cuestión en la alegremente son omisos.
Mantener las áreas urbanas limpias, libres de basura, aquí los arroyos y sus límites están repletos de basura y son fuentes de contaminación por las aguas negras que conducen. Mantener políticas públicas que resguarden la seguridad vehicular y promover la cultura automotriz a fin de evitar accidentes y prevenir la pérdida de vidas humanas y por supuesto dar mantenimiento a las vías públicas. Promover la reforestación de las plazas públicas y que el mantenimiento de la flora en ellas sea obligación de las autoridades municipales como lo señalan las leyes y no de los habitantes vecinales que en general no cuentan con los medios adecuados para su cuidado.
Promover una movilidad urbana sustentable diversificando los medios de transporte público, pero aquí los concesionarios mandan. Celebrar a Saltillo es necesario, pero es preciso hacerlo corrigiendo lo que no funciona o lo que marcha mal, suscitar y promover la responsabilidad ciudadana dándole voz es urgente.
El discurso de las autoridades municipales y estatales es nimio, construir: “un mejor Saltillo”. ¿Y por qué la inversión pública se ha detenido durante más de una década afectando a los municipios?, ¿por qué los gobernadores del siglo 21 endeudaron a Coahuila de manera que las aportaciones federales y nuestros impuestos al Estado son destinados en su mayoría al pago de los intereses de la megadeuda que asciende a 43 mil millones de pesos de los cuales, cada coahuilense debe cerca o más de 11 mil pesos?, ahí está comprometida la seguridad económica de las futuras generaciones.
Así que la demagogia no da para más, palabras huecas, del dicho, al hecho...