Le regalaron el 73 por ciento de los diputados. Ya tiene el 65 por ciento de los senadores. Obtuvo el 57 por ciento de los votos, que representan al 35 por ciento de la población adulta del país. Una minoría.
Según las encuestas, la reforma judicial la entiende menos de la mitad del país. Una minoría. Y con eso, el Presidente y su sucesora van a cambiar la Constitución.
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En las encuestas que se han hecho públicas sobre la elección popular de los jueces y ministros se muestra que las preferencias cambian dramáticamente según el fraseo de la pregunta:
Si se le pregunta a la gente si prefiere que los ministros de la Suprema Corte sean electos por votación del pueblo de México o por la Cámara de Senadores, gana abrumadoramente 75-25 que los elija el pueblo (encuesta de Morena, Enkoll y De las Heras). Pero si se hace la pregunta de una manera diferente, como lo hizo el periódico El Financiero, resulta que el 41 por ciento está en contra de la elección por voto popular y 39 por ciento a favor. Ahí, el Presidente y su sucesora están en la minoría.
Haga usted un ejercicio informal: salga a la calle y pregunte a ciudadanos que hayan votado por Morena, si le pueden explicar la reforma judicial; luego pregúnteles si están a favor de la reforma judicial aunque esto implique que el dólar suba a 20 y México se pelee con Estados Unidos; pregúnteles si están de acuerdo en que los jueces se elijan por tómbola; y cierre preguntándoles si prefiere que los jueces sean los más preparados o sean los que hagan campaña y ganen una elección. Y a ver qué le dicen.
Es una trampa este discurso del Presidente y los suyos sobre que el voto de la gente en junio demuestra que quieren estos cambios. Cuando preguntan en sus mítines de campaña, nunca explican a los asistentes las particularidades de la reforma y mucho menos las implicaciones que podría tener. Sólo les piden, en medio de la agitada arenga política, que levanten la mano y contesten que sí apoyan su reforma.
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El apoyo a la reforma judicial entre el pueblo mexicano no llega al 66 por ciento, la cifra mágica que se necesita en el Congreso para reformar la Constitución. No parece ser siquiera una posición mayoritaria. Es, cuando mejor, un impulso de una minoría, robusta, pero minoría al fin.
En realidad, es el capricho autoritario de un Presidente que no quiere dejar el poder y una Presidenta que no quiere tomarlo.
SACIAMORBOS
López Obrador aceptó ayer que dijo que México tiene mejor servicio de salud que Dinamarca sólo para hacer enojar a sus adversarios. Eso lo retrata de cuerpo entero. Lo suyo siempre ha sido la venganza. Si de paso se burla del sufrimiento del pueblo, es lo de menos.