Armando Javier Guerra: Adiós a mi tocayo
Conocí a Armando Javier Guerra en los lejanos tiempos en que él era el Chino Guerra y yo el Flaco Fuentes. Mi tocayo lucía una profusa y ensortijada cabellera –de ahí lo de Chino– que luego dejaría el lugar a una luciente calva de senador romano. Por mi parte, yo era de contextura más que magra. Delgado como un hilo, lejos estaba de mostrar esta barriga de canónigo que ahora llega antes que yo a todas partes y que proclama a los cuatro vientos mi inacabable afición a la gula, último pecado de la carne que los hombres podemos cometer.
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El Chino Guerra destacó desde temprano como incansable y hábil promotor cultural. Por los 20 años andaría de edad cuando hizo que sus amigos escribiéramos cada uno un cuento. Agrupó esos relatos en un volumen al que dio el título de “Todos Juntos”. No sólo consiguió que lo publicara la importante Editorial Novaro, dirigida en aquellos ayeres por Luis Guillermo Piazza, jefe del grupo de intelectuales conocido como “la Mafia”, del cual un jovencísimo Carlos Monsiváis se anunciaba ya como principal factótum. Armando logró también que la portada del libro llevara una ilustración dibujada especialmente para el caso por José Luis Cuevas, entonces el artista de moda en la Ciudad de México. Milagros fueron ésos consumados por mi tocayo gracias a su talento, tesón y extraordinario don de gentes, cualidades que hasta el fin de su vida conservó.
Pienso que a Armando Javier Guerra se le debe considerar el fundador de los cineclubes en Saltillo y Coahuila. El primero que creó, si la memoria no me engaña, funcionó en la Biblioteca Pública “Manuel Múzquiz Blanco”, de la Alameda Zaragoza. Ahí nos dio a ver una de las más antiguas películas que en México se hicieron: “La Banda del Automóvil Gris”. Tiene ese film una característica que no posee ningún otro en el mundo de la cinematografía: la escena del fusilamiento de los delincuentes es real. Se filmó en el lugar mismo en que los bandoleros fueron ejecutados, y luego se añadió a la película.
Después del de Saltillo creó Armando cineclubes similares en Monclova y otras ciudades de Coahuila. Sus inquietudes lo llevaron posteriormente a la Capital de la República, y en seguida a Europa. Cuando regresó hizo labor cultural para la Universidad, el Municipio y el Estado. Trajo incontables artistas de categoría internacional y promovió igualmente a los valores locales. Se le recuerda por su simpatía, su ingenio y sus dotes de gran conversador. Los últimos años de su vida se vieron aquejados por una penosa enfermedad que lo hizo retirarse de la actividad pública y recluirse en su casa. No dejó por eso de tratar a sus múltiples amistades, para lo cual se valía del teléfono. Hace poco menos de un año, en julio de 2023, el alcalde de la ciudad, ingeniero José María Fraustro Siller, le entregó la Presea “Profeta en su Tierra” como reconocimiento a su valiosa labor en bien de la cultura saltillense. Radio Concierto le dedicó su programación de todo ese mes, y junto con el Instituto Municipal de Cultura le ofreció un convivio con presencia de familiares y amigos de Armando. Ese día se mostró tan agradable y cordial como siempre.
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Con el sentido fallecimiento de mi amigo concluye un brillante capítulo en la cultura de Saltillo. Expreso por este medio mi sentimiento de pesar a su familia, pues uno de mis continuos viajes me impidió hacerlo en forma personal. Recordaremos siempre a Armando Javier Guerra por haber enriquecido con su vida y su labor a Saltillo y a Coahuila. Escribió él una de las mejores páginas en la historia cultural de nuestra ciudad y nuestro estado. ¡Hasta luego, tocayo!