Bioindicadores y ciudad: un capital desaprovechado
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Estamos ya en la temporada en que podemos ver la llegada y paso por nuestra ciudad de mariposas, polillas y otros insectos voladores, conocidos científicamente como lepidópteros.
Estos frágiles seres vivos pasan por nuestra ciudad en un impresionante recorrido que forma parte de su naturaleza migratoria. Es una serie de condiciones ambientales la que les indica el momento y dirección de su travesía.
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Hace varios años, cuando laboraba en el Instituto Municipal de Planeación, mi buen amigo y maestro, el Dr. César Cantú Ayala, de la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad Autónoma de Nuevo León me comentó de un proyecto fuera de serie.
Uno de sus estudiantes de posgrado estaba estudiando la relación entre las poblaciones de lepidópteros y el cambio climático. Estaba usando a estos seres como bioindicadores para comprender variaciones climáticas y ambientales a partir de su observación.
Pero el tema no era nuevo. Los años de estudio sobre estos insectos han arrojado valiosa información que va más allá de conocerles mejor. Se ha descubierto una estrecha relación entre su comportamiento y diversos factores de interés para las personas.
Entre estos múltiples factores se encuentran la temperatura, la altitud, la presencia de agentes atmosféricos y la presencia de organismos depredadores. Muchos de estos factores también impactan las dinámicas propias del ser humano.
Desde hace años se practica la observación de ciertos seres vivos para conocer mejor nuestro entorno. Un caso típicamente conocido es la antigua práctica de entrar con un canario a una mina para descartar presencia de gases venenosos.
Si el ave moría por intoxicación o falta de oxígeno, quedaba aún un margen de tiempo para que la persona minera pudiera salir con oportunidad del socavón. Sin contar con elementos tecnológicos avanzados se podía reducir importantemente el riesgo de muerte.
Preguntémonos ahora ¿qué pasaría si pudiésemos comprender mejor las afectaciones de la fluctuación climática a los servicios ambientales? ¿Qué ventajas aportaría tener mejor conocimiento sobre las afectaciones atmosféricas a la salud del entorno?
Es precisamente ante estas preguntas que resulta de enorme conveniencia observar a los lepidópteros, su comportamiento, su vulnerabilidad y su resistencia. Las características particulares de estos seres vivos presentan una amplia gama de posibilidades.
Las distintas especies de lepidópteros son muy sensibles a cambios en el entorno, como contaminación o alteraciones en el hábitat. Esto permite que cambios notorios en sus poblaciones y dinámicas reflejen alteraciones no tan evidentes en los factores ambientales.
Mencionaré algunas características de estos insectos que permiten detectar variaciones en el entorno. Una de estas es su corto ciclo de vida. La tasa de regeneración de sus poblaciones arroja datos importantes sobre la calidad del aire y la variación de la temperatura.
Otra consiste en que distintas especies de lepidópteros están ligadas a plantas o ecosistemas específicos. El notar decrementos anuales en las poblaciones de estos insectos podría indicar pérdida de plantas y reducción del hábitat.
Una muy importante es la facilidad para observarles: Especialmente las mariposas diurnas, que son fáciles de identificar y contar. Esto permite lograr estimaciones más precisas de poblaciones y detectar señales de alerta con cambios importantes en ellas.
Otra más es la notoria respuesta de estos insectos a variaciones climáticas. Su sensibilidad a la temperatura permite determinar grados de afectación ecosistémica derivada de cambios en las temperaturas estacionales.
Una más es que son eficaces indicadores de biodiversidad. La presencia de poblaciones de las distintas especies suele estar vinculada con la diversidad de otros grupos de insectos no fácilmente visibles, lo que ayuda a estimaciones inferenciales.
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Si consideramos que las ciudades generan un gran número de presiones ambientales al entorno natural, así como lo costoso de los equipos de medición para tener claridad en nuestro impacto, la posibilidad de obtener datos de estos insectos es muy valiosa.
El costo de los estudios que permiten la obtención de datos con bioindicadores es bajo en comparación con los medios tradicionales, pero los beneficios pueden ser igualmente importantes y abrir el panorama a nuevas formas de entender el entorno.
Una ciudad que apuesta por nuevas formas de comprender su impacto en el ambiente se perfila a la ruta correcta para un futuro posible.
jruiz@imaginemoscs.org