Block de Notas (10): La inocencia de los suicidas
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El siguiente chiste, chascarrillo o talla (como le decíamos antes, en la antigüedad) es de la autoría de su servidor. Va:
Es domingo, una señora ya enlutada para la ocasión, le dice a su hijo el cual está como toda la juventud universitaria, tirado en el sillón viendo la televisión y atado a su celular en mano.
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–Hijo, vamos a misa, ya es la hora.
A lo cual el joven conectado “full time” a las redes sociales y a Netflix. Le contesta en el segundo y sin apenas voltear a verla: “No mamá, veo la misa por ‘María Visión’”.
La madre le revira en un segundo: “Muy bien hijo, cuando tengas hambre le cambias a MasterChef...”.
Lo anterior y no otra cosa es lo que viene a mi escasa materia gris cuando trato de entender las acciones (un 90 por ciento de ellas) de mi amigo, el bienintencionado director de Jurisprudencia, Alfonso Yáñez Arreola, cuando opta todo este tiempo en el porcentaje anterior para realizar sus actividades, comunicación y planes a implementar en su radio de acción académico y de administración de cultura, servicios y el interactuar con sus alumnos y con toda la comunidad universitaria y sociedad en general; todo en redes, de manera virtual, casi todo y siempre. Poco o nada en el mundo real. Sin resultados, pues.
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El año pasado (agosto del 2022, creo fue el día lunes 8. Si mis notas no me fallan. A mí en lo personal me da harta flojera ver de nuevo el video de lo siguiente...), a invitación expresa de Yáñez Arreola, quien había convocado para la firma de un convenio y respectiva fotografía y en redes sociales el promocional, a su club de amigos de la UAdeC, directores y académicos para anunciar un plan contra el suicidio.
Esa vez el director de Jurisprudencia invitó a sus pares de las escuelas de Psicología, Trabajo Social, Ciencias Sociales, Comunicación, Enfermería y Medicina. Sin duda, el suicido es uno de los temas candentes entre las manos del nuevo gobernador de Coahuila, el “Cowboy Urbano”, Manolo Jiménez. Seis años de indolencia del lagunero secretario de la Morgue Estatal, Roberto Bernal, han catapultado el problema a la estratósfera. E insisto, sigo sin entender por qué Yáñez Arreola utiliza sólo como “estrategia” de comunicación y ofrecer “resultados” las redes sociales, cuando los suicidios no son virtuales, sino reales.
La inocencia de los suicidas es terrible y temible. No lo hacen por cobardía, sino por valentía y sí, lo hacen para dejar de sentir ese aguijón en el alma (de existir), como lo dijo en “Bajo el Volcán” uno de los escritores más atormentados y melancólicos de los cuales han existido a puños en el mundo, el gran Malcolm Lowry. La melancolía, la desdicha, la amargura de sentir todos los días y a toda hora lo mismo (no hay elección), ata. Por lo cual se busca la liberación, la solución: el suicidio. El suicidio entonces (contra lo que puedan pensar los psicólogos que no leen nada) es una solución, no un problema. Solución extrema, voy de acuerdo, pero al final de cuentas, solución para los atiriciados de cuerpo y corazón.
“La muerte está ahí como única realidad”, palabras demoledoras de un Premio Nobel de Literatura, Albert Camus, quien ha explorado el sentimiento y sentido del suicidio en su ensayo portentoso (y también en su narrativa toda) “El mito de Sísifo”. En unas líneas demoledoras y reveladoras, escribe: “El suicidio, como el salto, es la aceptación en su límite. Todo se ha consumado, el hombre vuelve a entrar en su historia esencial.” Es decir, tal vez y sólo tal vez, el suicida sea el hombre más libre del cual tengamos conciencia hoy en día. Dice Camus: “A su manera el suicidio resuelve lo absurdo”.
ESQUINA-BAJAN
Nota uno: Tengo un archivo periodístico grande sobre los suicidios de la región. Para desgracia nuestra, el fenómeno ha avanzado a pasos de gigante y nadie o pocos se dan cuenta de ello. De la esfera y espacio íntimo y privado, los suicidas hoy lo hacen público. ¿Recado póstumo? Pues, puta madre, es eso: nadie los ayuda, nadie los entiende y es una forma colosal y dolorosa de reclamo social. Hoy se cuelgan en lugares públicos: plazas, puentes, iglesias, mercados, barrios. Sí, lo hacen para dejar su huella. Es su recado.
Nota dos: Lea usted, Daniela Estefanía de apenas 18 años de edad (bellísima ella, según su vida privada compartida públicamente en Internet), al parecer por haber reprobado algunos exámenes escolares, entró en franca tristeza (un suicida, señor lector, necesita cualquier pretexto para hacerlo. Son estructuras muy enraizadas en el pensamiento). Al estar sola en su casa, se colgó del respaldo de su cama. Lo dramático de este suicidio es: se colgó con... el cable de los audífonos de su celular o aparato de música reproductor.
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Nota tres: ¿Ya lo advirtió, ya lo vio? Cualquier cosa (un cable, un collar, una cadena, un hilo, una manguera, un cinto) para ellos es una “arma” digna para suicidarse. Y en un minuto, no más. Alcohol más tristezas, fatal combinación: Felipe “N”, de 46 años, se colgó en una cabaña (23 de julio) en Arteaga. Ese mismo día, pero en Piedras Negras, se suicidó por una ruptura amorosa con su pareja, Fernando “N”, de 35 años...
LETRAS MINÚSCULAS
¿Convenios virtuales? Los suicidas son reales y no, no buscan internet. Buscan una soga, cable o tendedero a la mano...