Block de Notas (9): relación entre el calor y la conducta
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Con el calor no se puede pensar. Lo ha espetado con una economía de palabras dignas de elogio el periodista Luis Carlos Plata. El calor mata. Literal. No sólo las neuronas, sino las ganas de vivir y pensar. Arriba de 30 grados Celsius, sólo quedan los placeres de la carne. Quedan las bebidas interminables y el alcohol, los cuerpos sudorosos, el aroma penetrante a sexo, las ropas diminutas de las señoritas y un viento preñado de pasiones malsanas. ¿Entregarse a la lectura dilatada? ¡Ja! ¿A quién le importa?
El personaje, la mujer se llama Jane, forma parte de la novela corta “La Calle de la Guardia Prusiana” de Pere Gimferrer. “(Jane estaba) tendida en la hierba, en el cegador y lóbrego mediodía, las piernas abiertas en crucifixión y la falda verde subida hasta la cintura... se mordía los labios y sus uñas pintadas de rojo oprimían a intervalos regulares las puntas de sus pezones...”. En otra estampa de magnífica prosa y mejor erotismo rayando en la viva pornografía, otro personaje, Mauricio, el cual desea a la bella Beatriz, el demencial soplo del infierno hace que el personaje referido se desnude, vaya al pozo de agua a refrescarse mientras Beatriz lo espera apoyada en el pretil...
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Parte del texto es el siguiente: “El calor que aserraba las chicharras en el emparrado, la quietud del brocal y el pozo cubierto de un musgo verdinoso, secular, donde la caída de una piedra en las mansas aguas del fondo quebraría, tal vez, la imagen del rostro de una doncella ahogada cien años antes....”. La novela corta está ambientada y fue escrita en Mallorca, España, cuando el autor hacía su servicio militar obligatorio en 1969. Sí, meses turbulentos y demoniacos con las ya sobadas olas de calor.
Temperatura y agresión humana: “Cuando hace calor –nos advierte el investigador Guillermo Murray de la UNAM– el cerebro se concentra en regular la temperatura y presión corporal, y produce menos neurotransmisores que regulan las emociones...”. Se piensa menos o nada. Y se agrede violentamente al prójimo. Los literatos siempre han tenido la razón. Por eso Plata disparó certero: con el calor no se puede pensar.
¿No hay a quién agredir? Los humanos van y se suicidan. ¿Motores de la violencia doméstica y urbana en diferentes situaciones? Sí, los videojuegos, la exposición demencial a los medios de comunicación y, claro, el calor. Craig Anderson, de la Universidad de Iowa, ha demostrado mediante sus estudios (más de 30 años documentado esto, ojo) que hay relación, un matrimonio perfecto, entre las temperaturas altas anuales (promedio) y los asaltos más violentos.
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Los científicos sólo confirman con registros pormenorizados, tablas, estadísticas y estudios, la incidencia de estas olas de calor demencial y su influencia en las muertes, suicidios y patrones de conducta, alteración de la psique y carácter en los humanos; sí, lo que los escritores siempre han advertido y dejado en letra redonda. Por algo, los poetas son visionarios. Un ejemplo más y lo añadimos al anterior texto de Pere Gimferrer.
Mi admirado Francis Scott Fitzgerald en su obra cumbre, “El Gran Gatsby”, novela la cual se desarrolla en un verano tórrido en Nueva York (1925), lo advierte y lo deja magistralmente por escrito en repetidas páginas. Su texto es ejemplo de la alteración de patrones y conductas en los humanos por el maldito y agobiante calor, el cual escurre como ácido en el cuerpo. Este calor desemboca en una muerte en la novela que altera la vida de todos los protagonistas...
ESQUINA-BAJAN
El investigador Marshall Burke, de la Universidad de Stanford, revela en sus estudios una clara relación entre los recientes aumentos de temperatura en África y las probabilidades de conflictos armados. Las estimaciones son las siguientes del investigador: para el cercano 2030 aumentarían 54 por ciento los conflictos militares, los cuales producirían más de 393 mil muertos. Este mismo investigador, Mr. Burke, ha encontrado que existe una plena y real relación entre las tasas de suicidios en Estados Unidos y México, en las décadas de 1990 a 2010, y la frecuencia de las altas temperaturas. A eso se le llama la “psicología y demografía del cambio climático”, ciencia que en México ni la hacen aquí en el vecindario.
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Contra el calor infernal y el sol jurado en todo lo alto es imposible guarecerse. Imposible esconderse. Contra el calor soporífero no hay defensa alguna. Y como siempre, es un poeta quien nos deletrea y nos enseña de ello, no un tibio investigador cobrando su dieta mensual, no, es un poeta, el cual trae la verdad en su palabra. Leamos al gran Pablo Neruda:
Después crucé los climas.
Y en el desierto,
Redondo, arriba, sólo,
El sol de fuego
Con sus deslumbradoras
Crines rojas...
¿Qué tienen en común los siguientes autores, todos ellos de primera línea y maestros con la espada flamígera? Joseph Conrad, Franz Kafka, Anton Chéjov, Albert Camus, José Emilio Pacheco, Pablo Neruda, Herman Melville, Honorè de Balzac...
LETRAS MINÚSCULAS
Abominan del sol y el calor.