Block de Notas (12): La depresión, el mal del siglo

Opinión
/ 14 septiembre 2023

Es el mal del siglo 20 y 21. Es una bestia apocalíptica sin brida ni bozal. Es la melancolía, la tristeza, la temida ictericia. Lo que hoy se conoce con un término domesticado, “depresión”. Como si fuese algo climático (parte lo es); como una “depresión tropical”, advierten y dicen los locutores que le previenen del clima mañanero en la televisión.

Pero lo bien cierto es lo siguiente: para los atiriciados de alma y corazón, la emperrada tristeza sólo se cura de una manera posible: suicidándose. Lamentablemente. Es tal y tanta su congoja que no les duelen los músculos, los tendones, los huesos, la linfa, no; les duele eso llamado alma, como bien lo dijo un alcohólico y deprimido como todos nosotros, Malcolm Lowry en su novela “Bajo el Volcán”.

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No pocos comentarios me siguen llegando por dicho tema espinoso. Los suicidios en aumento en México y más en esta asolada Región Sureste de Coahuila. Y vaya, en todo Coahuila. En honor a la verdad, es intrascendente si fui el primer humano con voz pública en este diario (y en otros medios de comunicación) quien empezó a alertar sobre dicha pandemia silenciosa y letal. Pero sí, fui el primero y lo sigo y lo seguiré haciendo por un motivo sencillo: padezco melancolía desde mis años mozos. Aunque ahora, y tengo varios años así (la tristeza jamás se va, sólo se controla), la tengo controlada a la muy perra y maldita. No siempre ha sido así.

Hace apenas días (11 de septiembre pasado) y como siempre, aquí en VANGUARDIA, la avispada reportera Magdalena Guardiola le puso las cifras y los números a los colgados que son legión en el estado: el año pasado (2022), la entidad rebasó la tasa nacional de defunciones por suicidio por cada 100 mil habitantes. A nivel nacional la tasa se ubica en 6.4 suicidios por cada 100 mil habitantes. En Coahuila esta tasa se eleva a 9.2 (datos del Inegi). Y este año y al momento de redactar la presente nota, ya van poco más de 230 muertes autoinfligidas. Y se rompen récords (perdón por escribir lo así, pero es la verdad): hace días, tres de tres mujeres en un día. Así anda el mundo, el “paraíso” en el territorio Tesla.

Se lo he comentado aquí antes: ¿qué tienen en común los siguientes escritores de diferentes latitudes alejados en el tiempo y el espacio, pero acaso más cercanos entre ellos (influencia) de lo que se cree, en una multiplicación de espejos que se bifurcan? ¿Cuál es el común denominador (puede haber varios puntos de contacto, pero para estos fines hay sólo uno por lo pronto) en la siguiente nómina de escritores (monstruos, pues) de la literatura universal?: Julio Cortázar (argentino), Marcel Schwob (francés), Walt Whitman (gringo), Honoré de Balzac (francés), Franz Kafka (checoslovaco), Herman Melville (gringo), Juan Rulfo (mexicano), Albert Camus (argelino y francés), Joseph Roth (ucraniano), Thomas Bernhard (holandés), Francis Scott Fitzgerald (gringo)...

A vuela pluma y para el tenor de este breve ensayo, todos ellos abominan del calor infernal escurriendo como ácido en el cuerpo y frente, reniegan del sol preñado de espanto y cayendo a plomo en los días más altos y sí, todos ellos tienen como átomo cohesionador en sus textos perfectos personajes martirizados por veranos interminables, el sopor de la calle como pesadilla dantesca o, de plano, el asesinato o el suicidio de personajes por la intolerancia y agobio del... calor que asfixia. Con mucho, mucho tiempo en la historia lo han visto claramente los poetas, pero no los psicólogos, los médicos y menos los burócratas de la salud.

ESQUINA-BAJAN

También se lo he dicho un par de veces anteriores: tres intelectuales han escrito al respecto (influencia del calor en el carácter de los humanos y su vinculación en los suicidios y conductas violentas) en sendas investigaciones donde lo demuestran. Es decir, comprueban lo que los escritores y poetas han dejado en letra redonda siempre. Son: Marshall Burke de la Universidad de Stanford, Craig Anderson de la Universidad de Iowa y Guillermo Murray de la UNAM.

Nota uno: ¿Algo por hacer? Tratar de ayudarlos. Acompañarlos. Caminar con ellos de la mano. Ofrecerles a los tristes de ojos y corazón una mano firme y amigable, sin juzgarlos. Dice otro atormentado, Gérard de Nerval: “Yo soy el tenebroso –el viudo– el desconsolado / Príncipe de Aquitania de la torre abolida, / murió mi sola estrella, mi laúd constelado / ostenta el negro sol de la melancolía...”.

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Nota dos: Pues sí, este tono crepuscular y adolorido es el sino característico de estos humanos, los cuales se suicidan últimamente en pares o ya de plano de tres en tres (muy jóvenes, cada vez más jóvenes), los cuales ven al final del túnel un sol negro de melancolía. No escapan por puerta falsa (al suicidarse), patrañas, es necesario borrar del lenguaje lo anterior, es una puerta la cual ellos visualizan como salida y salvación a tanta y tanta congoja. El suicidio no es un problema para ellos, sino su solución.

Nota tres: Día negro, todos los son ya. El pasado 8 de septiembre tres mujeres suicidas coincidieron: María Saucedo (54 años), Brenda Saucedo López (23 años) y María de la Luz (69 años). Ellas no buscaron los convenios virtuales de Alfonso Yáñez y compañía de la UAdeC como ayuda, buscaron descansar.

LETRAS MINÚSCULAS

El negro sol de la melancolía de Nerval, más fiero cada día...

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