Block de Notas (56): Vivir o morir es un tránsito

Opinión
/ 5 mayo 2025

Cuando enterramos a un muerto, ¿por qué jodidos no podemos enterrar también nuestros sentimientos?

El vivir y el morir son un segundo sostenido en el humo de una taza de café caliente. Tal vez sean los últimos hilos del sueño. Vivir o morir es un tránsito, una voluta de humo en la mano. Luego... ¡plof!, la nada. De hecho, todos vamos a morir, temprano o tarde. Frase absurda la anterior. ¿A qué diablos me refiero con morir temprano o tarde? ¿Es sólo tiempo, línea de tiempo sobre la Tierra, es sólo cuestión de edad? Horas, meses, años sobre la Tierra. ¿Lo anterior es vivir?

Avanzamos: ¿cuánto pesa el tiempo, cuánto pesa un ser vivo, cuánto pesa un ser muerto? ¿El tiempo pesa? De ser así, ¿cuánto pesa el tiempo? ¿El tiempo es el mismo para un niño, el cual juega con piedras, arena o moscas muertas, que para el obrero afanado en su tarea milimétrica? ¿O es el mismo tiempo para el empresario el cual a diario cuenta sus jugosas ganancias? ¿Es el mismo tiempo para todos?

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Digamos algo verdadero: el muerto, pues muerto está. ¿Usted es un hombre o mujer de fe? Pues usted debe creerlo porque es la mismísima palabra de Dios en la Biblia (católica o cristiana, es la misma, vaya). Lo anterior está escrito en Eclesiastés, en la Biblia: “El muerto nada sabe, nada siente. El muerto, muerto está. Los muertos nada saben” (Eclesiastés 9:5). ¿Cuánto pesa un muerto en su vida, señor lector, de existir este en su vida? Yo, en lo personal, en mi panteón particular tengo muchos, hartos muertos, los cuales pesan más a los vivos con los cuales hablo y comulgo.

Mis muertos pesan más a los vivos de 70 u 80 kilos de peso. ¿Y el tiempo, el peso específico de eso llamado tiempo? El peso del tiempo, aunado al peso de un muerto, pesa una eternidad en los hombros de nosotros, los patéticos seres vivos de este planeta. El tiempo y un muerto en nuestra espalda son la carga más pesada la cual puede soportar un ser humano.

Los muertos, escribí líneas atrás anclado en la Biblia, muertos están. ¿Y entonces de dónde viene su peso, ahora sí, muerto? Cuando enterramos a un muerto, ¿por qué jodidos no podemos enterrar también nuestros sentimientos? Tal vez, y sólo tal vez, es necesario memorizar, apropiarnos y poner en práctica la siguiente frase del maestro Juan Rulfo, frase espetada por una de sus ánimas vivas y en pena, la cual habita la eternidad.

Lea usted: “Cuando uno es sepulturero hay que enterrar la lástima con cada muerto que uno entierra... Los vivos son los que son una vergüenza... los muertos no le dan guerra a nadie; pero lo que es los vivos, no encuentran cómo mortificarle la vida a los demás...”.

Las anteriores letras (torpe liminar) vienen a mi materia gris y ceniza, por las recientes, tremendas muertes y tragedias en la ciudad, la región. En el país, ni se diga. Periodo negro este de Semana Santa y semana de Pascua: un moridero. México es un panteón, un gigantesco cementerio. No cementerio, enmiendo mis palabras rápido, sino una gigantesca fosa común.

ESQUINA-BAJAN

Nota 1: Sábado Santo. Un niño de 11 años (otras crónicas hablan de su edad, 10 años. No hay periodismo de precisión, en fin), Jesús Alan “N”, fue atropellado mientras jugaba en su colonia, la emblemática y simbólica Mirasierra. Murió días después, desgraciadamente. Su madre, doña María Guadalupe, luego espetaría: a su hijo no se le atendió debidamente en el cadavérico IMSS (el cual desmadró Andrés Manuel López Obrador a través de Morena; hoy continúa el derrumbe con Claudia Sheinbaum, y hay un oficial a cargo de ello, haciendo labor de zapa, Javier “El tibio” Guerrero). Fin.

Nota 2: El amor mata. Lo he publicado hartas veces. En Miércoles de Pascua (“paso”, debería de ser un paso hacia una vida plena), un tipo de 26 años, Jesús “N”, bebía con su esposa de 26, Jazmín “N”. Llegaron los malditos celos (uno de los nuevos y modernos pecados, el más letal de los cuales usted conoce). El tipo golpeó a su esposa. Ella pidió ayuda a los vecinos. Mientras, el tipo prendió fuego a su vivienda... olvidando lo siguiente (los borrachos lo olvidamos todo, seamos francos): dentro de su vivienda, en la colonia Omega, estaba dormida su hija de apenas 4 años...

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Nota 3: La tragedia ha sido brutal: dos niños de apenas 7 y 2 años, Camila y Jordan, murieron por intoxicación en plena semana de Pascua, cuando inhalaron humo negro, tóxico, letal, de un incendio trágico generado por un accidente eléctrico afuera y a un lado de su casa. Al momento de redactar esta nota, su madre está grave y embarazada en un hospital. En la carretera Monterrey-Saltillo, en Ramos Arizpe, una mujer de apenas 23 años dio trompos en su auto, frenó su loca carrera en un camellón y murió instantáneamente. ¿Pericia en el volante? Absolutamente no. Tenía ganas y prisa de llegar a... ninguna parte. Tal vez sí, a su muerte.

Nota 4: Semana de Pascua, de paso hacia una mejor vida... en teoría. Los peritos de la Fiscalía de Coahuila encuentran a un caballero desaparecido desde el 28 de marzo. Es Christian Nefftaly Fuentes, de apenas 33 años de edad. Estaba muerto y enterrado clandestinamente en un domicilio particular, por motivos de robo y drogas, en la colonia Federico Berrueto Ramón. El rosario de muertes es interminable. Miércoles de Pascua, don Antonio, anciano de 60 años, fue encontrado colgado en una barda. Así de sencillo y complicado.

LETRAS MINÚSCULAS

Final: De hecho, ya todos estamos muertos. Es cuestión de fechas. ¿Usted está vivo? Póngale vida a su vida. Así de sencillo.

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