Block de Notas (60): Motonetos, círculo vicioso de rebeldía, diversión y transgresión a la ley

Opinión
/ 2 junio 2025

Las hordas de jovencitos apuestan su vida. Pagan con ella su osadía y rebeldía malentendida y jamás intelectualizada

Bellacos. Las hordas de jovencitos cabalgando en sus motocicletas miniatura, son unos bellacos. Los motonetos están llevando en su rebeldía y osadía, su condena: mueren, caen como moscas y su vida sobre la tierra, como las moscas, es menos de 24 horas. Menos de 24 años, siempre. Desgraciadamente. Diario, sin prisa y sin pausa, juegan arrancones. Se pasan los semáforos en rojo como un acto de “valentía” y retan las leyes de tránsito

Apuestan su vida. Pagan con ella su osadía y rebeldía malentendida y jamás intelectualizada. Acaso, y sólo acaso, costean su vida por un motivo muy sencillo: no les interesa en lo más mínimo. Son jóvenes, parvadas de ellos de entre 10 y 18 años, los cuales tienen sitiada la ciudad en sus motocicletas miniatura, luces escandalosas y un sonido de espanto. Es una moderna tribu urbana, la cual en su mayoría la integran muchachos foráneos quienes, al tener un peso de más en este norte ampuloso, lo primero en comprar es una motocicleta, para así ser rebeldes. Claro, con el compadrazgo y autorización de sus padres.

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Si en Nuevo León la estadística marca a la letra lo siguiente: 80 por ciento de los delitos son cometidos por motociclistas, mientras aquí en el vecindario es brutal y asfixiante la muerte de jóvenes motonetos. Desgraciadamente, atrás de cada número y estadística hay jóvenes y jovencitas muertas con nombre y apellido, dejando a su paso una estela de dolor en sus familias. También quedan jóvenes y jovencitas heridas, muy lastimadas, con lesiones y secuelas eternas. Voy a un punto: estamos atrapados en un círculo vicioso de rebeldía, diversión y transgresión de la ley por parte de los motonetos.

Mientras los padres de ellos –cuando la fatalidad toca a su puerta– se hunden en su culpa. Los jóvenes quieren una moto miniatura (es el deseo, como todos los deseos, un deseo primario. Un placer corrosivo), los padres los consienten y solapan (luego llegará la culpa). Y al manejar esos pequeños armatostes, los chavos violan y transgreden la ley (el Estado).

Empiezan las preguntas. Preguntas las cuales deben de aplicarse en un puntilloso y milimétrico cuestionario a los motonetos, a su familia, a sus amigos, a su tribu, a su pandilla, a los vecinos, a su entorno escolar (de tener entorno escolar: hoy ya nadie va a la escuela, todo es “virtual”). Todo lo anterior con miras a cuadrar un puzle y tratar de (medio) entender este fenómeno y problemática urbana.

Las siguientes preguntas vienen a mi escaso cerebro a vuelapluma, sin orden ni concierto. Sencillamente, yo las haría para tratar de avanzar y comprender este fenómeno urbano, el cual tiene de cabeza a la ciudad y, sobre todo, la cantidad brutal de chavos muertos. Voy: ¿Cómo se compraron dicha motocicleta?, ¿ellos tenían su dinero, de qué procedencia?, ¿ellos trabajan?, ¿sus padres les cooperaron una parte o ellos financiaron la motocicleta? ¿Su ideal es o ha sido comprar una motocicleta; con qué fin: es estatus, fueron obligados por la pandilla, por la tribu urbana a la cual pertenecen? ¿Y su placa?

¿No tener motocicleta es motivo de discriminación, por lo cual les echan “carro, carrilla” −bullying, pues, en el nuevo argot descastado− en el ambiente y sociedad donde se mueven? ¿Qué sienten ellos al manejar una motocicleta miniatura: placer, poder, libertad, estatus, embrutecimiento? Las preguntas son muchas, las respuestas no las imagino.

ESQUINA-BAJAN

Nota 1: Y aquí es donde entra la Universidad Autónoma de Coahuila (UAdeC), donde el rector, el infante Octavio Pimentel, es sólo un fantasma. ¿Dónde está su claustro de maestros, de investigadores o, de plano, dónde hay de perdido un alumno, un solo alumno consciente, el cual tenga la motivación y preocupación de investigar y documentar lo anterior? En fin, por eso la universidad es hoy inexistente y no tiene la más mínima influencia, menos impacto en la sociedad.

Nota 2: El cine y la literatura están plagados de obras donde el motor de un auto o de una motocicleta son el leitmotiv de las tareas. Sin revisar mis notas, sólo de memoria, recuerdo: la inconmensurable cinta “Thelma & Louise”; “El Gran Gatsby” de mi amado Francis S. Fitzgerald; “Carreteras Secundarias” del ibérico Ignacio Martínez de Pisón; y, cómo no, “Christine” de Stephen King; el famoso cuento de Julio Cortázar, “La autopista del sur”, en fin, la lista es larga y el espacio corto, imposible no citar “En el Camino” del demoniaco y atormentado Jack Kerouac...

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Nota 3: ¿Los muchachos motonetos han leído o visto alguna de estas cintas o libros? Aquí se padece el dolor y la muerte atados a un pedal y a un manubrio, donde están ausentes los sesos, desgraciadamente: Christian Tadeo, de apenas 16 años, “se mata a horas de su cumpleaños” al estrellar la moto contra un camellón (23 de mayo). Su amigo y acompañante, Pedro Alexander, de apenas 13 años, está grave en el hospital.

Nota 4: “Mandan al hospital a motoneto” (22 de mayo): Eber Josué, de 17 años, invadió el carril contrario y fue enviado al pavimento y al hospital con fracturas. “Cobra dos vidas choque de moto al estrellarse contra poste” (19 de mayo): Mario Daniel Torres de 24 años y Ángel Miguel murieron con diferencia de horas al estrellar su motocicleta contra un poste de energía eléctrica... el rosario de muertes es largo. Corto el espacio.

LETRAS MINÚSCULAS

¿Quiénes son los culpables? ¿Ellos en su ignorancia abismal o sus familiares “mayores”? Volveré al tema. Mucho por explorar.

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