Brendel, el filósofo del piano

La vida de un músico de carrera está ligada eventualmente a figuras tutelares, a intérpretes consumados que dominan el panorama musical del orbe. La influencia de éstos se da básicamente a través de las grabaciones y la asistencia a los conciertos. El maestro de cabecera introduce al estudiante al mundo vasto del concertismo con la idea de expandir su criterio musical y encontrar su propia voz. La imitación en la que cae el estudiante, desprovisto y escaso tanto de imaginación como de recursos técnicos, es un riesgo latente cuando éste, seducido por la pureza y limpidez del sonido que escucha en un LP, CD, o cualquier otro recurso fonográfico, recurre sin freno alguno. Intenta asir la concepción del arte interpretativo del artista en el fonógrafo para inocularlo en la propia pero magra concepción musical.
A mí me pasó con Friedrich Gulda y Alfred Brendel. Ambos fueron los primeros pianistas que conocí y escuché en LP´s setenteros. A Gulda tocando sonatas de Beethoven y Mozart, a Brendel, interpretando a Schubert y Liszt. No niego que después de escuchar sus ejecuciones apolíneas fuera al piano para tratar de imitar el sonido emanado del LP. Esfuerzo estéril. Con el paso de los años comprendí que, para lograr el nivel interpretativo de estos y muchos otros pianistas, se necesitaban años de estudio arduo e innumerables horas de lectura.
La muerte de Alfred Brendel a los 94 años, ocurrida el pasado 17 de junio, cimbró al mundo de la música. Considerado por la crítica especializada como un pianista de culto, arquetipo del estilo moderno de interpretación pianística: severo, impersonal, riguroso de la forma y la arquitectura del sonido.
Nacido en 1931, en Austria, Brendel es el prototipo del pianista “intelectual”, porque no solo se dedicó al estudio sesudo y profundo de los autores del romanticismo alemán y algunos del periodo contemporáneo, sino que también escribió y publicó ensayos sobre las obras de Beethoven, Schubert, Liszt, Busoni, además de escribir poesía. Al igual que Liszt, en el siglo 19, pasando por Schnabel y Arrau, en el siglo 20, pianistas que se distinguieron por sus interpretaciones “intelectuales”, merced a sus lecturas sistemáticas y bien estructuradas, Brendel se distinguió por su actividad docente en la que utilizaba su experiencia como escritor de ensayo y poesía en sus cursos de piano.
En varios videos que circulan en las redes y plataformas se puede apreciar su habilidad para enseñar el arte de la interpretación musical, citando a prosistas y poetas para ejemplificar texturas, carácter y atmósferas incrustadas en los textos pianísticos. Como “escultor” del sonido, nunca se propuso hacer sonar el piano como un instrumento virtuoso tradicional.
En una entrevista al New York Times declaró que “hay una cierta concepción, de una manera de tocar el piano ‘buena’, ‘hermosa’, ‘adecuada’, que reduce todo a términos pianísticos. Yo trato de hacer exactamente lo contrario, liberar a la música de estas limitaciones y hacer que la gente se olvide del piano”, es decir, que el mensaje es mucho más importante que el instrumento. Si bien, en sus inicios como pianista profesional, no fue considerado como un prodigio o fenómeno del teclado (como toda la hornada actual de pianistas asiáticos, tan maravillosos como sorprendentes), sí dedicó parte de su juventud al estudio del piano con verdaderos gigantes, herederos del arte musical del siglo 19: Paul Baumgartner, Eduard Steuermann y, el más grande de éstos, Edwin Fischer. Después de los 16 años ya no tuvo un maestro regular, “el autodidactismo es un proceso más lento, pero más natural”, dijo alguna vez.
A diferencia de muchos pianistas que cincelan y construyen su carrera pianística compitiendo en concursos de piano, Brendel no siguió este camino- aunque participó una sola vez en el Concurso Internacional de Piano de Bolzano, Italia, en 1949, y en el que obtuvo el tercer lugar-, Brendel logró notoriedad y fama internacional por la vía de las grabaciones. Son legendarias sus grabaciones de la obra integral para piano de Beethoven y las Sonatas para piano de Schubert, obras que grabó varias veces. Con Brendel se cierra una era del pianista integral, constituido por una sólida y férrea disciplina humanista que va más allá del virtuosismo mediático.
CODA
“Si equivoco algunas notas, no me importa, siempre que el propósito musical quede claro. La perfección ya ha hecho demasiado daño a la música”. Alfred Brendel.