Café Montaigne 302: El sol en el arte

Opinión
/ 25 julio 2024

Al parecer no es mito y sí una triste realidad. Triste para mí, vaya. El llamado calentamiento global no sólo ha elevado considerablemente la temperatura ambiente anual, sino que ha provocado en los días interminables de primavera, verano y hasta todo el otoño ya (el otoño ya no existe), días interminables de luz, sol crispado y ardiente y un mal humor (lo digo a título personal y usted sabe, si me ha leído, constantemente hago referencia a ello), humor y hartazgo negro el cual pateo en cada esquina de la ciudad.

Reniego entonces del sol cuando este pasa cantando. Días de luz y sol. Harto sol. Lejos, muy lejos quedaron en años atrás las lluvias para paliar tanto y tanto calor y sol. Eso que los saltillenses viejos conocemos como un “fresco”, un vientecillo nocturno emparentado con los hálitos llegados del norte y su masa polar, hoy en retroceso, ya es imaginación pura. Las noches son siempre tórridas y uno no puede dormir y reponer así fuerzas para acometer el día siguiente.

TE PUEDE INTERESAR: El futuro de México (16): Ciudades, malditas desde su concepción

La sequía no perdona al campo saltillense. Somos hijos del desierto, voy de acuerdo, y nuestra piel está curtida en este ambiente hostil, el cual quiere doblegar nuestras alas y vuelo, pero las lagartijas ya huyen a mejores derroteros. Las reses, cabritos, perros y gatos enseñan sus huesos y no hay dónde guarecerse de tanto y tanto sol. Reniego entonces del sol cuando este pasa cantando. Cuando jurado, y a las 5:45 de la mañana, obliga a dejar los aposentos para buscar una brizna de aire fresco en la calle, en el ya tenso e interminable ambiente canicular por siempre.

El calor asfixiante obliga a guarecerme en mi residencia. El calor y la maldita pandemia china (no termina, vea usted los infartados diarios) me han obligado a encerrarme y salir lo mínimo a realizar la vida cotidiana. En uno de esos días muertos y al reacomodar los libros de un estante, al cual el polvo de los días los tenía sepultados, di con una joya la cual no recordaba en mi precaria memoria. El libro a saber, “La Luz en la Pintura”, bellísimo manual de estampas, impreso en España en tiro limitado con prólogo de Antonio Gala. Un deslumbramiento dorado para la mirada.

Repito, el prólogo es de Antonio Gala, pero los textos de interiores son de especialistas en el arte, los cuales van detallando las virtudes y la presencia de la luz y el sol en cuanta obra artística de valor se ha pintado en la historia de la humanidad. Repasé los cromos y las pinturas con devoción y con los ojos como platos. El sol, la luz forma parte fundamental de esta selección cromática de arte de los más grandes estetas del mundo. En uno de ellos, desde su ideología marxista, por ejemplo, Diego Rivera en su cuadro “El Hombre Controlador del Universo” sustituye la luz del sol natural por la luz generada por el hombre, su afán perpetuo de progreso y tecnicismo como alternativa ante esa luz natural y, acaso, divina.

ESQUINA-BAJAN

Bellas estampas, óleos de grandes artistas inscritos en la lista de genios de la humanidad. A doble páginas (84 y 85), aparece la figura de una mujer la cual ella misma irradia luz como sol vivo. Es la famosa pintura de la cual ya no guardaba restos en mi precaria memoria, “Desnudo de Mujer” (1902), del maestro ibérico Joaquín Sorolla (1863-1923). Pintor arracimado en la escuela impresionista y, sin duda, de los españoles más famosos del mundo, de hecho sus obras con escenas al natural (costumbrismo) son de las más importantes de la pintura española.

“El sol no conoce la noche”, dicen unos versos del poeta mexicano Homero Aridjis en un texto precisamente bautizado como “Poema al Sol”. Girasol vidente, plato dorado, semilla áurea, la luminosidad del sol está inmersa en nuestra vida desde siempre. Sin él, nada; por él, casi todo lo que es la vida. Incluyendo el erotismo. El erotismo de Sorolla en su cuadro el cual me tiene como el sol de junio o julio: deslumbrado. Ciego.

TE PUEDE INTERESAR: Café Montaigne 301: A más calor, menos literatura y civilización

¿Qué hay en este cuadro? Una mujer de rotundas formas, acaso más perfecta en la pintura que la misma modelo. Cabello recogido con un moño apenas salpicado por el pincel del maestro ibérico, una mullida sábana y almohada. Nada más. La bella mujer emana luz. Sol vivo ella misma. El maestro José Santos Chocano ha escrito de este cuadro perfecto: “Nunca una figura se había convertido en luz; nunca una mujer había aunado tanta naturalidad, eternidad, sensualidad y luminosidad”. Le creo.

Nos hemos acabado el planeta: la modificación del clima y sus estaciones, apenas ayer bien marcadas y hoy desquiciadas, hablan de una estación perpetua de calor, luz y luminosidad la cual, en lo personal, no me gusta. Abomino de ello. ¿Qué fue primero: las tinieblas o la luz? Si usted es cristiano, dirá que la luz. Esta hace su aparición en el parágrafo 3 de la Biblia y su Génesis: “Y dijo Dios sea la luz; y fue la luz”. Y esta luz está presente en todo lugar y es el motivo, uno de los motivos principales, del pintor ibérico Joaquín Sorolla (1863-1923) y específicamente ese cuadro de luz y erotismo, “Desnudo de Mujer”. Sorolla se nutrió de la costa mediterránea: mar azul. No cualquier azul. Tal vez el más bello azul del mundo.

LETRAS MINÚSCULAS

El color iridiscente de sus pinturas le valió la admiración. Realizó lo mismo exposiciones en París, Francia, que trabajos exclusivos en Estados Unidos.

Regresaremos al tema. Aunque a mí me lastima este maldito sol.

COMENTARIOS

NUESTRO CONTENIDO PREMIUM