Café Montaigne 304: Explorando ‘La Muerte de Artemio Cruz’
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¿Recuerda usted mi serie de textos titulada “Block de Notas”? Fueron 28. Y claro, agradezco que usted los haya coleccionado en su legajo respectivo. Hace poco, el brillante abogado Gerardo Blanco Guerra tuvo a bien invitarme un generoso almuerzo con un buen café de por medio. Seamos francos, lo anterior es sólo el pretexto para estirar las palabras y los acentos en una tertulia en la cual los minutos se hacen horas.
Blanco Guerra ese día me contó de las letras de uno de nuestros más grandes autores, Carlos Fuentes. Me contó de su lectura a la novela “La Muerte de Artemio Cruz”. Hizo la reseña con tanta pasión, filigrana y galanura que ese día, llegando a mi casa, busqué el libro en mis anaqueles (tenía dos ediciones; una de “batalla”, pasta blanda y un tanto maltratada, pero tengo sus obras completas empastadas y sí, allí estaba la novela). Ese mismo día acometí su lectura. Soy franco, no le había puesto el ojo porque no se me antojaba. Lo inicié y lo terminé en varios días. Un deslumbramiento.
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Pues sí, este y no otro es el mejor Carlos Fuentes. Escribió dicho libro cuando apenas tenía 32 años. Pero ya dueño de un estilo y vigor propios. Y aquí viene el punto de la cuestión: Blanco Guerra me acotó que en esta buena novela se daba cuenta de un tema el cual he explorado en varios textos: la necesidad obligada y fisiológica de cagar y mear. Así se llaman las dos acciones: cagar y mear. Y si usted recuerda, en dicha serie de “Block de Notas”, este y no otro fue el armado del texto en la mayoría de los textos.
Pues bien, Artemio Cruz, el personaje de Fuentes, muere de manera dramática y brutal porque no puede ni cagar ni mear. Impresionante la manera en que Fuentes narra el martirio del otrora terrateniente y hombre poderoso, el cual ve cómo la vida se le escapa de las manos, envuelto sobre sí mismo y su podredumbre. En las próximas entregas de “Café Montaigne” le presentaré una amplia reseña y glosa de la novela “La Muerte de Artemio Cruz”. Y claro, agradezco sobre manera la recomendación, puntual recomendación, de dicho libro en voz y acento del abogado Gerardo Blanco Guerra.
Pero hoy recordemos lo siguiente: orinar y defecar no es un tema baladí. En “Habla, Memoria”, Vladimir Nabokov entrelaza con la mayor pericia y madurez de un escritor los recuerdos, vivencias y aventuras de la infancia en un impresionante “tour de force” que conduce por más de 300 páginas al lector, lo mismo a la confesión pública que a la crítica destructiva; la constructiva, se ha visto una y otra vez, no construye nada; del repaso de autores clásicos al elogio de sus grandes pasiones (manías, les decía él): la literatura, las mariposas, el ajedrez y la familia. Pero es igual de importante lo que sigue: Vladimir Nabokov, el célebre autor de “Lolita”, habla de sus meditaciones infantiles... en el retrete.
Los siguientes versos los tengo anotados en una libreta, como siempre. Son de uno de tantos “Block de Notas” que habitan por toda mi casa. ¿Cuándo tomé dichas notas y de dónde? No lo sé, no lo recuerdo. El texto es un fragmento de un poema titulado “Semblanza IX”, de un escritor del cual sólo tengo el nombre, Manuel del Palacio. Algo vago, sin duda. No recuerdo que haya leído su poesía o bien, que tenga sus libros en mis anaqueles. Son versos satíricos los cuales hablan de un autor al parecer italiano. Este imprimió un libro “Corregido por Vega y por Cañete”, y luego apunta Manuel del Palacio en sus versos:
“Pudo imprimir un libro que tradujo.
Conservo de él un ejemplar de lujo
que me vendió en diez reales un pobrete,
y el cual duerme hace tiempo en mi retrete
como duerme en el agua el somormujo...”.
ESQUINA-BAJAN
Versos satíricos de buena estirpe, burlándose del escritor ácidamente. ¿Lo nota? El libro, como no es de las lecturas predilectas del autor, lo tiene olvidado en el retrete, al lado de la inmundicia, pero no pocas veces es en el llamado “trono” donde los mexicanos o gringos o italianos más leen. Lo repito: cagar y mear es obligado.
¿No puede ir usted diario al sanitario, al retrete, a ninguna de las dos anteriores acciones biológicas? Sin duda se va a morir. Sí, como todo humano vivo, voy de acuerdo, pero eso de no ir al baño acelera el precipitarse en la vida. Y justo lo anterior le pasó a la cantante Susy Ortiz (exvocalista de la agrupación lagunera “Chicos de Barrio”), quien en este año murió por un “choque séptico”. No podía ir al baño, pues. ¿Cuántos días tenía sin ir al retrete, cuántos días es “normal” no ir al retrete; debemos de ir obligadamente diario?
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Recuerdo que ya se lo platiqué aquí en un texto pasado, pero vale la pena recordarlo: hay un verso de la Biblia el cual a la letra dice: “Haced tesoros dentro de sí (de ti), donde la polilla ni el orín (“óxido” en otras versiones) corrompen; donde los ladrones no minen ni roben” (Lucas 12:33). Sin duda, los excrementos, las secreciones del cuerpo son cosa seria, es también conocido como escatología y en la misma Biblia tienen su posición bien definida como podredumbre viva.
LETRAS MINÚSCULAS
A lo largo de toda la novela, Fuentes habla de la incapacidad de Artemio Cruz para orinar y defecar. De manera magistral lo narra y transmite.