Café Montaigne 353: Alfredo García, escritor de máximas y verdades devastadoras
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El mayor y mejor cultivador de perlas aforísticas en la ciudad e incluso, en el norte de México, fue Alfredo García Valdez
Un texto pretérito donde hice mi personal recuerdo, una vez más, de mi amigo, el poeta Alfredo García Valdez, fue bastante bien leído y replicado. Ojo, por lectores como usted, los cuales, sin pretensiones, lo hicieron suyo y me compartieron opiniones y apostillas al respecto. ¿Y sus amigos, sus admiradores, su andanada de contertulios de cantina? Ninguno de ellos se ha comunicado, será por un sencillo motivo: no leen y ya ni se acuerdan. Así de sencillo.
Los versos, una parca selección la cual fue editada bajo el título de “En el Fondo un Sol Inerte”, poemas, prosas y letras de don Alfredo, los cuales publicó en su Muro de Lamentaciones Digitales en los últimos tres años de su vida sobre la tierra, me han perturbado harto por un motivo ya esbozado en el texto anterior: son versos desgarradores, más emparentados con la enfermedad, el dolor y la confesión, no así con la verdadera poesía. O tal vez sí, eso es la poesía: un lamento eterno, un quejido perpetuo; el estar lleno de llagas, moho y pústulas de hiel y amargura, como el bíblico Job. Y, aun así, soportarlo. Sí, hasta la muerte. La liberadora muerte.
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Lo digo de nuevo: el mayor y mejor cultivador de perlas aforísticas en la ciudad e incluso, en el norte de México, fue Alfredo García Valdez. Escritor de máximas y verdades devastadoras, García Valdez, al igual que un amigo suyo, Gregorio F. Saldívar, podía tardar días, si no es que meses, en escribir la frase perfecta, con una economía de palabras implacable.
Caray, creo que usted lo sabe: Gregorio F. Saldívar fue el anagrama de Alfredo García Valdez en vida. Cuando murió don Alfredo, murió don Gregorio. Doble dolor. Avanzo: su servidor tiene años escribiendo y coleccionando una serie de aforismos o sentencias que terminan por talar al que los lee. Procedo entonces a escribir algunos de mi cosecha o bien, transcribir algunos de mis amigos que considero dignos de lectura. Cuando no sean de quien esto escribe, se anota el autor. Los restantes son míos. Vale.
Lo repito: quien fue especialista en la materia fue don Alfredo García, quien espero ya habite un mejor estadio a éste. Aquí voy. “Del poder, lo mejor son las cenizas” (Enrique Márquez). “Cría cuervos... y tendrás muchos”. “Verás siempre las mismas cosas: personas que se casan, crían hijos, enferman, mueren, hacen la guerra, celebran fiestas, comercian, cultivan la tierra, adulan, son orgullos, recelan, conspiran, desean que algunos mueran, murmuran contra la situación presente, aman, atesoran, ambicionan los consulados, los poderes reales. Pues bien, la vida de aquellos ya no existe en ninguna parte” (Marco Aurelio).
“En muy pocos años la furia o las ganas de ser, cedieron su plaza ante el conformismo o la frustración. Cambiamos la vida por la supervivencia. Le dimos vuelo a la descomposición, a la desilusión, al desánimo. ‘Los mariachis callaron’, las conciencias también” (Enrique Márquez). “Si existió el doble de Mario Aburto, como bien lo decía y afirmaba todo mundo, ¿existió el doble de Luis Donaldo Colosio? En qué paraíso fiscal estará viviendo a cuerpo de rey el muy ingrato. Sus viudas aún lo recuerdan y le lloran”.
ESQUINA-BAJAN
“La diferencia entre viejos y jóvenes es artificial:
Todos caducan a los cuarenta años
Y abundan los adolescentes seniles”.
Tremendos versos de don Alfredo. Continuemos. “El arte individual surge cuando un artista transforma ese estilo común en una obra distinta, única, irrepetible” (Octavio Paz). “La hipocresía de los gobernantes es patética; por un lado, anuncian donaciones económicas para aminorar la pobreza universal, pero éstas quedan totalmente rebasadas por las cuantiosas inversiones que se realizan en la carrera armamentista (Claudia Luna Palencia)”.
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“Una parte principal del mal... radica en la convicción de que este tipo de enfermedad es peculiar a nosotros mismos. Tememos hablar de ello y no sabiendo, por lo tanto, cuán común es, enloquecemos con el miedo de que ésta sea nuestra particular enfermedad” (Mark Rutherford). “Los vicios tradicionales del patrimonialismo –la corrupción, los favoritismos, la arbitrariedad– se han combinado, en la segunda mitad del siglo 20, con dos supersticiones pseudomodernas: el estatismo y el populismo (Octavio Paz)”. Como siempre, grande el sabio don Octavio.
“En el país de las aguas negras
los jóvenes se pudren y los viejos caducan
con velocidad simultánea”.
Versos de García Valdez del libro citado arriba. “El hombre es el único animal que ríe y llora, pues es el único animal que puede darse cuenta de la diferencia entre las cosas como son y como deberían ser (Hazlitt)”. “Para Talleyrand el poder es sólo un medio para el placer, algo que le proporciona la oportunidad más propicia y noble de apoderarse de todas las cosas sensuales de la tierra, como las mujeres, el arte, la buena mesa... (Stefan Zweig)”.
LETRAS MINÚSCULAS
Versos proféticos de don Alfredo, son nuestro sino y condena: “El único desenlace es la/ muerte, que todo lo pospone/ o lo deja trunco...”. Sin duda, sin duda.