Caldo de cultivo
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Aún la humanidad no ha podido librarse de los resultados de la invasión de Rusia a Ucrania, y ahora emerge una situación que parece más grave ante el rompimiento de China con los Estados Unidos por su intromisión en Taiwán, nación insular importante por la producción de microprocesadores a nivel global. Taiwán es un estado autónomo cuyos 23.5 millones de habitantes hablan chino mandarín.
Luego de que la líder de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, visitó Taiwán se atrasarán más los trabajos para encarar al cambio climático, dado que China declaró que se saldrá de las negociaciones en este tema de interés para la Agenda 2023.
Como sabemos, China y la India son dos de las naciones a las que no ha importado mucho la reducción de emisiones de gases efecto invernadero ni su mitigación. El asunto es que China es muy poderoso y su moneda está fuerte frente a un dólar que está empequeñeciéndose dada la recesión que vive la Unión Americana.
He visitado varias ciudades de China y la polución atmosférica que se observa es muy visible; aunque en sus fábricas se coloquen cada vez más altas chimeneas, se respira aire sucio y el cielo languidece, en tanto millones de personas transitan en bicicletas en medio del marasmo de ruido y contaminación.
Los chinos están en todas partes, hasta en nuestra artesanías y figuras de la Virgen de Guadalupe, made in China. Llegaron mucho antes que los europeos a lo que actualmente es llamado el Continente Americano. Se ha demostrado que el DNA de poblaciones humanas en las costas del Golfo de México y del Océano Pacífico es similar al de los chinos por lo que muchos mexicanos tienen ascendencia china.
Además, en el siglo pasado, hubo una fuerte migración de chinos a México. Se hicieron presentes en la Comarca Lagunera (como olvidar la matanza de ellos); también en lo que hoy es el pomposo y rico municipio de San Pedro Garza García, Nuevo León, en donde en las faldas de la Sierra Madre Oriental, colindantes con el río Santa Catarina, cultivaban legumbres, hasta que el empresario Alberto Santos González proyectó en estas tierras la colonia del Valle; y, por supuesto, en la capital del País y en el noroeste mexicano. Hoy día la comida china es la “típica” en ciudades como Mexicali, Baja California Norte.
En el 2006 comenté públicamente en La Plata, Argentina, que no pasaría mucho tiempo para que muchas de sus bellas mujeres se casaran con chinos porque muchos inversionistas de esta nacionalidad habían comprado grandes extensiones de tierra para cultivar soja en este país sudamericano establecido por migrantes europeos.
El tema en este momento es que Nancy Pelosi no visitó Taiwán en calidad de turista y fue recibida con los honores con los que se recibe a dignatarios y personajes centrales de la política mundial. La congresista, desde 1987 por el estado de California, no se manda sola.
La visita a la frontera intercoreana de esta combativa dama de 82 años generó un enorme malestar en China; el 4 de agosto, el Ejército Popular de Liberación disparó 11 misiles balísticos “como pruebas” en aguas del norte, sur y este de Taiwán.
Esos disparos no auguran nada bueno para la paz mundial. A Pelosi la acusan de socavar seriamente la soberanía e integridad territorial de China, por lo pronto inundó de buques de guerra el entorno de Taiwán y en su cercano espacio aéreo sobrevuelan sus aviones. Nancy Pelosi es demócrata, pero ¿quiénes están detrás de ella? ¿Los industriales de la guerra? La humanidad no requiere de una guerra más. Las guerras hacen ricos a los poseedores de las tecnologías de armas, pero empobrecen a los habitantes del planeta. Sólo falta que Pelosi quiera visitar México con el pretexto de la gran cantidad de ciudadanos de origen mexicano que habitan por allá. Estamos frente al caldo de cultivo de una guerra que se debe evitar.