Caminata en favor de humanismo mexicano

Opinión
/ 29 noviembre 2022
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Fue mucha gente.

Iban en ambiente de fiesta, pacíficamente sin protesta ni ataque.

Era una presencia de apoyo generalizada.

Sin clasismo ni discriminación. Iban a escuchar un informe y a felicitar una transformación en avance.

Llenaron calles y Zócalo. Gritaron porras, aplaudieron y expresaron aprobación. Había adultos y jóvenes, hombres y mujeres de todos los niveles económicos venidos de muchas ciudades.

Se enumeraron en el informe más de un centenar de logros y promesas cumplidas o en proceso. Recibieron repetidas aclamaciones de la multitud.

Se fueron presentando los principios y las prioridades del movimiento transformador y del régimen en turno.

No faltaron quienes tomaron, precipitadamente, la transportación como acarreo de los acostumbrados en convocaciones de otros regímenes. Pero el ambiente fue de fiesta cívica y se ve, como fruto, la actitud de buscar la unidad, que no es ni unicidad ni uniformidad, sino armonía de lo distinto en un anhelo superior.

Quedaron en el evento vividos los rasgos de ese humanismo cimentado en culturas ancestrales y en un estilo valioso de convivencia cordial y fraterna. Cuando esos valores se omiten o se descuidan, se olvidan o se menosprecian, surge la violencia en la mente, el corazón y la voluntad hasta llegar al delito y al crimen, con corrupción que por otros, antes, se fomentó con la impunidad.

La esperanza de una verdadera transformación integral fue el telón de fondo de esta caminata abigarrada y múltiple, cumplida en buena versión ciudadana de lo humano y de lo mexicano.

TIEMPO DE DIÁLOGO

Ese es ahora el reto insoslayable.

Debate, controversia, discusión y altercado resultan ya obsoletos e inoperantes. Se requiere la madurez cívico-política de los encuentros presenciales, cara a cara y conciencia a conciencia sobre el denominador común del amor a México.

Doctorarse en escuchar y comprender. En actitud de discernimiento que separa el grano de la paja, lo tolerable de lo inaceptable. Descubrir la riqueza del acuerdo que sabe ceder en lo accidental para salvar lo esencial.

Reconocer que toda postura y propuesta puede mejorarse si se llega a un esfuerzo común de no aferrarse a lo habitual, sino saber valorar los aciertos ajenos sin disimular lo propio insuficiente o incompleto.

Todo intento de comunicación en este
nivel superior dejará abajo las turbulencias temperamentales de mentes cerradas y arrogancias herméticas que sacralizan lo de acá y satanizan lo de allá.

FRASE DEL MENSAJE

En la parte final del mensaje presidencial, leído sin lentitud y con mayor firmeza, se pudo escuchar esta frase sabia y luminosa para todos: “Se requieren servidores públicos. Gente que sienta que la política, en su esencia, es un oficio profundamente humano y de una alta jerarquía espiritual”.

Se afirma con sabiduría la nobleza del servicio, la humanidad que ha de acompañar al oficio político y la apertura a la trascendencia con una espiritualidad de auténtica excelencia.

LAS REVOLTURAS EN DICIEMBRE

Desde la fe se ve claramente un tiempo
de Adviento que es de preparación, de esfuerzo de superación integral, en lo personal y en lo comunitario.

Viene después un tiempo prenavideño celebrado en nuestra cultura con las tradicionales posadas y los convivios familiares y de amistad y compañerismo.

Después de la alegría de Navidad, se extiende el tiempo de Navidad hasta la fiesta de Epifanía que recuerda la llegada de los magos de oriente.

Las revolturas de diciembre son variadas: adelantar lo navideño en el tiempo de Adviento con signos: pino, adornos, posadas y reuniones celebrativas, con pastorelas y conciertos de Navidad, antes de celebrar el nacimiento del Salvador.

Y no faltan quienes toman el lapso que llaman “Guadalupe-Reyes” como un tiempo vacacional de pachanga y alcoholización. Desde el 12 de diciembre hasta el 6 de enero... Así en la revoltura queda también incluído el Año Nuevo...

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