Catapulta de ébano y precisión azuleja

Opinión
/ 20 diciembre 2022
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Relampagueaba la furia africana en la sangre selvática de la oncena de Francia.

La catapulta de ébano disparaba sus proyectiles levemente equivocados. Se levantaron del cero ovalado que aparecía en el tablero del primer tiempo.

Ya los argentinos habían metido dos goles en el primer tiempo. En el segundo, los franceses los fueron sumando hasta empatar en la misma trilogía.

La precisión azuleja argentina superó con aciertos las doce pruebas finales. Ha causado estupor la elasticidad y el arrojo de los porteros en todos los partidos. El último esférico bien lanzado hizo estallar la alegría en las graderías del estadio Lusail, de Qatar. Ya había campeón mundial y, por tercera ocasión, se llevaría su Copa de victoria el equipo argentino, de rayas azules sobre fondo blanco.

Termina así un evento más de este deporte en que los locutores, con una verborrea sin respiro, intentan mantener a los oyentes en un estado emocional de constante riesgo sorpresivo.

Fue muy profesional la posición y los movimientos de enfoque de las cámaras estratégicamente colocadas en el estadio y los drones. Estuvieron puntuales las repeticiones y admirables las filmaciones lentas en jugadas confusas. Muy cómodos los horarios para televidentes mexicanos y estupendos los resúmenes que filmaron los mejores momentos en cada partido.

Hay regocijo continental y felicitación del Papa argentino. Para la Selección Mexicana la experiencia vivida ha sido un gran aprendizaje para progresivo mejoramiento.

Sin viaje, sin gasto de hospedaje y alimentación, sin filas de espera, sin bullicio y sin tumulto, frente a pantalla cercana y con compañía voluntaria o soledad elegida, el espectador televidente tiene los mejores ángulos y acercamientos de visión en un sitio de su elección.

Si sus horarios no se lo permiten, disfruta fácilmente de videos de los partidos que pueden ser vistos a cualquier hora del día o de la noche, sin interrumpir sus habituales desplazamientos y ocupaciones.

LOS DE FUERA Y LOS DE DENTRO

Los que rechazan y se niegan, y los que reciben y aceptan dar hospedaje.

Las posadas mexicanas que inventaron los misioneros hacen vivir la experiencia de no tener albergue y pedirlo. También la experiencia de cerrazón, de desconfianza, de no abrir ni salir ni compartir.

Se van sucediendo las puertas cerradas y las negativas hasta que se llega a la última en que los de afuera escuchan a los de adentro decir: “Entren, santos peregrinos”. Y entran ellos presencialmente, dejando el burrito afuera o llevados en andas, convertidos en figuras modeladas en barro o cerámica o hasta material plástico.

Entonces todos toman la mejor actitud fraterna de alegría y celebración en que hay piñata y bolos. Antes se apaleaban los siete pecados o las figuras de diablos, ahora, por deformación extralógica, se
da de garrotazos a Harry Potter, a la chica de Frozen. No se le pega a la bestia, sino a la bella para que, rompiéndose el cartón (ya no el barro de la olla), caigan los dulces, naranjas y chocolates que debían
significar las bendiciones por haber peleado contra el pecado o el demonio. Y hay juego de confeti, silbatos, serpentinas y espantasuegras.

Sigue después la tamaliza, la salsa de rajas y elote y el champurrado, los buñuelos de aire y hasta coscorrones de cascarón con colorines.

Los niños y niñas de las catequesis parroquiales y de algunos barrios y fraccionamientos, disfrutan hoy −todavía− de estas abigarradas posadas típicamente mexicanas.

JOSÉ, EL DE LA NAVIDAD

Francisco, el Papa, a la hora del Ángelus, desde su ventana, este pasado domingo ha comunicado una sabia reflexión acerca de José, el santo guardián del Salvador.

Hace ver cómo la voz divina −en el sueño− transforma su crisis en una nueva luz. Pasa de la confusión al gozo de cumplir una gran misión.

Empieza José a vivir una vida por encima de sus propios proyectos y se entrega a lo inesperado, con todos sus riesgos, confiando sólo en que será siempre acompañado por el poder divino.

Hay gran enseñanza en esa actitud de certeza y firmeza, al afrontarlo todo en obediente silencio siempre activo, en estos tiempos de crisis y transiciones, de pugnas e inestabilidades...

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