Cautela y no prisa: Un consejo político para Claudia Sheinbaum
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La nueva Presidenta no puede sacudirse de la noche a la mañana la influencia de quien la designó. Aquí cabe recordar a Lázaro Cárdenas...
Lo que en seguida voy a relatar no es histórico: es verídico. Quiero decir que está lejos de ser un cuento o chascarrillo: sucedió en la realidad, que es donde casi todas las cosas suceden. Resulta que en el rancho del Potrero casó una pareja de novios. Al día siguiente de la noche nupcial ella le dijo a él: “Te advierto que si alguna vez me pones la mano encima nunca más me volverás a ver”. “¡Haiga cosas!” –respondió él con una expresión usada allá para manifestar asombro−. Anoche te puse encima todo el cuerpo, y no dijiste nada. ¡Y ahora te preocupa la mano!”. Sobre Claudia Sheinbaum pesa la ominosa sombra de dos másculos. Ambos son de la misma calaña y de la misma maña, pugnaces por igual y con semejantes ansias de dominación. Mis cuatro lectores habrán adivinado ya quiénes son. Uno es Trump; López Obrador el otro. En el exterior el primero, internamente el segundo, con ellos deberá lidiar la Presidenta para evitar que se le impongan con mengua de la autoridad presidencial y del bien de la República. A fuer de escribidor veraz debo decir que últimamente he escuchado comentarios positivos acerca de la doctora Sheinbaum. Unos aluden a su cambio de actitud en el trato con los medios de comunicación críticos. Mientras su antecesor los veía como enemigos personales, y por eso los injuriaba de continuo, ahora la Presidenta escucha sus opiniones y los mira como parte del pluralismo que debe existir en una sana sociedad. Otros comentarios aluden a la firmeza de carácter de la mandataria, a su preparación e inteligencia, y auguran que cuando las circunstancias le sean propicias se deslindará de AMLO, dará a su gobierno su sello personal y pondrá límites a las que ahora son desorbitadas embestidas de Morena –o sea de López– contra la integridad constitucional y el ejercicio de la democracia. No faltarán quienes, al ver la actual conducta de la Presidenta, miren con escepticismo esas opiniones. Ciertamente se ha mostrado obsecuente seguidora de las políticas de su antecesor, y apenas ha dado algunas leves muestras de independencia frente a él. Aun dichos opinantes, sin embargo, estarán de acuerdo en que la nueva Presidenta no puede sacudirse de la noche a la mañana la influencia de quien la designó. Aquí cabe recordar a Lázaro Cárdenas, que antes de poner de patitas en la calle a Calles se aseguró el apoyo de los comandantes de las diversas zonas militares del país y de los principales líderes políticos. A ese respecto me viene a la memoria un expresivo dicho mexicano que aconseja prudencia en el manejo de las cosas: “Con tiento, santos varones, que el Cristo está apolillado”. Los caminos de la política no son para correr, pues con las prisas se puede tropezar. Los italianos dicen: Presto e bene, rado avviene. Aprisa y bien rara vez van juntos. Eso se aplica lo mismo a los actos de gobierno, que han de ser cuidadosos, cautelosos, que al acto del amor, que debe ser despacioso, deleitoso. Y más no digo, porque ya estoy tomando otro rumbo distinto al que emprendí... Llegó a su fin el trance erótico en la habitación número 210 del Motel Kamawa. El galán hizo un comentario poco afortunado: “Siempre dijiste que no harías esto, sino hasta después de casarte”. Replicó su dulcinea: “Ya me casé”... “Soy ninfómana”. Eso le informó la nueva paciente al doctor Duerf. Acotó el reputado analista: “Podré atenderla mejor si saca la mano de ahí donde la metió”... Penalina le confió a su robusta amiga Crasia: “Mi marido me hace sufrir mucho. En seis meses que tengo de casada he rebajado 13 kilos”. Con suplicante acento pidió Crasia: “¿Me lo prestas?”... FIN.
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