César Duarte: Malos políticos tiene México
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En los tiempos de la dominación priista la gente solía decir de los gobernantes: ‘Que roben, pero que hagan’. Hoy roban y no hacen, y lo poco que hacen lo hacen mal
Curiosa palabreja es “hinchahuevos”. El adjetivo se aplica a quien es latoso, molesto, fastidioso. A esa nociva especie pertenece Jactancio Elátez, sujeto narcisista, ególatra y pagado de sí mismo. Estuvo con una sexoservidora en la habitación número 210 del popular Motel Kamawa. Terminado el consabido trance la mujer le preguntó: “¿Y el dinero?”. Respondió, displicente, el hinchahuevos: “Ahí déjamelo, sobre el buró”... Muy bien dice este sabio decir: “El poder apendeja a los inteligentes, y a los pendejos los vuelve locos”. Puedo hacer míos los versos de mi poeta de cabecera, Ramón López Velarde: “No he buscado poder ni metal, / mas viví en una marcha nupcial”. Y luego: “En mi pecho feliz no hubo cosa / de cristal, terracota o madera / que abrazada por mí no tuviera / movimientos humanos de esposa”. No miento si digo que jamás en mi vida he buscados cargos de los que conllevan el ejercicio del poder. En lo que al metal –o sea al dinero– atañe, la tranquilidad económica de que disfruto en estos mis años crepusculares no se debe a algún afán mío por allegarme bienes de fortuna, sino a la generosidad de mis editores y a la cuidadosa administradora que fue la amada eterna. Aquí cuadra otra cita del poeta de Jerez: “Dios, que me ve que sin mujer no atino / ni en lo pequeño ni en lo grande, diome / de ángel guardián un ángel femenino”. Digo esto porque hay algunos a quienes el poder obnubila. (Un momentito, por favor. Voy a ver qué es eso de “obnubila”. Define el lexicón de la Academia: “Obnubilar: Nublar. Ofuscar o confundir”). Así, obnubilados, esos tales se sienten absolutos, o sea absueltos de cumplir las leyes que a los demás obligan. Muchos de los muchísimos males que ahora sufre México se deben a una necia, por no decir estúpida frase: “Y no me vengan con el cuento de que la ley es la ley”. El poder, a más de obnubilar, ensoberbece, y la soberbia es la madre no sólo de todos los pecados, sino también de todos los errores. Tal es el caso de César Duarte, exgobernador de Chihuahua, preso ahora bajo la acusación de haber cometido delitos graves durante su gobierno. Desde luego la persecución judicial de políticos obedece generalmente a causas de política, pero los cargos públicos deben ser ocasión de servicio, no de búsqueda de medro personal. El nuevo alcalde de un pequeño pueblo le reclamó a su recién salido antecesor: “Compadre: abrí la caja de la tesorería y había en ella un desgraciado peso”. “Ah, caray, compadre –se apenó el otro–. Pos es que no lo vi”. En los tiempos de la dominación priista la gente, resignada a la corrupción como mal endémico del país, solía decir de los gobernantes: “Que roben, pero que hagan”. Malos políticos hay ahora que roban y no hacen, y lo poco que hacen lo hacen mal. Por eso México está como está: ligeramente jodidísimo... La esposa de don Chinguetas lo interrogó, furiosa: “¿Quién es la vieja con la que te vi del brazo y por la calle?”. Replicó el tarambana: “Ni me lo preguntes. Bastantes problemas tuve para explicarle a ella quién eres tú”... El visitante dijo en la recepción del hospital: “Vengo a ver al paciente a quien atropelló una aplanadora”. Le informó la recepcionista: “Está en los cuartos 120, 121 y 122”... Yanoso Pla es el nombre de este señor de edad provecta. Contrajo matrimonio con una damisela en flor de edad. No hizo caso del refrán que dice: “Casamiento a edad madura, cornamenta o sepultura”. La noche de las nupcias no daba trazas de consumar el matrimonio. Su desposada le preguntó, anhelosa: “¿Cuándo lo haremos?”. Con feble voz replicó el maduro caballero: “Tú dime el mes y el día, linda. Yo te diré el año”... FIN.
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