Coahuila A.C.: ‘Caridad’ empresarial con recursos públicos
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El 8 de febrero de 2023, publiqué en este mismo espacio un artículo titulado “Coahuila S.A.”. Mi objetivo era sencillo: exponer las razones por las que creo que el Gobierno de Coahuila se maneja como una empresa mercantil, con algunas reglas y jugadores que no están previstos en la Constitución del Estado ni en las leyes secundarias y, sin embargo, opinan, influyen y actúan de acuerdo con sus intereses extraconstitucionales.
En Coahuila S.A., el director general de la empresa es el gobernador en turno, su único contrapeso está en la Presidencia del Consejo de Administración y el Consejo mismo. Existen tenedores de acciones, algunos con más fuerzas que otros. En esos contrapesos no aparecen ni los órganos constitucionales ni los autónomos. El sector empresarial forma parte del consejo, algunos empresarios son más importantes que otros.
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Todo esto viene a colación por el lanzamiento de la llamada “Fundación del Empresariado Coahuilense”. Aclaro, toda iniciativa social es loable, más cuando proviene del sector privado y ciudadano, siempre y cuando sea transparente en sus acciones. Si se trata además de un proyecto financiado por sus impulsores, que aportan capital propio, no hay nada que reclamar y todo por aplaudir.
Por lo que escucho y leo, se trata de una fundación nueva que nace con el apoyo evidente del Gobierno del Estado. Conozco a muchos de sus integrantes, de algunos tengo muy buena opinión, de otros la tengo regular o francamente mala. Pero ese no es el tema. El tema es para qué nace y cómo se fondea la organización.
En sus redes sociales se declaran “Asociación Civil sin fines de lucro, fundada en 2024 para impulsar proyectos que mejoren las oportunidades de la población vulnerable”. Vale, interesante misión, y en ello les deseo mucha suerte. Ojalá en el trayecto tomen en cuenta la opinión de esa “población vulnerable”, en lugar de dictar recomendaciones para quienes viven una vida que los socios de la fundación desconocen. Pero bueno, eso ya no es mi asunto, mucho menos cuando se trata de una iniciativa privada; están en su derecho.
El asunto se volvió de nuestra incumbencia, de la de usted y de la mía, de la de todos los coahuilenses, cuando el Gobierno del Estado decidió entregar a la fundación una parte proporcional del Impuesto Sobre Nómina. VANGUARDIA, en nota del 15 de octubre señala: “La fundación administrará hasta 20 por ciento de los ingresos generados por el aumento del 1 por ciento del Impuesto Sobre Nómina (297 millones de pesos proyectados para 2024)”. El objetivo, en esta etapa, es apoyar “proyectos sociales en áreas claves como educación, salud, medio ambiente, prevención de delitos, desarrollos sociales y participación ciudadana”.
Van dos preguntas muy concretas ante el evidente y público anuncio de que se entregarán recursos públicos que provienen de los contribuyentes, no sólo de los socios de la Fundación.
1) ¿Quién los designó como representantes de todos los que pagan el Impuesto Sobre Nómina? Contribuyen al ISN, lo sabemos, empresas grandes y pequeñas. Entonces, ¿por qué ellos y no otros?
2) ¿Cómo justifica el Gobernador del Estado la entrega de una parte del patrimonio estatal a una organización particular como esta? Independientemente de la aparente nobleza, con recta intención o sin ella, quienes integran la asociación civil no fueron electos por el pueblo y no están sujetos a los controles que establece la ley para el ejercicio del gasto público.
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Una fracción del empresariado coahuilense ha decidido “hacer caridad” con dinero que no le pertenece, dinero del pueblo, generado por los impuestos que pagan cientos de empresarios de Coahuila, y el gobernador les ha dado todas las facilidades para ello.
Parece ser que Coahuila S.A. decidió crear y fondear con recursos públicos una fachada “caritativa”, libre de todo control legal o político. De pasada legitimará la promoción política anticipada de tales o cuales dirigentes leales, con recursos públicos.
No entienden, que no entienden. Por ese tipo de maniobras elitistas, los han echado del poder estado tras estado. Por eso, en Estados Unidos echaron del poder al Partido Demócrata. Por el petulante y soberbio afán de dictar recetas desde la cúpula del poder sin adentrarse en la cruel realidad que ha generado su forma de gobernar: Una desigualdad atroz donde los accionistas atesoran y amasan más ganancias, mientras los trabajadores, obreros y ejecutivos se quedan mirando. Lo escucho de muchos ejecutivos de nivel medio y medio alto de muchas empresas. Menos “caridad patronal” con bandera ajena; mejor apuesten a salarios y calidad de vida para quienes, con su esfuerzo, llenan las bolsas de los accionistas. Los están viendo, aunque no lo crean y aunque no lo vean.