Coahuila: Breve miscelánea de cartuchos políticos quemados
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Alfonso Yáñez “Charreola”. Buen reto y bronca tiene el rector de la UAdeC, Octavio Pimentel Martínez, con esas cuñas que tiene como enemigos jurados en la Facultad de Jurisprudencia. Odio jarocho le tiene el director Alfonso Yáñez Arreola, así como sus alfiles el “Topillo”, doña Silvia y don Beto “balaceras”, el mismo que atentó a balazos contra un periodista. ¡Puro cartucho quemado! Peor aún es la degradación de esta escuela de leyes. En esa facultad están vendiendo títulos de licenciatura en Derecho, diplomados y maestrías. Ahora cualquier pelafustán es capaz de dar cátedra en más de cinco materias sin despeinarse. Los maestros más prestigiados sólo imparten una materia que es su especialidad.
Este columnista conoció en el INACIPE al doctor Gustavo Malo Camacho y él sólo impartía Derecho Penal. Don José Fuentes García, en la UAdeC, sólo la materia de Amparo. Don Francisco García Cárdenas, Derecho Civil. Don Óscar Villegas Rico, Obligaciones y don Valeriano Valdez sólo Derecho Mercantil. Pura pica en Flandes. Pero “Charreola” los supera a todos, imparte cinco materias porque a diferencia de esos Tercios del Derecho, él sí tiene un doctorado (“patito”), es investigador de la entelequia y es notario público pero, sobre todo, él sí es “popular chic” y carismático. Y lo peor de todo es que el rector Pimentel no les tiene miedo; ¡les tiene pánico!
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El tesorero del Congreso. Claro que Javier Lechuga es otro cartucho quemado de la política vernácula. Es una imposición lagunera de quien fracasó en recuperar para el PRI las senadurías que el tricolor perdió hace 27 años, Miguel Riquelme Solís. Otro de los mentores del tesorero del Congreso local es Jorge Luis Morán, otro cartucho quemado. Politicón de VANGUARDIA fue contundente el jueves pasado al decir que el Poder Legislativo de Coahuila es costoso y poco eficiente. ¿Crisis de representatividad? Bueno, a los legisladores no se les puede quitar y tampoco al oficial mayor ni al tesorero. Aunque cierto es que la oficial mayor Alejandra Sánchez Simental es honesta, transparente y responsable, pero al tesorero Lechuga lo aqueja el desgaste de la distancia larga y lo quemado de sus mentores. Queda el recurso ineluctable de la “renuncia por motivos de salud”.
Notarios malandros. El último escándalo del notario público que intentó despojar un terreno a su legítimo propietario en Bella Unión, Arteaga, es un hecho que demuestra la degradación notarial en Coahuila. Esto, aunado a las quejas existentes en contra de otros fedatarios fraudulentos, como el denunciado en Parras, nos debe obligar a reflexionar en que este gremio notarial es tan poderoso, tan influyente, tan corrupto, que se arroga una desafiante impunidad. Consecuencia de la discrecionalidad con la cual, los gobernadores al terminar su mandato venden patentes notariales al mejor postor, a lo peor de la canalla leguleya (hay honrosas excepciones) y esos notarios luego quieren recuperar lo invertido a través de la falsificación, el despojo y el fraude.
Y no es un problema propio de Coahuila, pues en muchos estados se repite el mismo esquema. Y es que el problema tiene su origen en la selección adversa de notarios porque, en cierta forma, sin el rigor en los exámenes o sin que estos se apliquen, se escogen a los peores abogados para entregarles el poder de la firma que representa al gobierno estatal. Es urgente una reforma a la ley respectiva. Urge se retire el Fiat a los cartuchos quemados del Notariado en Coahuila. ¿Verdad, Saúl?