Coahuila: el alarmante repunte del feminicidio
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La incidencia de feminicidios en el primer semestre de este año en Coahuila tendría que disparar todas las alarmas y provocar la reacción inmediata de la sociedad
La estadística, se ha dicho en innumerables ocasiones, no constituye un fin en sí misma. El objetivo de observar sistemáticamente el comportamiento de los fenómenos sociales −o de los naturales− no es el registro anecdótico de los hechos, sino el ser capaces de medir de forma objetiva el éxito −o el fracaso− de los esfuerzos que realizamos para incidir en la realidad cotidiana.
No medimos para tener datos, sino para contar con información que nos permita tomar decisiones. ¿En qué sentido? En el del beneficio colectivo, es decir, en el de la ruta que nos hemos propuesto como sociedad para alcanzar un cierto estadio que consideramos mejor para todos.
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Lo anterior es particularmente cierto cuando lo que se mide es la incidencia de las conductas que consideramos indeseables y, en particular, aquellas que hemos clasificado como delitos. Observar de forma permanente el comportamiento estadístico de estas variables sirve para tener claro si las estrategias de combate a dichas conductas están siendo eficaces o no.
El comentario viene al caso a propósito de la estadística que publicamos en esta edición, relativa al alarmante incremento en el número de las carpetas de investigación iniciadas por la Fiscalía General del Estado por el delito de feminicidio.
¿Por qué es alarmante el incremento? Porque en el primer semestre del año la incidencia de este delito en Coahuila ya igualó el número de los registrados durante todo el 2023. Tal estadística muestra una tendencia que, de continuar, nos haría volver a los niveles registrados entre 2019 y 2023, cuando en promedio ocurrieron 23 feminicidios en Coahuila cada año.
Más aún: la cifra evidencia un claro retroceso respecto de la positiva evolución que dicho indicador mostró durante 2023, cuando la cifra de feminicidios descendió a 11 en todo el año, es decir, menos de uno por mes.
Y aunque la cifra anterior tampoco es aceptable, pues un sólo feminicidio es demasiado, debe destacarse que el año previo −2022− cerró con 23 casos, lo cual implica que en 2023 se logró una disminución de más del 50 por ciento en este delito.
¿Qué explica este nuevo repunte y la tendencia que amenaza devolvernos a las cifras del pasado reciente? Una primera hipótesis sería que cualquier cosa que se esté haciendo, desde las instancias públicas, para prevenir el feminicidio no está funcionando. La alternativa, que resulta mucho más grave, es que dejó de hacerse lo que funcionó en 2023 y había tenido éxito.
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Una tercera posibilidad es que el descenso de 2023 fue realmente obra de la casualidad y no tiene nada que ver con la actividad desplegada por las entidades públicas o las organizaciones sociales.
Cualquiera que sea la respuesta, lo que los números de este año deberían provocar es una reacción inmediata de las instancias gubernamentales y las organizaciones sociales para actuar con urgencia y atajar la ola de violencia feminicida que azota a Coahuila en este momento.