Coahuila: El trabajo de la Secretaría de Cultura debe reflejar una madurez con calidad
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No hagan caso a la estorbosa burocracia si obstaculiza la libertad del trabajo cultural, pues este debe transmitir a la población la cultura en todo su esplendor
El programa de ejecución de los trabajos a desarrollar por parte de la Secretaría de Cultura de nuestro Estado suponemos que fue aprobado por un consejo de expertos en las diferentes manifestaciones culturales.
Ya pasó un año de este nuevo gobierno estatal y considero que esa instancia ha mostrado cierta insuficiencia en su labor; su tarea es conducida en forma piramidal, demeritando su labor, pues ese trabajo recorre hasta la base, o sea que si la cabeza falla al tomar decisiones, es claro que todo lo demás falle también.
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El puesto de la titular, lo sabemos, obedece infortunadamente a compromisos de carácter político. Ese es el riesgo de que la política se mezcle con la cultura. Por ello, es conveniente que se conduzcan con pasos separados, pues lo sustantivo de su encomienda es penetrar socialmente como una función que eleva el espíritu y no encuadrarla con tintes recomendados por el poder.
¿Cuáles son las directrices establecidas que señalan los criterios para la selección de los artistas, de los disertadores, de las exposiciones, de las obras de teatro, de los conciertos, de las ciudades donde se presentarán y ante qué tipo de público?
En toda actividad el cambio es importante y alentador que no debe dar lugar a resistencia, pues en este caso, al hablar sobre la cultura, se intuye que es necesario analizar costumbres y experiencias, identidad y derechos culturales de los habitantes según la ciudad donde se desarrollará tal o cual evento, enfocando líneas de acción de manera que impacten a quien va dirigido, después, claro, de solicitar propuestas de grupos de intelectuales con el fin de que el esquema cultural se conforme con variedad de opiniones, no sólo que se elabore en forma unilateral, pues con la colaboración interdisciplinaria realmente su desarrollo es efectivo.
Desde luego, para lograr el programa cultural de Coahuila, éste debe tener el soporte financiero que le dé seguridad para el desempeño de la actividad y derive en éxito, por lo que de igual manera se necesita, como en una buena orquesta, que la batuta sea manejada con movimientos que denoten independencia y precisión en su manejo.
La cultura es crear, se cocina aparte, es renovarse, es emprender, es humanismo, no se debe ver sólo como una actividad que el gobierno tiene que promover y cumplir dentro de su Plan Estatal de Desarrollo.
La cultura se nutre de múltiples manifestaciones del arte que deben esparcirse, no sólo es atenerse a presentar programas variados con artistas de todas las corrientes, como si se tratara de una agencia de colocación de cantantes, de grupos musicales, de actores, etcétera. Eso nos llevaría a la decadencia.
Es cierto que no se trata de convertir a la Secretaría de Cultura como propagandista de conciertos filarmónicos o de genios disertantes, pero sí de organizar eventos dirigidos a segmentos de la población que ayuden a elevar los niveles culturales logrados por la calidad de elementos artísticos que ayuden a espantar la inseguridad.
La cultura es sensibilidad, es tocar lo sublime, es humanismo; humanismo de educación no humanismo político, como dice Dietrich Schwanitz.
La cultura esparce vientos propagadores de felicidad, de alegría y de creatividad; la Secretaría de Cultura debe ser coadyuvante, ofreciendo programas que mantengan a la ciudadanía ocupada en estos aspectos que la dignifican y la alejan de lo dañino.
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No hagan caso a la estorbosa burocracia si obstaculiza la libertad del trabajo cultural, pues este debe transmitir a la población la cultura en todo su esplendor, de modo que constituya un ungüento de tranquilidad que alimenta el espíritu.
No se impongan programas culturales con recomendaciones oficialescas, pues contaminarían su esencia y correrían el riesgo de echarlas a perder, demostrando que la política y la cultura no son buenas compañeras. En el caso de Saltillo, reafírmese la fuerza de ser una ciudad culta de la que presumimos. Queremos más cultura.
“Hay la misma diferencia entre un sabio y un ignorante que entre un hombre vivo y un cadáver”, Confucio.
Se lo digo EN SERIO.