Coahuila: Luz Elena Morales y Cecilia Guadiana, legisladoras con intuiciones divergentes
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Ante el activismo precoz de la legisladora Cecilia Guadiana está la madurez confiable de la legisladora Luz Elena Morales
El derecho parlamentario forma parte de nuestra realidad jurídica, aunque por mucho tiempo fue ignorado dentro de las clasificaciones clásicas de la ley. Tan es así que aún no existe como materia obligatoria ni opcional en el plan de estudios universitario a pesar de que en los Congresos se legisla la ley, razón de ser de las escuelas de derecho. Debido a la carencia anterior, el Congreso local de Coahuila es como una escuela, digamos secular, donde se forman excelentes parlamentarios que luego trascienden en la vida pública estatal y nacional.
Justo es reconocer hoy el desempeño al frente del Poder Legislativo a la diputada Luz Elena Morales Núñez, la primera presidenta del Congreso de Coahuila en más de 200 años de historia. Su actuación ha sido un aliento al espíritu formativo de las diputadas y diputados. El pluralismo, la equidad, el compromiso social y transparencia. Su apertura democrática es notable porque en esta legislatura la sociedad civil ha presentado 11 iniciativas y reformas de ley. Qué mejor escuela que los Cabildos y el Congreso local en la formación política de la ciudadanía. En ellos se adquiere oficio y sensibilidad colegiada. El gobernador Manolo Jiménez ya fue regidor y diputado. Asimismo la diputada Luz Elena Morales. También el presidente del Poder Judicial Miguel Mery ya fue legislador.
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Cabildos y Congresos otorgan atributos políticos apreciables, como el resolver asuntos en colegiado y no en decisiones unipersonales. Eso abona a la humildad política que actualmente destaca en el gobernador Jiménez, la diputada Morales y el magistrado Mery. Asimismo Cabildos y Congresos enseñan el trabajo en equipo, a debatir y convencer. Oratoria y retórica. La sensibilidad en asuntos colectivos y escuchar a los demás. Por cierto, el jueves pasado la diputada Luz Elena Morales informó a sus representados del Distrito 13, a quienes escucha y responde.
RIPIO
Otro tema es el de la senadora Cecilia Guadiana Mandujano, quien impuso como superdelegado federal en Coahuila a su novio, Américo Villarreal Santiago, asunto que nos mueve a recordar al notable canciller inglés George Canning, quien le confería a la amistad un giro diplomático que lo distanciaba de las amistades con tendencia interesada porque, como él aseguraba, en la diplomacia y en la política el confiar en la amistad es exponerse a los riesgos del error: “En el poder se concentran las leyes que destruyen con más frecuencia la amistad”. Y tenemos al respecto ejemplos desastrosos: el de nuestra paisana Rosario Robles y su amistad con el argentino Carlos Ahumada. Y el caso extremo, cuyas consecuencias seguimos pagando los coahuilenses, el de la interesada amistad que el tamaulipeco Javier Villarreal Hernández tuvo con los políticos de esta entidad.
Y conste que Javier Villarreal no fue el primer tamaulipeco que vino a Coahuila a buscar poder y fortuna, pues Rogelio Montemayor trajo a varios que se fueron bien cargados.
Es momento para advertir que Américo Villarreal nada tenía que ver con Coahuila, sino el noviazgo con Cecilia Guadiana, cuya amistad lo trajo a esta entidad. Y el caso es que la senadora Guadiana ya muestra un prematuro activismo por la gubernatura estatal.
La influencia creciente de Américo en Coahuila es ya manifiesta. En caso de que Cecilia llegara al poder tendríamos a una “pareja gubernamental”, nos llenaríamos de tamaulipecos y estaríamos en peligro de que surja otro Javier Villarreal Hernández.
Ante el activismo precoz de la legisladora Cecilia Guadiana está la madurez confiable de la legisladora Luz Elena Morales. Dos proyectos, dos intuiciones divergentes.