¿Cómo cocinar nos hizo humanos?

Opinión
/ 14 diciembre 2021
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En la antigua Grecia, Aristóteles solía referirse al ser humano como un “animal político”. Algunos años más tarde, también en Grecia, Galeno de Pérgamo logró diseccionar varios tipos de animales y descubrió que sus órganos, tejidos, venas, arterias y huesos eran similares a los de los humanos. En el siglo 18, Charles Darwin, Thomas Huxley y Ernest Haeckel demostraron de manera concluyente que los humanos no son un producto de la creación, sino de la evolución.

Y a pesar de que no somos los más fuertes, los más rápidos ni los más altos, tampoco tenemos garras para atacar ni caparazón que nos defienda, y nuestras mandíbulas son débiles, la evolución nos colocó, a los humanos, como la especie dominante del planeta. ¿Cómo se puede explicar eso?

Los científicos han teorizado por años que fue por dos cosas: un pulgar oponible y el fuego y la capacidad de cocinar. Todo habría iniciado hace 4 millones de años, cuando nuestro antecesor, el Australopithecus, levantó la vista y adoptó una postura bípeda. Pasaron 2.5 millones de años más hasta que el Homo habilis, con la ayuda del pulgar oponible, utilizó palos y piedras como rudimentarias herramientas. Medio millón de años después, el Homo erectus logró avances notables al manipular el fuego utilizándolo para cocinar. La carne ya no se comía cruda, lo que posibilitó una dieta con base en proteínas que modificó su cerebro aumentando sus capacidades y funciones.

El hombre comenzó a cocinar y disminuyó el tamaño del intestino y de los dientes, y aumentó el tamaño del cráneo, lo que llevó a un cerebro más grande y complejo con un mayor número de conexiones neuronales. Esto provocó cambios anatómicos, fisiológicos y psicológicos, pues los alimentos cocidos les permitieron una mejor digestión y disminuyó la energía que gastaban en hacerla. Ese resto de energía hizo a sus cerebros crecer y les dio a los primeros cocineros ventajas biológicas para sobrevivir y reproducirse mejor que antes. Sus genes se propagaron y sus cuerpos respondieron a esta adaptación.

El fuego les proporcionó protección. Ahora dormían en el suelo y no en los árboles; con el calor arrojaron el vello corporal y pudieron correr más lejos y cazar más. Comer reunidos alrededor del fuego les hizo aprender a socializar y a moderar un poco su temperamento. Se había dado un gran salto evolutivo pues un grupo de prehumanos se convirtió en Homo erectus y luego en Homo sapiens: la humanidad había iniciado.

La base de esta teoría, de que cocinar significó cambios notables en la evolución humana, ha sido planteada por Richard Wrangham, antropólogo y catedrático de la Universidad de Harvard que publicó el libro “¿Cómo cocinar nos hizo humanos?”.

La teoría sostiene que el cocinar pudo haber comenzado hace dos millones de años. Para lograr esto, algunos de nuestros antepasados tempranos, tal vez no mucho más avanzados que los chimpancés, tuvieron que entender el concepto de la transformación de los alimentos.

Lo curioso es que el propio Richard Wrangham, junto a otro grupo de científicos, experimentó con algunos de nuestros antepasados que aún viven en la Tierra y, bajo el título “Si los dejan, los chimpancés podrían aprender a cocinar”, inició una investigación que probó que aunque los chimpancés actuales no han descubierto aún la manera de utilizar el fuego −pues fueron cautelosos en darles acceso a dispositivos de cocina reales−, en un ambiente simulado pudieron seguir una serie de indicaciones que, de haber tenido una oportunidad real de cocinar, lo hubieran hecho.

Y ello a pesar de que una dificultad obvia en este experimento fue que los chimpancés intentaron cocinar sus alimentos, probando además su paciencia al resistirse a comer alimentos crudos.

Los científicos dicen que, aunque la hipótesis de la cocina pudiera parecer tonta para algunos, pensar que el uso del fuego fue el principal impulso para convertir chimpancés en humanos, de nuevo pudieran empezar a formar seres que quizás, en un futuro no muy lejano, evolucionen en la segunda especie que se convierta en humanos, después de los humanos. Así que quién sabe, quizás en un futuro lejano, los propios chimpancés evolucionados pudieran dominar el planeta y construir un mundo más justo y equitativo.

@marcosduranf

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