Compromiso esperanzado y confiado

Opinión
/ 9 septiembre 2025

Comprometerse con la verdad, con el amor, con la justicia y con libertad ha sido siempre el camino ético que lleva a un nivel de excelencia la relación de convivencia, en actitud de mutuo respeto.

Comprometerse es un verbo virtuoso.

Quien se compromete está empeñando su palabra. Está haciendo una promesa. Está ofreciendo una actuación. Está expresando su voluntad de cumplir, de no omitir. Está asegurando que quiere dar seguridad y ser confiable. Algunas veces se da algo en prenda. Como aquel que arrojó su espada a la otra orilla para no dejar de ir por ella, saltando la corriente. O este que da un adelanto comprometiéndose a pago completo futuro.

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Algunas veces el compromiso es arriesgarse a sufrir una sanción si algo ofrecido no tiene cumplimiento.

El compromiso genera una doble esperanza: la de poder realizar lo acordado y, en correspondencia, la esperanza de contar con que se logrará el buen resultado anhelado y prometido. Eso ya se apoya en una recíproca confianza en la aptitud y en la buena voluntad de quien se compromete y de quien acepta, anudándose así una recíproca confianza.

PARA DAR SEGURIDAD

Escribir y firmar ha sido el proceso acostumbrado para formalizar compromisos con la constancia de un documento.

Comprometerse con la verdad, con el amor, con la justicia y con libertad ha sido siempre el camino ético que lleva a un nivel de excelencia la relación de convivencia, en actitud de mutuo respeto.

Es más que decencia o civilización. Es la manifestación admirable de la auténtica dignidad humana que evita contaminaciones deshumanizantes.

Lo peor que puede pasar en lo internacional, lo nacional, lo político, lo laboral, lo conyugal y lo familiar es nunca comprometerse o frustrar los compromisos con incumplimientos que rasgan la esperanza y asfixian la confianza.

LOS MALES Y EL REMEDIO

En esos casos sólo queda la soberbia y la codicia, intoxicando un trato que se vuelve salvaje de egoísmos en pugna, expresadas con violencias y descalificaciones.

Se causa un progresivo daño recíproco, cayendo en enemistad pandémica. Polarizaciones y discriminaciones crean ambientes irrespirables de desconfianzas, inculpaciones untadas de malevolencia pésima.

Se esparce una adicción al conflicto enfermizo, excluyendo las virtudes cívicas con tumores de agresión cínica, torpe e impulsiva que degrada y envilece la actitud y el lenguaje en toda relación.

La educación integral para la madurez del compromiso, en una convivencia sana, equilibrada y feliz, ha de ser prioridad inaplazable para cualquier encuentro existencial permanente, siempre renovado y mejorado.

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REENCUENTROS GENERACIONALES

Es tradición en nuestra ciudad.

Se fomentan esos encuentros de edad madura. Son generaciones estudiantiles, ahora en vida profesional. Son parientes del mismo apellido que convergen desde lejanías en días de misa, juegos y banquetes.

Son gente de las mismas aficiones literarias o deportivas, en degustaciones de sopa, bocado y trago.

Son aniversarios de grupos de voluntariado que comparten buenas noticias y alegre amistad.

Es un carisma colectivo que hace un clima de familia y de regocijo por sentirse compañeros en la gran aventura de la vida.

TÉ CON FE

-¿Por qué hay tantos que están deprimidos, melancólicos, quejumbrosos, desanimados, aburridos, asustados, enojados y entristecidos?

-Es que no saben lo felices que son. No saben que en cada instante son amados por un amor infinito, no por su conducta, sino por su persona. Cada respiración es un soplo que da vida. Cada palpitación es una gota que los mantiene vivos. Son declaraciones de amor divino sin palabras...

Columna: Claraboya. El autor de Claraboya, quien ha escrito para Vanguardia desde hace más de 25 años, intenta apegarse a la definición de esa palabra para tratar de ser una luz que se filtra en los asuntos diarios de la comunidad local, nacional y del mundo. Escrita por Luferni, que no es un seudónimo sino un acróstico, esta colaboración forma ya parte del sello y estilo de este medio de comunicación.

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