Corredor Saltillo-Ramos; lo ‘ahogan’ los autos y la solución no es ampliarlo

Un auto particular mide, en promedio, cuatro metros. Con esa medida en mente, hagamos un esfuerzo de imaginación para concebir el espacio que se requiere para colocar 94 mil vehículos juntos. Incluso si se colocaran defensa contra defensa, formarían una línea de 376 kilómetros de longitud.

Dividamos el número entre seis pensando en que todos esos autos se encuentran sobre una vía de media docena de carriles. La fila sigue siendo inmensa: poco más de 62 kilómetros y medio. Más o menos la distancia que existe entre Ramos Arizpe y Santa Catarina.

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El ejercicio de imaginación sirve bien para dimensionar el volumen de vehículos automotores que circular diariamente, de acuerdo con el Gobierno Municipal de Ramos Arizpe, entre dicha ciudad y Saltillo, a través del bulevar Venustiano Carranza.

Se trata de 94 mil unidades -no solamente autos promedio, sino también unidades de carga de muy diversos tamaños- que circulan, ciertamente, a lo largo de todo el día. Pero estamos hablando de más de 3 mil 900 vehículos por hora o, si se prefiere, más de uno por segundo.

Con todos estos datos, a nadie puede extrañarle que el tramo referido se haya convertido en uno que prácticamente se encuentra en “hora pico” en todo momento, sobre todo a lo largo de la jornada laboral ordinaria, es decir, de las 7 de la mañana a las 10 de la noche.

En realidad, son muy pocas las horas en las que dicha vía no luce congestionada. Y eso ocurre solamente durante la noche, cuando la mayor parte de las personas duerme.

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Frente a tal realidad, y ante el inminente incremento en el flujo vehicular que se prevé con la llegada de la planta de la automotriz Tesla, el alcalde ramosarizpense José María Morales Padilla ha dicho que es necesario ampliar el bulevar Isidro López Zertuche para desfogar por ahí una parte del flujo vehicular entre las zonas metropolitanas de Saltillo y Monterrey.

Se trata, a no dudarlo, de la solución clásica que a cualquiera le vendría a la mente en primer lugar. Sin embargo, como lo demuestra la experiencia, no se trata de la solución idónea.

De hecho, los cientos de millones de pesos que costaría realizar dicha obra -que incluiría un puente vehicular- es preferible invertirlos en explorar, incentivar y garantizar otros mecanismos de movilidad para las personas que deben trasladarse entre Saltillo, Ramos Arizpe y Monterrey.

Construir más y más amplias avenidas para los coches, está sobradamente probado, constituye un contra sentido y solamente abona al recrudecimiento del problema. Lo que se requiere es exactamente lo contrario, es decir, desincentivar el uso de los vehículos particulares para, con una menor densidad de autos en circulación, agilizar el tránsito.

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Ya tenemos, a estas alturas, suficiente evidencia respecto de lo inconveniente que resulta, para la calidad de vida de todos, el concebir el desarrollo urbano a partir del auto. Cabría esperar que no sigamos tropezando con la misma piedra.