Crisis en la frontera: ¿quién gana con el caos migratorio?
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Estuve varios días en Piedras Negras e Eagle Pass, esto me brindó la oportunidad de mirar de cerca la crisis migratoria tal como se vive en la frontera. En pocas palabras: los migrantes van ganando. ¿A quién están ganando? A los que, a toda costa, se proponen evitar que ingresen a territorio estadounidense.
El problema más sentido entre la población fronteriza deriva del caos que impera en el cruce vehicular de una ciudad a otra, pero a todo se adapta uno, cruzar a pie es opción. Numerosas publicaciones en redes sociales de familias comparten su experiencia. La distancia es pequeña, no toma más de diez minutos y la espera, en total, no suele rebasar los veinte, pero en esta era de predominio del automóvil, la gente olvida que muchas cosas pueden hacerse caminando y que a pie pueden realizarse más rápida y cómodamente.
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La presencia de migrantes en la calle no va más allá de llamar la atención, sin mayor escándalo, si la comparamos con la oleada de hace unos años, los pobladores de la frontera parecen haberse acostumbrado. Los migrantes también han perdido la reserva, llegan a tocar a la puerta de los hogares, algunos les ofrece comida o, simplemente, no abren su puerta. Algunos migrantes rechazan los alimentos, necesitan dinero para el camino. Algunos los juzgan, otros los ayudan.
Desde la perspectiva gubernamental la crisis consiste en falta de recursos humanos y económicos y aplica para los dos gobiernos. Frente al número de migrantes, palidece la disponibilidad de policías municipales de Eagle Pass y Piedras Negras, del sheriff del Condado de Maverick, del Estado de Texas, de la Patrulla Fronteriza o de agentes migratorios.
El caudal del río Bravo es bajo. Pude verlo desde el puente fronterizo. Existen muchas partes donde puede cruzarse sin mayor contratiempo. En Eagle Pass me dicen que hay mucha gente cruzando con la mayor libertad. De hecho, los que se entregan, tienen un incentivo. Para empezar, al entregarse generan un proceso legal, que automáticamente se pospone por falta de personal. Mientras el asunto se resuelve, en los hechos, pásele al país y déjenos un contacto. Tengamos presente que el indocumentado se mueve debajo del radar, someterse a un proceso legal, cualesquiera que éste sea, cambia su estatus, del “no ser” que es la total indefensión, al “ser”.
En el nivel político −partidista− gubernamental, las pugnas políticas entre uno y otro bando terminan beneficiando al migrante: el gobernador de Texas tiene listos los autobuses para trasladar migrantes al interior del país. Si los gobiernos demócratas los quieren, él se los envía gratis. El migrante, por su parte, aprovecha el viaje, alimentación incluida. Aunque la economía tejana requiere mano de obra, tampoco es problema, porque para eso están los que no se registraron. La economía los absorbe, y asunto arreglado. Todo se reduce a un frío cálculo.
Ahí viene otra oleada de migrantes, se dice que son seis mil, con ellos tampoco podrán. En lugar de resolver, se trata de encauzar lo que se pueda y se deje. A fin de cuentas, el gobierno de Estados Unidos sólo intentará detectar al pequeñísimo porcentaje de delincuentes que, sin duda, aprovecharán la coyuntura para infiltrarse, ya que la masa de migrantes abona a sus intereses.
Algo está claro: no hay solución a la vista. Todos se benefician del statu quo y los migrantes van ganando. Claro, algunos pierden en el camino, vida o integridad física, pero la mayoría está logrando su objetivo. Por eso no dejan de venir.
Los políticos por su parte también ganan, los mexicanos y los estadounidenses. La economía estadounidense gana mano de obra cautiva y barata. López Obrador se hace el indispensable para Estados Unidos. Comitivas oficiales van y vienen para pedir su apoyo, siempre termina por darles gusto, de pasada, aprovechan otras cosas en el combo de la negociación: dinero, aranceles a China, acuerdos políticos. Es un alumno destacadísimo de Luis Echeverría.
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En Estados Unidos, republicanos y demócratas también ganan, unos porque aprovechan para vender su firmeza frente a la migración y explotan el miedo de cara a las elecciones, aunque en realidad hagan poco cuando están en el gobierno. Baste recordar que Trump no construyó su muro y que México no pagó ni un solo peso.
Pero los otros también se benefician. Apelan al electorado más sensible, tachan de inhumanos a los republicanos, aunque terminen haciendo lo mismo que ellos y supeditando el tema migratorio a otros asuntos de política económica, de seguridad o de equilibrio geopolítico.
Todos saltan y hacen ruido, se benefician, pero nunca resuelven nada. Porque les conviene.