Cubrebocas y el aprendizaje emocional

Opinión
/ 28 octubre 2021

No sé ustedes, pero veo cada vez más cubrebocas en el mundo exterior. En los estacionamientos, centros comerciales, camiones urbanos, restaurantes, cines o hasta en las mismas calles y el mensaje que enviamos es: “Soy y existo detrás de este cubrebocas”. Claro que es una necesidad para evitar el contagio del COVID-19 y ahora la variante delta. Y ahora que los niños y adolescentes regresan a las escuelas tienen la obligación de usarlos en todo momento, “No es opción, es obligación”. Sin embargo, tiene una desventaja: Los cubrebocas hacen al aprendizaje socioemocional no imposible, pero sí más difícil.

Definitivamente los cubrebocas evitan el contagio y propagación de la pandemia, pero su uso puede dificultar el aprendizaje social y emocional de nuestros hijos. ¿Por qué? La gran parte de nuestras relaciones sociales tienen que ver con la comunicación no verbal y especialmente con expresiones faciales. Nuestros mensajes van más allá que simples palabras que articulamos. Por lo tanto, cubrir la mitad de nuestra cara puede limitar muchos mensajes emocionales. No estoy afirmando que sea imposible, sino más difícil.

Los maestros nos enfrentamos a un gran reto para poder percibir las emociones de nuestros estudiantes. La escuela a distancia o clases sincrónicas tienen la gran dificultad que no hay una relación física y presente de los alumnos, pero al menos a través de la pantalla podemos ver cómo se sienten. En los cursos que imparto a nivel universidad es una obligación que los alumnos mantengan su cámara encendida toda la clase, no es opción. Muchos maestros consideran que los alumnos tienen la libertad de elegir y su derecho a la privacidad. Entiendo que hay excepciones que algunos estudiantes se sienta mal y que pidan no encender la cámara o que falla el internet, o la cámara de la computadora, y definitivamente hay flexibilidad en esta obligación. Pero no puede ser una norma para todos. La meta más importante del maestro es que sus alumnos aprendan, ¿y cómo lo lograremos si no podemos ver su cara cuando están distraídos, apáticos, tristes, cansados, somnolientos, preocupados, hiperactivos o ansiosos?

Ahora en el regreso a clases presenciales esto se complica más ya que en todo momento, tanto maestros como alumnos, usarán cubrebocas. El reto es mayor pero no imposible para identificar y desarrollar el aprendizaje socioemocional. Tendremos que afinar nuestros oídos para diferenciar las diferentes emociones a través de las voces y ojos. Recuerdo las películas de vaqueros y el viejo oeste donde los delincuentes usaban un paliacate para esconder su cara y no fueran reconocidos por su apariencia. No estoy diciendo no usarlo para prevenir contagiarnos, pero será un poco más difícil que los niños puedan identificar e imitar emociones al no poder ver las expresiones faciales de sus maestros y compañeros de escuela. Los maestros necesitarán un mayor trabajo para poder expresar alegría, sorpresa, enojo o desilusión atrás de un cubrebocas. Entiendo que nuestros ojos pueden decir mucho. Tenemos que practicar usar la parte superior de nuestras caras para comunicar y exagerar nuestras voces para que puedan adquirir un buen aprendizaje emocional. Sé que no es fácil pronunciar fuerte y claramente palabras a través de un cubrebocas y es muy cansado. Pero esto ayudará a nuestros estudiantes a ser más claros en sus conversaciones para poder entenderlos. Y además, nos ayudará a usar nuestras manos y postura corporal para expresar emociones. En otras palabras, el cubrebocas dificulta nuestro aprendizaje y expresión emocional, pero no los hace imposible. Y, además, nos ayudará desarrollar otras formas corporales como los ojos, voz, manos y movimientos musculares para desarrollar nuestra inteligencia emocional.

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