Cuidar y crear
En el último encuentro artístico con la Fundación La Bomba de Miel (Argentina), Carlota Reyna y Fabhio di Camozzi trajeron a la mesa el tema de la maternidad. El diálogo se puso intenso sobre el antes y el después de maternar. Depuramos las ideas preconcebidas, hablamos de la complejidad tecno-científico en torno al tema.
Mientras eso pasaba, veía a Carlota amamantar a Charo, su tercera hija. Esos “apuntes en el mientras la crianza; la medida de lo posible para la creación de una serie” tomaron todo el sentido. Su obrar desde la Fundación y como artista es un poco como el mío, “...venimos pensando en espacios de apertura, para que puedan participar las diversas maneras de hacer arte, arte en el trabajo, arte peregrino, arte nomade, arte en la naturaleza, en la maternidad, en la vida social y sus tantas y miles maneras de presentarse para crear ámbitos de libertad en el mundo”.
Partiendo de la libertad, me gustan las piezas efímeras. Paz Pereira Iraola (Argentina) Es una artista visual que trabaja con materiales de reuso: los teje, anuda, ensambla hasta formar piezas “escultóricas blandas”. Cuando la conocí, se describía como la mujer que mira aves por su ventana. Al investigar más encontré que su obra es muy potente y al mismo tiempo sutil, ligero, colorido, genuino, con dibujos por aquí y por allá de animales que parecen trazados por sus hijos. Pienso en su obra, escucho sus palabras y la veo estirando sus alas, sale, vuela y regresa con algo para ofrecer a su familia y a los que están a su alrededor. Espera en calma, como su nombre, sabiendo que un día regresará al bosque.
Bajo otra potencialidad, pienso en la artista joyera Ángela Rojo (Colombia). Ella dice que es la experiencia más salvaje en la demanda, el trabajo personal, el amor. Yo pienso que los primeros meses de cuidados es como vivir en cautiverio, tratando de entender el instinto más profundo de libertad y protección propia y la de un crío. La serie ¿Yo soy humano, mamá? realizada durante la pandemia, está compuesta de dibujos, fotografías, piezas textiles que registran vivencias con su hijo, juegos de materiales caseros disponibles para crear algo. Todo este proceso lo llevó a la par de amamantar, experimentar ansiedad, cansancio, asombro por lo vivido y lo creado. Contemplar su obra es como desaprender lo aprendido para romper los nudos emocionales. Es como coser nuestras heridas y tejer un abrazo propio, desde cualquier lugar en donde decidamos estar.
Ya que hablamos de tejido y de abrazo propio, Natalia Valenti Fraga es una artista y diseñadora uruguaya. Su obra habita en la serigrafía y el bordado en papel. Trazos, dibujos, árboles, ramificaciones, nodos neuronales y textuales devienen instalaciones. Lo materno, la infancia, la naturaleza está presentes, sin embargo, su pieza Nido es como regresar a nuestra infancia, para sentirnos cobijados, para tomar fuerzas para crecer. Creada a finales del 2019 con la poda de la enredadera de casa de su madre, Natalia rescata las ramas para hacer un gran nido que llevó a la azotea de su casa. Con eso empieza un proceso fuerte de depuración y un regreso a ella. Posteriormente invitó a personas cercanas a participar, o entretejer, ofrendar o a solo tomar un tiempo sobre él. Registró la vida de ese nido, lo llevó a una residencia de arte, a casa de otra colega y de vuelta a la suya. En mayo del 2020 lo llevó a la tierra, a la chacra familiar en donde plantan y recuperan árboles autóctonos. El pasto crece entre el nido ahora. Sin haberme posado sobre él, imagino el estar ahí, sintiendo la calma de los 7 años.
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