Cultura y Pop: Cómo Escribir Novelas

Opinión
/ 23 julio 2024

Tishomingo Blues está traducido al español como El Blues del Misisipi. Pero si consigue cualquier libro de Leonard, seguro vale la pena

Un personaje mira, hipnotizado, a un clavadista saltar a un tanque de cinco metros de diámetro desde una altura de ocho pisos. La chica que está con él le pregunta por qué tanta fascinación. El personaje le responde, “Me gusta ver a personas que consiguen que lo que hacen parezca fácil.”

Esta escena ocurre en Tishomingo Blues, una novela de Elmore Leonard. Y esa es la sensación que uno tiene al leer sus historias: todo parece tan fácil, es tan fluido, que uno pensaría que visualizó la historia de golpe y la escribió de un tirón.

Leonard (1925-2013) siempre fue un escritor pragmático. Para mantener a su familia mientras intentaba convertirse en novelista, a principios de los años cincuenta trabajaba en una agencia de publicidad, y se levantaba a las cinco de la mañana para escribir dos horas antes de ir a diseñar comerciales para vender camionetas Ford. Empezó escribiendo westerns porque eran las historias que las revistas compraban, pero a finales de los sesenta, ya con varios libros publicados pero poco dinero que mostrar a cambio, se dio cuenta de que, a) los westerns no le permitían reflejar todo lo que veía a su alrededor, y b) ahora las novelas criminales se vendían mejor.

Leonard cambio de género literario, pero al contrario que a sus nuevos colegas, a él no le interesaban ni los detectives atormentados ni los psicópatas, mucho menos las lecciones morales o las descripciones detalladas. “Como lector,” decía, “prefiero juzgar por mí mismo cómo es un personaje por su forma de hablar.” Y en vez de tener un narrador fijo, escribía cada escena desde el punto de vista del personaje cuya perspectiva diera más vida a la situación, lo cual servía también para mostrar el universo mental de dicho personaje.

El sueño de los aspirantes a escritor es escribir un libro que los haga famosos. Dios te proteja de tus deseos: ¿serán capaces de escribir otra novela igual de buena? ¿Podrán soportar la presión de las expectativas?

Algunos lo consiguen. Pero hay un segundo sueño que es mucho mejor, y fue el que vivió Leonard: cuando finalmente fue “descubierto” a principios de los años ochenta, ya tenía publicadas más de veinte novelas, y los lectores se abalanzaron a comprarlas, convirtiéndolos en bestsellers años después de su publicación.

Leonard no vivía en Los Angeles ni en Nueva York ni en Paris, sino en un suburbio de Detroit, y para entonces su estilo de vida giraba alrededor de escribir todos los días de nueve de la mañana a cinco de la tarde, y no pensaba cambiarlo. Había superado su alcoholismo, criado a sus hijos, estaba casado en segundas nupcias, y habiendo escrito el millón de palabras que, decía, le llevó descubrir su voz, sabía que escribiría novelas aún mejores que las que ya había publicado.

Quince novelas más tarde, en el 2001, el New York Times le preguntó cuál era su secreto para escribir novelas tan buenas, una detrás de otra. Leonard respondió con las diez reglas que le ayudaban a mostrar, en vez de decir. Todas tienen que ver con la técnica, y al final ofreció una regla más, que juzgó la más importante porque resumía a todas las demás: “Si lo que escribí suena como literatura, lo vuelvo a escribir.”

Nueve años más tarde, inspirado en ese artículo, el periódico inglés The Guardian le pidió a otros quince escritores que dieran sus propias reglas. Ninguno habló de técnica. Los consejos que dieron fueron del tipo “Vive la vida y escribe sobre la vida,” “Mantén un corazón ligero y esperanzado, pero espera lo peor,” y “Honra lo milagroso de lo ordinario.” Muchas gracias.

Volvamos a Tishomingo Blues.

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El clavadista, harto de trabajar en parques de diversiones, ha logrado que un casino lo contrate para hacer su show—tirarse clavados desde ocho pisos de altura. Entramos a Tunica, en el sur de Memphis, en lo profundo del territorio confederado. Trescientas páginas más tarde, el lector está inmerso en el racismo, las drogas, la pobreza, y la ignorancia del sur de los Estados Unidos, las recreaciones de la Guerra Civil, la historia del blues en la región, y el mito de los músicos que vendieron su alma al diablo a cambio de fama. Leonard ha entretejido todos estos temas sin que el lector se percate, entretenido como está en la historia, hasta que finalmente comprende que eso es lo que está sucediendo: el clavadista también tiene que decidir si le vende su alma al diablo.

¿Recuerda lo que discutimos al principio? Aplica también aquí. Los escritores que saben lo que hacen, hacen que escribir parezca fácil.

Posdata: Tishomingo Blues está traducido al español como El Blues del Misisipi. Pero si consigue cualquier libro de Leonard, seguro vale la pena.

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