De consejos y consejas

Opinión
/ 19 julio 2025

La maestra Dolores Correa publicó en 1906 un libro en el cual daba consejos a las madres de familia para prevenir y curar enfermedades. Es muy interesante la lectura de sus páginas, pues retratan la vida cotidiana de aquellos años de principios del siglo antepasado. Leamos a la maestra Lolita:

Envenenamiento-. Al apercibirse de que un niño ha comido cerillos lo primero que debe dársele es un vomitivo. Después de que haya arrojado se le dará un purgante. Por último se le sujetará a una dieta rigurosa, no dándole a comer durante tres días más que pequeñas cantidades de atole.

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Mordedura de perro rabioso-. La eminencia del peligro debe dar en este caso a la madre todo el valor que se necesita para aplicar al niño adorado un hierro candente en el lugar donde ha sido mordido por el perro.

Congestión y hemorragias cerebrales-. Al mismo tiempo que se procura atraer la sangre a los miembros inferiores se debe procurar igualmente desalojarla de la cabeza por medio de compresas de agua fría renovadas incesantemente. Hay que cortar el cabello si es largo.

Epidemias-. La mujer que quiere merecer el título de cristiana no sólo debe defender a los suyos, sino favorecer (en lo posible) a sus semejantes. En una pequeña ciudad de la República se pronuncia todavía con veneración el nombre de una piadosa dama que en la época aciaga del año 40, en aquel terrible cólera que diezmó campos y desoló ciudades, fue el hada benéfica de su ciudad. El régimen que usó para prevenir el contagio no podía ser más sencillo. Consistía en tomar por todo alimento carne asada, arroz cocido y pan frío, y una sola fruta dos veces al día; bañarse dos veces por semana con agua hervida y hojas aromáticas; llevar el vientre cubierto con un parche de perrubia y copal, sujeto con una banda de franela, y en el pecho un escapulario doble, y tan ancho que dejase cubiertos pecho y espalda, llevando en un lado la efigie del Crucifijo y en otro la estampa de la Santa Virgen. Dicho escapulario debía contener una capa de algodón bendito y una bolsita con alcanfor, debiendo ponérsele además, cada tres días, tres gotas de esencia de canela.

De los médicos-. Deben ser muy claros en sus indicaciones, y no incurrir en olvidos o culpables abandonos. Cierto doctor, en el momento en que iba a acostarse después de venir de casa de una enferma, oyó que alguien lo llamaba tocando fuertemente a su ventana y gritándole: “¡Doctor, doctor, venga usted pronto a casa de doña Fulana!”. “Pero, hombre, si acabo de venir de allá, y la dejé muy bien”. “Sí, doctor, pero dice que por vidita suya, que está retecansada, que si ya la mete”. “Si ya la mete ¿qué?”. “La lengua, doctor, porque ya se cansó de tenerla fuera desde que usted le dijo que la sacara”. Como se ve por este ejemplo, las instrucciones de los médicos han de ser siempre muy exactas...”.

Buscar libros antiguos y hurgar con curiosidad en ellos suele entregarme siempre una lección. La de hoy es ésta: solemnísima tontería es decir que todo tiempo pasado fue mejor. Claro al ver lo que hacen la 4T y Morena también es tontería solemnísima decir que todo tiempo presente es mejor.

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Escritor y Periodista mexicano nacido en Saltillo, Coahuila Su labor periodística se extiende a más de 150 diarios mexicanos, destacando Reforma, El Norte y Mural, donde publica sus columnas “Mirador”, “De política y cosas peores”.

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