De la victoria cultural a la derrota

Opinión
/ 9 julio 2025

No saber siquiera celebrar lo sucedido hace 25 años como un punto de partida, un golpe de timón para la nueva batalla por la democracia, es la muestra más perfecta de la derrota cultural

En los años noventa del siglo pasado, tomaron gran fuerza y ritmo acelerado distintos procesos que desembocaron en una transición democrática, que inauguró la alternancia partidaria en el Poder Ejecutivo federal.

La fraudulenta elección presidencial de 1988 y la crisis del sistema político mexicano en aquel fatídico 1994, llevaron a una porción considerable de la ciudadanía y al propio gobierno a la necesaria apertura del longevo sistema autoritario, que daba ya muchísimas señales de desgaste y debilitamiento.

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Desde una oposición partidista que no lograba conformar mayoría en el Poder Legislativo, los partidos, notablemente Acción Nacional, fueron obteniendo y sumando triunfos significativos, no sólo en el plano electoral, sino también parlamentario, de alcance municipal primero y, poco a poco, en algunos gobiernos estatales.

El ideólogo de aquella transición, Carlos Castillo Peraza, llamó a estos procesos la “Victoria Cultural del PAN”. Municipio tras municipio, distrito tras distrito y, de pronto, estado tras estado, muchos ciudadanos se sumaron con entusiasmo a la causa democrática.

Esa oposición conseguía poner en marcha políticas públicas puntuales que redundaban en beneficio para muchas comunidades, no sólo las gobernadas por el PAN, sino también las gobernadas por el PRI o el PRD. Desde una perspectiva cultural, un amplio sector del pueblo mexicano asumió la democracia como algo propio, o lo que entendía de ella.

El 2 de julio del año 2000 culminó una gesta que llevaba décadas tras de sí. De aquella fecha, mirando hacia atrás, la Historia ofrece numerosas muestras de heroicas luchas de muchos mexicanos de todas las corrientes políticas e ideológicas con vocación democrática. En su mayor parte, el siglo 20 estuvo atravesado por muchísimos actos represivos contra las causas de la democracia. Fue hasta el final del complejo proceso que se tornó imparable.

Veinticinco años después de aquel histórico 2 de julio, vemos que el PAN pasó de aquella “victoria”, que proclamó Castillo Peraza, a la derrota cultural. Su presencia y desempeño en el Congreso de la Unión es irrelevante. No existe causa o proyecto legislativo alguno que tenga posibilidades de llegar a buen puerto o implique presión alguna para el gobierno. Peor aún, no cuentan con una causa o propuesta que consiga algún impacto en la ciudadanía. Ya lo hemos dicho aquí, pareciera que la única oposición al régimen sucede dentro del propio partido gobernante o a través de presiones procedentes de la Casa Blanca. En los años noventa, el PRI estaba arrinconado, hoy la oposición partidista y los escombros que quedan de ese partido son los que están arrinconados.

Lo sucedido después de aquel 2 de julio es y seguirá siendo objeto de muchos debates. Presumo que seguirá la polarización, reflejo de la conflictividad económica, política, social y cultural que ha caracterizado desde siempre a las sociedades humanas. Nada de esto puede quitarle el gran significado que tuvo en su momento aquel acontecimiento. Sea como fuere, el aniversario quedó sepultado en la nostalgia de quienes lo recordamos y compartimos nuestras vivencias en redes sociales o entre amigos.

Sabíamos de sobra que el Gobierno iba a ignorar esta efeméride, a pesar de que aquel día Andrés Manuel López Obrador, también fue electo jefe de Gobierno de la Ciudad de México. La oposición electoral que proviene de la izquierda también pasó por alto la fecha, pese a que aquel 2 de julio celebró, junto a Cuauhtémoc Cárdenas, el desplome del PRI. Me parece inverosímil la pobreza de la celebración que se dejó ver en el PAN: un mensaje del presidente nacional, flanqueado por su burocracia en la sede nacional del partido. Palabras de Vicente Fox acompañado por un pequeño grupo de personas que parecen jóvenes, en San Francisco del Rincón. Mutismo total de Felipe Calderón, electo también un 2 de julio, punto.

Electoralmente aniquilados, ignorados en el Congreso por la mayoría gubernamental y por la mayoría ciudadana, en la que no hace mella ninguno de sus mensajes. Todo ello es muestra clara de una derrota cultural evidente. No tener la capacidad de rememorar, reflexionar y sacar conclusiones para una autocrítica constructiva. No saber siquiera celebrar lo sucedido hace 25 años como un punto de partida, un golpe de timón para la nueva batalla por la democracia, es la muestra más perfecta de la derrota cultural del PAN y de todos aquellos que aún viven y la hicieron posible con su esfuerzo y sacrificio.

Facebook: Chuy Ramírez

Columna: Regresando a las Fuentes

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