Piedras Negras: Lo que NO queremos ser

Opinión
/ 2 julio 2025

Toca agradecer a los líderes de las grandes ciudades que nos hayan ignorado. Que nos hayan ignorado por su ambición localista y oligárquica. Gracias a ello y a muchos otros factores, Piedras Negras puede ordenar su crecimiento y planear con responsabilidad

Durante décadas muchos aspiraban a ser como Saltillo. El crecimiento de la capital parecía imparable. Soñaban con que algún día el gobernador nos cumpliera y volteara a vernos en eso de repartir el progreso. Asemejarnos a Monterrey ya eran palabras mayores, un sueño inalcanzable. Nuevo Laredo nos daba envidia, esa frontera que nos lo quita todo, hasta el cruce fronterizo de familias, transporte de carga y gobernantes de Coahuila. Teníamos envidia, de la buena o de la mala.

Al paso del tiempo, ya no parece tan atractivo y la envidia empieza a ceder. La ambición de gobernantes y empresarios focalizada en Saltillo, nos ha salvado de ese “progreso” mal entendido. En la actualidad ya empezaron a cumplirle a Torreón. “Cumplir”, como si de una bendición se tratara. Esa “bendita” ambición también alcanza a los dos Laredos, donde la carga comercial parece imparable, con una población arrodillada ante un libertinaje mercantil que da rienda suelta a la ambición desmedida de accionistas que quieren más y más, cueste lo que cueste y a costa de quien sea. Lo mismo sucede en Reynosa, Ciudad Juárez y, desde luego, Tijuana.

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Hoy, en el México de 2025, Piedras Negras es una frontera limpia, en toda la extensión de la palabra. Es la frontera más segura, la segunda ciudad más segura del país y la primera en eficiencia gubernamental. Hay cosas buenas y otras no tanto que se hicieron para llegar a esto. Pero hay una que, sin duda, tuvo impacto positivo: que no se hayan cumplido esas aspiraciones nos salvó la ambición ajena. El crecimiento con ambición desmedida se frustró y somos muy afortunados por ello.

Piedras Negras enfrenta retos importantes en su crecimiento urbano, pero está muy lejos de los problemas que agobian a esas grandes ciudades. Se sigue gozando de limpieza urbana, se nota en la poca tolerancia de sus habitantes a la basura. La crisis hídrica todavía no nos afecta tanto como a ellos. Los cinturones de miseria, aunque existen, están lejos de ser los de Saltillo, Monterrey o Nuevo Laredo. El tráfico empieza a hacer de las suyas, pero aún estamos a tiempo de solucionarlo.

Hace poco tiempo visité Nuevo Laredo para la captura de huellas dactilares, necesaria para la renovación de mi visa, y fui a Ciudad Juárez para la entrevista. Mi experiencia en Nuevo Laredo fue de una tensión enorme por la inseguridad que se respira. Aunque no sólo del lado mexicano: el centro de Laredo, Texas, es muy triste, lamentable. En la periferia de ambas ciudades imperan los camiones de carga y los accidentes. En Ciudad Juárez me sorprendió el dinamismo constante e imparable, pero todo ello en medio de un desorden monumental, algo similar a lo que sucede en Tijuana o Reynosa.

Creo que ya se cometieron todos los errores posibles en ese empeño de crecimiento urbano sin planeación. No hay necesidad de repetirlos, al contrario, toca evitarlos a toda costa. En Piedras Negras y en Eagle Pass tenemos la oportunidad de resistir ese crecimiento desordenado. Desorden sustentado en los afanes de políticos y empresarios que no tienen límites en su ambición egoísta y con consecuencias desastrosas.

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Creo fervientemente en la economía de mercado, del mismo modo en que creo que ésta sólo puede funcionar para el bien común cuando está limitada por un Estado rector que antepone el bien de todos por encima del bien particular.

Toca agradecer a los líderes de las grandes ciudades que nos hayan ignorado. Que nos hayan ignorado por su ambición localista y oligárquica. Gracias a ello y a muchos otros factores, Piedras Negras puede ordenar su crecimiento y planear con responsabilidad, anteponiendo el bienestar de las futuras generaciones.

Facebook: Chuy Ramírez

Columna: Regresando a las Fuentes

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