De la vista gorda
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Es hermosa y tiene un cuerpo tan curvilíneo como el Bulevar Colosio. Cuando camina por las calles de la ciudad, llama la atención a tal grado que incluso las mujeres no pueden evitar verla. Muy poco se sabe de ella y parece ser una mujer como todas, pero en realidad no lo es.
Algunos la conocen como Brisa, otros aseguran que se llama Pamela, pero su nombre es lo de menos, porque su oficio la obliga a llamarse como su propietario en turno desea.
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Cuando era niña soñaba con convertirse en psicóloga y de cierta forma su sueño se convirtió en realidad. Noche a noche decenas de hombres acuden a verla y a platicar con ella liberándose de los problemas cotidianos existentes en todo matrimonio.
Quizás ser dama de compañía y con ropa atrevida en un bar de la ciudad no es lo que ella soñaba, sin embargo está conforme con su oficio. El dinero que obtiene le permite llevar una vida mejor de la que siempre tuvo.
Pamela es la estrella de un bar ubicado al norte de Saltillo. Cada noche los hombres se pelean por conseguir sus consejos cariñosos a cambio de lo que sea y enloquecen al tenerla cerca o por comprarle boletos para una de las rifas cotidianas del bar.
Ella es la más asediada del bar. Algunos le piden arreglarse por fuera para tener una noche de pasión, y francamente no sé si acceda a tales peticiones de ganancias jugosas.
Muy poco se sabe de ella. Lo único que le puedo decir es que trabaja en un bar del norte de Saltillo y que en ocasiones ha tenido que ofrecer noches pasionales para completar con sus gastos. Aunque parece ser una mujer como todas, en realidad no lo es. Pamela vive de noche, duerme sobre sábanas humildes y se despierta cada día con la inquietud de saber si el hombre al que le vendió sus caricias no la contagió de una enfermedad letal.
Pamela es la protagonista de las fantasías de muchos hombres y, paradójicamente, es protagonista también de su propia desgracia. Sabe que ahora es la estrella del bar donde trabaja, pero también sabe que eso no es para siempre. Por el momento, sólo piensa en ofrecer sus consejos y sus caricias.
Hay muchas mujeres como Pamela trabajando en Saltillo, y en La Aurora, donde existen bares que suelen violar todos los reglamentos en cuanto a horario de operación.
Lo lamentable de esta situación no es la existencia de lugares en donde unas mujeres se dediquen a deleitar con su belleza y con sus consejos a unos hombres que pagan por ello. Esto ha existido siempre y seguirá existiendo mientras haya vida en este Planeta.
Lo triste es que muchas mujeres como Pamela ofrecen sus servicios sexuales por fuera y no existe ninguna garantía de estar libres de enfermedades venéreas.
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Muchos vecinos de dichos lugares se han quejado por la operación a toda hora de dichos bares, pero nada han podido lograr.
Por bien de los saltillenses, y de las propias mujeres que trabajan en estos bares, deben regularse esos giros para que siga cumpliéndose el reglamento para dichos lugares. No queremos funcionarios que se hagan de la vista gorda.
aquientrenosvanguardia@gmail.com