De las cosas en la Narro

Opinión
/ 16 octubre 2022
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“De dónde serán, mamá, serán de la Narro”, reza una canción de la odiosa rondalla de la UAAAN cuya fama trasciende fronteras y generaciones.

La insigne casa de los buitres, una desatinada selección de mascota al tratarse de un ave de rapiña que ni siquiera es de tierras áridas, como las que tenemos en el estado, pero en fin, sabrá Dios qué se metió aquel que escogió el animalito, pero igual se continúa con la especie.

En la antigua heredad de don Antonio Narro y mediante un fideicomiso, legado a los estudiantes de escasos recursos, fue creada el 4 de marzo de 1923 la Escuela Regional de Agricultura Antonio Narro con el principal objetivo de preparar jóvenes en una disciplina profesional para las labores del campo. Sucede que en 1938 la Junta Directiva se declaró incapaz de sostener económicamente a la institución por haber agotado el inicial legado, motivo por el que pasa a depender del gobierno estatal y la denominación cambia a Escuela Superior de Agricultura y Ganadería del Estado de Coahuila; entre 1951 a 1953 pasa a depender nominalmente del Instituto Tecnológico de Coahuila como Escuela Superior de Agricultura Antonio Narro. Y con la creación de la Universidad de Coahuila, en 1957, se incorpora a ésta como una de las instituciones fundadoras.

Finalmente, en 1975, siendo gobernador Eulalio Gutiérrez, un agrónomo consumado, la escuela es elevada al rango de Universidad creando la UAAAN, que el próximo año llega a su centenario y va por más.

Cien años dicen mucho de una historia llena de buenos y malos recuerdos. De sus filas han egresado científicos prominentes como el doctor Ignacio Narváez, quien compartió con sus estudios un Premio Nobel en el proceso de la Revolución Verde, así como el doctor Mario Castro con sus investigaciones acerca del maíz enano, entre otros. Esto en su historia blanca.

El negro historial parte del comportamiento de alumnos como el famoso “Acapulco”, creador de variedades de especies de mariguana en el seno del internado con la complacencia de las autoridades universitarias, los saqueadores de tiendas, los violadores de mujeres policías en los años setenta o los desmadrosos que se apoderaban de la alameda los sábados por la noche para hacer sus trapacerías, hasta que Rosendo Villarreal los puso un día en cintura, o de sus funcionarios que saquearon su patrimonio y se agandallaron presupuestos federales e internacionales y fundaron sus ranchos millonarios de ganado. Todos, gracias a Dios, hoy están jubilados.

Algo sucedió y el divorcio entre las necesidades de profesionistas del campo y el ritmo de los egresados fue evidente, amén del contenido curricular de las carreras, lo que originó que generaciones enteras de agrarios se dediquen a múltiples oficios, menos a sembrar los campos de esta tierra sedienta, pero noble.

Eso sí, la generación de aquellos que se dedicaron a la administración pública y a la política es nutrida y ha salido de uñas muy largas, salvo honrosas y raras excepciones.

De todo, como en botica, no sólo han surgido directores de sección, subsecretarios, secretarios, diputados, alcaldes, senadores y hasta gobernadores de este y otros estados.

Muy sui géneris es su manera de elegir rector, proceso vigilado por un colegio electoral que filtra candidatos con una varita mágica y de repente toma decisiones raras, como las de descalificar opositores del PRI, como en el caso de Roxana Cuevas, o desechar currículos de verdad notables.

En las postrimerías del centenario, la elección de rector puede contaminarse
de la misma enfermedad nefasta de la imposición desde el estado del ungido, en este caso el más amigo de Riquelme, en la persona de José Antonio González Fuentes. Haya cosa.

En una terna donde hay sólo un candidato independiente que surge de la verdadera base y esencia de la Narro, le será difícil ir subiendo la cuesta a Flores Olivas, quien tiene las simpatías de la gente, pero no la del gerente del moreirato y su experimento con los novatos. Dicen los corrillos que sólo con un voto es suficiente para ser rector: el del gobernador en turno. Válgame.

De Flores Olivas se dice que viene de una vida dedicada a la academia y la investigación, incluyendo temas relacionados con el cultivo de tomate, cocotero, la papa morada y el frijol. Este candidato refiere en su lema: menos palabras más acción.

Sin embargo, el fantasma es una imposición a través de un candidato impopular con una historia académica desde 2005. Estamos ante otra posible elección de Estado, al estilo del PRI y sus trapacerías, que seguiría restándole prestigio a esta noble casa de estudios y dejaría fuera el intento de una institución autónoma dedicada a la investigación y al desarrollo de los campos. Pónganse abusados, buitrillos.

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